Comprar un coche siempre supone una gran inversión, pero si has adquirido uno recientemente, es probable que hayas tenido que pagar un poco más de lo que esperabas.
El pasado uno de enero entró en vigor en España el nuevo ciclo de homologación WLTP (Worldwide Harmonized Light-Duty Vehicles Test Procedure), una polémica normativa que sustituye al antiguo reglamento NEDC (New European Driving Cycle) y que ha encarecido el precio de los vehículos al modificar el impuesto de matriculación. Pero mejor vayamos por partes.
Podemos definir el impuesto de matriculación, también conocido como “impuesto especial sobre determinados medios de transporte”, como el tributo que grava de forma directa las primeras matriculaciones de los vehículos a motor en nuestro país.
Este impuesto se basa en las emisiones contaminantes de los automóviles y afecta tanto a los vehículos nuevos como a los de segunda mano, aunque solo se paga y gestiona una vez, cuando se registran y matriculan por primera vez en España.
En el pasado, el impuesto de matriculación utilizaba el sistema NEDC para calcular los niveles de CO2 que los vehículos emitían a la atmósfera. Sin embargo, desde el pasado 1 de enero, estos valores se miden de acuerdo a los parámetros recogidos en la norma WLTP, un protocolo mucho más restrictivo que ha endurecido el baremo por el que se miden las emisiones y, consecuentemente, encarecido las tasas que debemos pagar y el precio de los automóviles.
Técnicamente, el nuevo reglamento WLTP no ha aumentado el importe del impuesto de matriculación como tal, sino que ha cambiado los tramos tributarios que afectan a los vehículos en base a sus emisiones contaminantes.
Actualmente, este impuesto está dividido en cuatro tipos impositivos, según la cantidad de CO2 que los vehículos emiten a la atmósfera. El objetivo es simple: castigar a los automóviles que más contaminan e incentivar la compra de opciones más sostenibles.
De este modo, se establecen los siguientes porcentajes: un 0% para aquellos vehículos con emisiones inferiores o iguales a 120 gr/km de CO2; un 4,75% para los que emitan entre 121 y 159 g/km de CO2; un 9,75% para los modelos con emisiones de entre 160 gr/km CO2 y 200 gr/km de CO2; y, finalmente, un 14,75% para quienes tengan unas emisiones iguales o superiores a 200 g/km de CO2.
Con la llegada de la nueva normativa WLTP, estas cantidades no cambian, sino que se elevan los valores de las emisiones de cada vehículo para acercar el consumo oficial de los combustibles (es decir, los que se obtienen en condiciones de laboratorio) al consumo real de un automóvil en carretera, tal y como señalan desde la DGT.
Como resultado, muchos vehículos que hasta ahora estaban exentos del pago de las tasas tendrán que empezar a abonarlas, y aquellos que se encontraban en un tramo subirán de nivel, con el consecuente encarecimiento del precio.
El reglamento WLTP, que ya había sido aprobado en 2018 y cuya entrada en vigor se pospuso mediante una moratoria del Ministerio de Industria que concluyó el pasado 31 de diciembre, ha sido ampliamente criticado por la industria del automóvil, que señala que las ventas de vehículos disminuirán como consecuencia del aumento de los precios, especialmente ahora que la pandemia del coronavirus ha dejado al sector en una posición delicada.
Por ello, los fabricantes solicitan que se modifique el impuesto para neutralizar el impacto de la nueva normativa, actualizando los límites de los tramos impositivos en la misma proporción en la que se incrementan las emisiones homologadas de los vehículos.