Suzuki, la marca que pasó de hacer telares a fabricar algunas de las motos más rápidas del mundo
Suzuki ha sido pionera en dos ámbitos tan distintos como la fabricación de telares especiales y las motos deportivas de competición
Es una de las empresas más importantes de Japón
En el mundo del automovilismo y las motos deportivas, Suzuki Motors lleva décadas diciendo esta boca es mía. Hoy es una referencia en el mercado del motor en Japón, país del sol naciente, pero antes de ganarse su puesto como cuarto fabricante mundial de automóviles (ahí está el Suzuki Vitara o el Jimny), tuvo que reinventarse varias veces. No hablamos de coches, todoterrenos, fuerabordas o motos, sino de telares de seda.
Te contamos la historia de esta marca mítica que nació de una forma poco común.
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Los comienzos de Suzuki
Tenemos que remontarnos a 1909, el año nacimiento de la marca Suzuki Loom Works, creada por Michio Suzuki. Una empresa que llegó a fabricar los mejores telares del mundo poco tiempo después de comenzar su andadura. En 1929, Suzuki, que se había inspirado en el trabajo de su madre tejedora, ya posee las patentes de más ciento veinte telares originales.
Los telares de la marca Suzuki eran máquinas de precisión que se usaban para crear todo tipo de telas complejas, sobre todo seda, y esa misma filosofía ha pasado a sus motos. Tiempo después, el ingeniero Suzuki decide probar a desarrollar un coche, pero la Segunda Guerra mundial le come la tostada y el proyecto se aparca casi veinte años.
La historia ya es sabida por muchos: la excelencia en la fabricación de un producto no te hace invulnerable a los vaivenes económicos, y en el 51 el mercado del algodón japonés colapsa, una circunstancia que afecta directamente a la compañía y la lleva a la quiebra. Suzuki entiende que ahora es el momento de pasearse por otros horizontes, en los que su criatura pueda sobrevivir. Las circunstancias históricas así se lo indican. El Japón de la posguerra necesitaba transporte barato, y Suzuki, quizá uno de los mayores productores de telas de Japón de aquella época, ve su oportunidad en la accesibilidad de la población a los vehículos y en la industrialización. ¿Su idea? Motorizar una bicicleta, a la que le acopla su primer motor. Es la ‘Power Free’. Suzuki no contrató a nadie para el trabajo. Él mismo y sus empleados, tal y como habían hecho con sus telares, diseñan y fabrican todas las piezas. Nace Suzuki Motors.
Para el usuario de calle diseñan, poco más tarde, la mítica Colleda, de 90 caballos de potencia y motor monocilíndrico.
La revolución de Suzuki Motors
El bautismo de fuego de Suzuki Motors se da años después, cuando una de sus motos atraviesa primera la meta en la carrera del monte Asama, una especie de prueba de fiabilidad que, durante los siguientes años, da impulso a la marca en la cultura japonesa y le hace ganar su buena fama como fabricante de motos deportivas.
La marca entiende cuál es su camino: fabricar motos muy rápidas que ganen carreras. Esto sucede a finales de los 60, época en que Suzuki se alía con el corredor y diseñador alemán Berner, un hombre que había escapado del Berlín Oriental con su familia poco antes. El tándem funciona. Con él quieren promocionar sus nuevas motos en Occidente y ganar la carrera más importante del mundo: la Isla de Man.
El primer hito de Suzuki en motos de carreras es la T-20 Super Six (1965), la primera moto de 250cc, con seis velocidades con un motor de dos tiempos (el mismo tipo de que llevan las cortadoras de césped y las motosierras), pensada especialmente para el mercado de Estados Unidos. En 1968, la marca ya ha doblado la potencia de sus motos con el motor de 500cc, y años después, llega la supermoto, con un motor de 750cc, una auténtica bestia que combinaba lo mejor de la velocidad y el espíritu de las carreras con el sentimiento urbano. Para el transporte en ciudad se centra en los modelos más pequeños. Las K y las M, sobre todo la K10 y K11 son las que le reportan mayores beneficios. Venden más de medio millón.
En el caso de los motores de sus piezas, la marca se pasa a los motores de cuatro tiempos con la llegada de la GS750, con una velocidad máxima de 209 km/h. Su récord de velocidad lo consiguen con la GSX-R1100, que consigue correr un cuarto de milla en menos de once segundos con sus 256km/h.
También de estos años es otra de las motos más conocidas: la famosa Katana, diseñada para salvaguardar la integridad del piloto. El mundo de las motos se convulsiona en 1985 con la presentación de una moto mítica de la marca: la GSX750, ya con un aspecto completamente deportivo, ligero y aerodinámico. Un éxito atroz en las 24 horas de Le Mans, y un modelo que la marca ha seguido fabricando con distintas variaciones hasta el día de hoy.