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Cuál sería el día de tu cumpleaños si no se hubiera cambiado el calendario juliano por el gregoriano

  • En el siglo XVI se añadieron cambios al calendario Juliano (el que estableció los años bisiestos) para compensar que el año no dura 365 y seis horas como se creía sino 365 días 5 horas y 49 minutos (y sigue siendo aproximado)

  • Los años múltiplos de 100, aun siendo bisiestos, no tienen 29 de febrero (excepto lo que además son múltiplos de 400, como el 2000, 2400, 2800...)

  • Newton, por ejemplo, nació el 25 de diciembre para Inglaterra pero el 4 de enero para gran parte del resto del mundo ya que su país no había incoporado aún el nuevo calendario

Toda la vida con la ilusión (bastante friki, por otra parte) de que Isaac Newton había nacido el mismo día que yo, 4 de enero, y resulta que nació el día de Navidad. ¿De dónde viene el engaño? Investigando un poco descubro, aliviado, que ambas fechas son correctas y que la confusión proviene del calendario que se aplique: gregoriano (el nuestro actual) o el juliano. Similares pero con diferencias cruciales que afectan, por ejemplo, a la manera de determinar una fecha de cumpleaños. Veamos.

La confusión de los años bisiestos: una buena idea mal aplicada

Todos sabemos que cada cuatro años celebramos un año bisiesto, que consiste en añadir un día más al calendario (al mes de febrero, concretamente, que es el que anda más escaso). El motivo archiconocido es que el año no tiene 365 días exactos sino 365 y seis horas. O lo que es lo mismo, 365,25 días. Cada cuatro años, esos 0,25 días se convierten en uno completo. Si no añadiéramos ese día 29 de febrero, el paso de los siglos (muchos siglos), acabaría trasladando el verano a enero y el invierno a julio.

Pues bien, esto de los bisiestos se creó en época de Julio César. El emperador descubrió que los egipcios calculaban mejor la duración del año y encargó un calendario nuevo para el Imperio Romano. La aplicación del nuevo calendario, denominado juliano, se implantó en el año 46 a.C y para compensar el desfase de siglos, aquel año duró 445 días. Este no es nuestro calendario, aunque se parece mucho. Veamos cómo se cambió del juliano al actual.

La Pascua cristiana, el origen del calendario actual

Al cabo de unos 400 años, en el siglo IV, los cristianos tuvieron la necesidad de fijar una fecha concreta para la Pascua (Domingo de Resurrección), de modo que eligieron un cálculo algo enrevesado: el primer domingo después de la primera luna llena posterior al equinoccio de primavera (esa jornada en que día y noche duran lo mismo). Este sistema para determinar cuándo celebrar cada año la Resurrección se estableció en el Concilio de Nicea, en el año 325.

Pasaron los años, y los siglos, y todo fue armonía en el calendario hasta que en pleno siglo XVI alguien se dio cuenta de que, con esa fórmula de la luna llena posterior al equinoccio de primavera el Domingo de Resurrección llevaba camino de meterse en febrero. ¿Cómo era posible? Eran tiempos del Papa Gregorio XIII quien encargó a astrónomos y científicos de la época revisar estudios y datos. Encontraron que ya Alfonso X el Sabio había fijado la duración del año en 365 días, 5 horas y 49 minutos. Nada menos que 11 minutos extra que se habían estado añadiendo año a año desde tiempos de Julio César y que habían provocado un desfase de 10 días. Se corrigió en 1582 con la salomónica decisión de retirar 10 días de un plumazo. Así, al 4 de octubre de aquel año le sucedió el 15 de octubre. Arreglado, ¿no?

Arreglar el desaguisado... y evitar que se repita

Esto arreglaba el desfase a fecha de 1582, pero no evitaba que volviera a producirse si se mantenía la cuenta de 365 días y seis horas sin restar los 11 minutos sobrantes. Por eso, además de quitar diez días a 1582, se estableció una nueva manera de calcular el calendario, un poco más compleja. Se mantenía la regla de un día extra cada cuatro años (los bisiestos) pero se determinó suprimir tres de esos años bisiestos cada cuatro siglos. Es decir, había que retirar tres ‘29 de febrero’ cada 400 años. ¿Y cuáles elegir? Para no volver más locas a las generaciones venideras, se estableció que en todos los años múltiplos de 100 (1600, 1700, 1800, 1900…), aun siendo bisiestos, no se aplicara el 29 de febrero. Y una condición más, la última. Como solo había que quitar tres días cada 400 años, los años múltiplos de 100 que también lo fueran de 400 (1600, 2000, 2400…) sí mantendrían el 29 de febrero.

Como ejemplo de esta nueva fórmula, el año 2100 que debería ser bisiesto no tendrá 29 de febrero por ser múltiplo de 100. Sin embargo, el año 2000 que también fue múltiplo de 100 sí tuvo 29 de febrero por ser a su vez múltiplo de 400. Esos tres días que robamos al calendario cada cuatro siglos compensan los 11 minutos de más que metemos cada vez que pasamos un año bisiesto.

¿Cuál sería mi cumpleaños si no se hubiera cambiado el calendario?

El nuevo calendario fue incorporado por todos los países católicos. Sin embargo los protestantes no lo hicieron hasta varios años o siglos después. Inglaterra, la patria de Newton, no incorporó el calendario hasta 1752. De ahí que el padre de la gravedad tenga dos fechas de cumpleaños, la que él celebraba (25 de diciembre) y la corregida por el calendario gregoriano, 4 de enero.

Calcula en este enlace cuál sería tu cumpleaños si no se hubiera cambiado el calendario juliano por el gregoriano.

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