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La otra cara de la legalización del cannabis: la marihuana ya contamina tanto como el carbón

  • La progresiva legalización del cannabis ha traído importantes ganancias a nivel económico, pero también un problema de tipo ambiental

  • Un reciente estudio de la Universidad Estatal de Colorado revela que en Estados Unidos la industria de la marihuana ya contamina tanto como todo el sector de la minería de carbón

  • Los investigadores apuntan al cultivo en interiores como el culpable de este fuerte impacto medioambiental y defienden que un cambio en la producción ayudaría a disminuir las emisiones

El consumo de marihuana está cada vez más extendido. Actualmente, más de 50 países en todo el mundo tienen programas de cannabis medicinal, mientras que en Canadá, Uruguay y 15 estados de Estados Unidos es ya legal para el uso recreativo. No solo eso. De cara al futuro, está previsto que haya cada vez más países donde se apruebe el uso de esta sustancia para fines curativos, especialmente ahora que la ONU ha reconocido sus propiedades terapéuticas y lo ha retirado de la Lista IV de la Convención sobre drogas de 1961, en la que se encuentran los opiáceos más peligrosos y bajo el control más estricto, como la heroína.

En términos económicos, la progresiva legalización del cannabis tanto para uso medicinal como para uso recreativo ha dado lugar a una industria en auge a nivel global que prevé mover en torno a 50.000 millones de euros en todo el mundo de cara a 2025 y que, previsiblemente, irá aumentando sus ganancias a medida que este cultivo se regule. Unas cifras sin duda cuantiosas que, sin embargo, van acompañadas de unas importantes consecuencias a nivel atmosférico. Y es que según un reciente estudio, la industria de la marihuana ya contamina tanto como las minas de carbón.

La marihuana contamina lo mismo que el carbón

Al menos, esto es lo que se desprende de un informe elaborado por la Universidad Estatal de Colorado (CSU) y publicado el pasado mes de mayo en la página Nature Sustainability en el que se analizaba la energía y materiales necesarios para cultivar cannabis y su impacto medioambiental.

Este documento, el más detallado hasta la fecha, señala que la demanda insaciable de marihuana tanto para uso medicinal como recreativo en Estados Unidos, país en el que las ventas pueden superar los 13.000 millones de dólares anuales, ya genera tantos gases de efecto invernadero como todo el sector de la minería de carbón.

El motivo detrás de estos altos índices de contaminación se encuentra en los cultivos de interiores. A pesar de que la mayoría de las plantaciones de marihuana se hacen al aire libre, en muchos estados del país americano esto resulta imposible por las malas condiciones climáticas y por la regulación, que prohíbe que estos cultivos se realicen en exteriores.

Esto lleva a que los productores realicen sus cultivos dentro de edificios, donde deben utilizar máquinas para regular temperatura, humedad y ventilación de las plantas que generan los mismos o incluso más gases que los que surgen de la extracción del carbón. En concreto, los científicos señalan que en Colorado, que desde 2014 admite la marihuana para uso recreativo, las emisiones de dióxido de carbono de la industria cannábica alcanza los 2,6 millones de megatoneladas por año, mientras que las minas de carbón generan en torno a 1,8 millones.

Asimismo, apuntan a que en Alaska y los estados del Medio Oeste, las zonas del país donde más se produce junto a Colorado, estas emisiones se encuentran entre los 2,3 y las 5,4 megatoneladas anuales, y advierten que este impacto seguirá creciendo a medida que el consumo de marihuana se vaya legalizando en el resto del país (actualmente, el cannabis es legal en 36 de los 50 estados de Estados Unidos).

El papel de la electricidad y el gas natural

Según el documento, el principal factor responsable de estos altos índices contaminantes es el consumo de electricidad y gas natural que debe realizarse para controlar el ambiente en el que se cultiva la marihuana, ya que en espacios cerrados es necesario utilizar de alta intensidad y grandes cantidades de CO2 para mejorar el crecimiento de estas plantas. En el caso de Denver, por ejemplo, los cultivos de cannabis consumen el 4% de toda la electricidad disponible en la red de la ciudad, la más importante del estado de Colorado.

Este consumo, apuntan los autores, varía en función del estado en el que nos encontremos. No obstante, un antiguo estudio elaborado por el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley también se movía en términos semejantes, al apuntar que la producción de cannabis en espacios cerrados consumía un 1% de la energía utilizada en todo el país.

De cara al futuro, los investigadores planean realizar un nuevo estudio que analice las ventajas y desventajas de cultivar en interior o en exterior. El objetivo es que la industria pueda asumir su responsabilidad ambiental y corregir sus emisiones aprovechando que todavía es un negocio relativamente reciente.

Según sus cálculos, si se permiten los cultivos en viveros, se apuesta por cultivos inteligentes y se desmantelan las plantaciones ilegales, que al utilizar diésel contaminan más que las legales, las emisiones de CO2 de la industria se reducirían y, en el caso concreto de Colorado, bajarían hasta las 0,6 megatoneladas. Una reducción que, sin duda, ayudaría a combatir el cambio climático que día tras día amenaza con acabar con la vida tal y como la conocemos.