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"87 cosas que hice en 2021", por Juan Tallón

  • En su última columna del año, el escritor Juan Tallón repasa lo cotidiano y lo extraordinario, que a veces es lo mismo

Empezaste y abandonaste otra agenda. Aprendiste a no salir de casa sin bolígrafo. Leíste 'Meridiano de sangre' tras diez años diciéndote "este año lo leo". Usaste reloj a diario. Hiciste el ridículo, claro que sí, y no pasó nada. Grabaste un audio de diecisiete minutos. Dijiste un buen "no" solo tres o cuatro veces, lo que son unos muy pobres registros. Participaste en secreto en una columna a ocho manos, probablemente la peor de todos los tiempos. Viajaste a Corfú en un avión vacío. Compraste una cama nueva. Te caíste por unas escaleras larguísimas y no te rompiste el cuello, qué raro. Pusiste como ejemplo de cómo declinar una oferta la célebre carta de E.B. White de los años cincuenta, que concluye con un "I must decline, for secret reasons". Fracasaste, pero ni te diste cuenta. Volviste a contar algunas mentiras aquí y allí. Compraste un sofá y, al tercer mes, rezaste para que llegase algún día, por favor. Te casaste casi en secreto. No moviste un dedo por arreglar el timbre de casa, y trabajo te costó. Cambiaste tres veces de gel de baño. Almorzaste con Alejandro Zambra. Perdiste un capítulo de la novela por no dar a tiempo a "Guardar". Te despediste de tu abuelo. Respondiste "no hay nadie" cuando llamaron a la puerta unos testigos de Jehová. Te fuiste sin pagar por despiste, y al día siguiente volviste, y, por un malentendido, tampoco pagaste.

El raro sabor de las verduras al cuarto día

Comiste cocido cuatro días en una semana, aunque al cuarto la verdura ya sabía raro. Añoraste hacer exámenes. Devolviste más compras de las que al final te quedaste. Estuviste en el homenaje a Belén. Cambiaste de fisio. Arreglaste una radio vieja con un manotazo perfecto. Oíste que te decían "señor" más de la cuenta. Escribiste, a ojo, una docena de frases para fajas de libros. Ganaste un premio. Te hizo muchísima gracia la última de Sorrentino. Compraste una bicicleta estática. Fuiste a un entierro. Prolongaste tu idilio con el agua de Mercadona. ¡Arreglaste una persiana! Escribiste un artículo satírico sobre las fajas, incluyendo las de tus libros y las que hiciste para otros. Participaste en la Seminci. Fuiste pesimista. Al fin encontraste «la» almohada. Sorprendiste a la lluvia siempre con paraguas. Vaciaste dos veces el cajón del escritorio, y al poco se llenó solo. Abandonaste ocho libros por la mitad. Conociste a Olga Merino, a quien leíste por primera vez en Círculo de Lectores. Te dieron pereza muchas cosas hasta justo antes de hacerlas. Te quedaste sin batería del coche. Leila Guerriero te dijo cosas. Hiciste menos recados incluso que el año anterior. Pagaste 0,45 euros con tarjeta. Te quedaste dormido al volante un segundo, al regreso de Valladolid, pero tampoco ese día te mataste. Preferiste no hacerlo. Empezaste a tomar pastillas para dormir. Perdiste bien y mal el tiempo. Cruzaste el país en coche. Buscaste. Seguiste saliendo a pasear a la perra en pijama los domingos por la mañana. Sorteaste el año sin vomitar. Dejaste que alguien te llamase Jorge dos veces sin corregirlo. Jugaste a las muñecas. "Juan murió, lo mató un rinoceronte, lo enterramos ayer en una fosa común, así que no podrá ponerse", respondiste a un teleoperador de Vodafone después de la tercera llamada en cuatro días. Jugaste al ahorcado. Te reencontraste con alguien que hacía quince años que no veías. No sabes cómo, pero conseguiste no aburrirte. Ganasteis la Liga. Olvidaste nombres de personas.

Ni idea de casi nada casi todos los días

Paseaste con Rafa Lahuerta en una Vespa por Valencia a medianoche. Perdiste casi todo el miedo a volar después de despegar y aterrizar un día en la cabina. Pasaste vergüenza ajena con el alcalde de tu ciudad. Planchaste calcetines. Comiste torreznos que Jacobo Bergareche preparó en una especie de huevo japonés llamado kamado, en una noche que tuvo de todo, y maravilloso. Abriste el portal al cartero cada puñetero día de la semana. Encontraste una nota manuscrita de Belén dentro un libro de David Wagner. Compraste 'Todos los hombres del rey' con marcas del precio todavía en pesetas. No tuviste ni idea casi todos los días. Empezaste a leer 'Perro apestoso' a tu hija. Discutiste con un repartidor del mexicano. Saliste a navegar, y en mitad de la singladura gritaron tu nombre desde otra embarcación: alucinaste con lo que vino a continuación. Mataste una paloma sin querer, con el coche. Estorbaste. Te lavaste 413 veces la cabeza. Quisiste, pero al final no limpiaste el congelador. Volviste a presentar un libro de Milena Busquets con Andrea Aguilar. Pagaste en efectivo al veterinario, que sigue sin cobrar con tarjeta. Viste un tiburón. Ampliaste la lista de imbéciles. Barriste el suelo con una mano en el bolsillo. Acabaste la nueva novela.