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María Dueñas o la determinación de cambiar de vida en plena madurez: "Si tienes un proyecto, ponte. Pero en serio"

  • La escritora María Dueñas presenta 'Sira' (Ed. Planeta), la novela continuación de su bestseller debut 'El tiempo entre costuras'

  • Hablamos con ella sobre el nuevo libro y el giro laboral que dio su vida hace doce años, cuando dejó la docencia para dedicarse de pleno a la literatura

Ha vendido millones de libros en todo el mundo. Sus historias se han traducido a 35 idiomas y han inspirado varias series de televisión. Y si preguntas quién ha leído sus libros en un numeroso grupo de WhatsApp familiar, el abanico de fieles -entre las que se reconocen más las lectoras- se expande desde los 30 hasta los casi 70. María Dueñas encarna a la perfección la descripción de fenómeno literario. Pero esto no es nuevo. Desde que debutó en 2009 con 'El tiempo entre costuras', convirtiéndose ipso facto en un bestseller, su carrera ha sido meteórica. Tanto, que optó por dejar su plaza titular como profesora de Filología Inglesa en la Universidad de Murcia para dedicarse de pleno a la literatura. Doce años después de aquello regresa ya asentada en su nueva e inesperada etapa vital, con cuatro novelas bajo el brazo y una quinta que responde a las súplicas de sus seguidores: 'Sira' (Ed. Planeta) es la continuación de 'El tiempo entre costuras', un libro en el que aquella Sira costurera, "joven e inocente, es ya es una Sira que ha crecido por la edad pero también por las experiencias y peripecias vitales e históricas que le ha tocado vivir. Ahora además se convierte en madre. Todo eso le ha puesto en la espalda una mochila que la hace una mujer más madura, sólida, y solvente, al mando de su propio destino". Pero Dueñas no lo ha hecho por complacencia. Sino por apetencia. Lo cuenta a Uppers en una entrevista telefónica.

"Si hubiese escrito este libro inmediatamente después de 'El tiempo entre costuras' probablemente habría sentido la presión encima, haber escrito una segunda novela entonces era arriesgado. Ahora, doce años después, ha transcurrido un tiempo para que Sira y yo descansemos la una de la otra. Ha sido un reencuentro muy positivo en todos los sentidos, me lo ha puesto muy fácil". Una obra de madurez para ambas en la que no faltan las que ya son las señas de identidad de su autora: historia, escenarios internaciones muy diversos, idiomas y misiones secretas. La historia transcurre al finalizar la Segunda Guerra Mundial y Sira pasa por Jerusalén, Londres, Madrid y Tánger. Y, por el camino, se cruzan personajes reales como Evita Perón o Barbara Hutton.

Sira ahora es una mujer más madura, sólida, y solvente, al mando de su propio destino

En su cabeza rebosan ideas y, en sus palabras, pragmatismo. No es hasta que tiene esas ideas bien reposadas e hiladas, con su "hoja de ruta" hecha y con el extensísimo trabajo de documentación finalizado, cuando se pone a escribir. Una forma de trabajo muy metódica que, cuenta, tiene interiorizada de su experiencia académica. "Estoy acostumbrada a trabajar en solitario muchas horas (tesis, proyectos docentes, artículos académicos...). Mientras yo estoy inmersa en todo esa parte de la investigación, estoy feliz. Soy capaz de permanecer muchísimas horas delante del ordenador, aislada del mundo, un día tras otro. El problema empieza cuando arranco un documento que dice 'Capítulo 1', ahí se acaba la buena vida", bromea. Aunque la sensación tras escucharla es que su escritorio es un espacio de seguridad en el que la silla no quema demasiado.

Empecé a escribir sin tener idea de que una faceta iba a sustituir a otra, tenía mi vida plenamente organizada, mi plaza de profesora titular en la Universidad, estaba totalmente asentada

Cuando a mediados de sus cuarenta se decidió a escribir e intentar lanzar su novela, lo hizo con una determinación que, tras media hora de charla telefónica, queda claro que es una cualidad inherentea la escritora. "Empecé a escribir sin tener idea de que una faceta iba a sustituir a otra, tenía mi vida plenamente organizada, mi plaza de profesora titular en la Universidad, estaba totalmente asentada. Decidí escribir como algo lateral, no sabía si iba a encontrar quién me publicase esa novela. Lo que sí tenía era la determinación de terminarla. No fue como 'bueno, voy a sentarme a escribir a ver qué sale'. No, yo me lo planteé en serio, como me planteaba todas las cuestiones de mi trabajo académico".

Ese cambio vital repentino la llevó a tomar la decisión definitiva, tras varias excedencias, de dedicarse de pleno a escribir. "No me dio tiempo ni a tener vértigo. Tuve que hacerlo lo más operativo que necesitaba en ese momento, lo que necesitaba era disponer de tiempo y eso hice. Pero tampoco fui tan valiente al cambiar de vida como pueda parecer. Yo saltaba con red, tenía mi plaza en la Universidad, soy funcionaria. Si salía mal sabía que podía volver", cuenta pies en tierra.

El suyo es un caso excepcional y difícilmente reproducible que a lo largo de esta década la ha obligado a tener que justificar su éxito protegiéndose del uso etiquetas que, más en el mundillo editorial y en los medios que en las calles, se cargan a conciencia de connotaciones negativas. La literatura de superventas, contra la que se vierten altas dosis de clasismo y machismo, identificándola además con lo femenino como ese mundo o espacio secundario, a menudo con hace arquear las cejas de ciertos críticos o lectores minoritarios. ¿Pero acaso no es un éxito conseguir que la literatura llega a más personas? "Somos muy libres de decidir lo que cada cual quiere leer, pero es verdad que existe un prejuicio todavía. Es inevitable, no lo podemos negar. Yo confío en que, poco a poco, lo vayamos superando. Por fortuna tampoco es una actitud mayoritaria, es muy minoritaria. Sigo teniendo muchos muchos lectores muy incondicionales y satisfactorios".

Un proyecto es importante que nos aporte alegría, que nos sirva de estímulo. Para sufrir ya hay muchas otras cosas en la vida

¿Qué le diría a alguien que, en plena madurez, tuviese un proyecto como el suyo de escribir una novela y quiera llevarlo a cabo? "Desde mi experiencia -que quizás no sirve para todo el mundo-, les diría que hay que plantearse un objetivo y tener la determinación y la constancia de llevarlo hasta el final. Me encuentro con mucha gente a menudo que me dice 'oye, yo tengo una historia buenísima que contar, la tengo en mi cabeza... pero es que no tengo tiempo para escribir'. Entonces, si no tienes tiempo para escribir no te lo plantees siquiera, hazlo cuando ya tengas sopesada la idea, cuando tengas claro tu objetivo y cuando ya tengas los mimbres a mano. Entonces ponte, pero ponte en serio. No 'a ver si saco un ratito el sábado por la tarde antes de la película'. Voluntad, determinación, ganas. Que sea algo ilusionante, que te enriquezca personalmente, que no te lo impongas como una tarea, como el que corre una maratón y hay que sufrir muchísimo para llegar al final. Que también nos aporte alegría, que nos sirva de estímulo. Para sufrir ya hay muchas otras cosas en la vida. Y que tengamos la voluntad de llevarlo hasta sus últimas consecuencias".