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Un día en el circo con Gaby Aragón Jr.: "Mi padre me enseñó a ser payaso, una mala mirada suya era lo peor que podía pasarte"

  • Gaby Aragón Jr. es el hijo de Gaby, el mítico 'Payaso de la tele' que, junto con Miliki y Fofó, marcaron a toda una generación

  • El quinto de los diez hijos de Gaby continúa su legado, con una gira con el Circo Inimitable

  • Nos reunimos con él antes de la actuación para que nos cuente cómo es la vida de un payaso y cómo fue la relación con su padre

Es una tarde de junio. Arrecia el calor. Esperamos, en la entrada del Circo Inimitable a Gaby Aragón Jr., el sexto hijo (de diez) del 'Payaso de la Tele' Gaby, y sobrino de Miliki y Fofó. Él ha sido uno de los encargados de seguir con el legado del mítico "¿Cómo están ustedes?", y lo hace girando con el elenco artístico de los Zavatta y los Pellegrini, dos familias de malabaristas y equilibristas que forman parte del Inimitable. Hemos quedado con Gaby para que nos cuente qué poso queda aún de aquellos payasos que fueron los ídolos de varias generaciones, los entresijos del circo y cómo fue la relación con su padre.

He estado alguna vez a punto de tirar la toalla, pero la vida es como el circo: un renacer

El circo es casi genético. Si naces en una familia que se dedica a este noble oficio, es muy probable que tú también lo hagas. Así le ha pasado al propio Gaby, pero también a otros miembros del Inimitable, donde actúa ahora, como Alex Monterrey o Aris Zavatta, que han heredado el talento y las habilidades de sus familias.

Sin embargo, en los Aragón nadie obliga a nada concreto. Sentados en la escalinata de lo que horas más tarde se convertirá en el escenario de la actuación, Gaby nos lo cuenta así: "Puede parecer que estuviéramos obligados, pero no. Solo Gaby tenía diez hijos y nos hemos dedicado cinco a esto. Ahora mismo parte de los Gabytos no están haciendo circo, sino teatro o conciertos de rock. Lo que hagas con obligación no lo vas a hacer con cariño, y no va a ser sincero. Todos hemos visto hijos de grandes artistas que han intentado seguir la tradición familiar y no lo han conseguido", nos cuenta.

Sin una obligación familiar estricta, Gaby decidió dedicarse a lo que veía todos los días en casa y les trasladaba su padre, igual de manera inconsciente, pero creando mimbres de artista. "Yo lo primero que hacía en casa era ponerme un sombrero y coger el recogedor de la escoba y ponerme a cantar, imitando a mi tío Fofó", nos confiesa.

Gaby padre les transmitía poco a poco sus conocimientos, que él mismo había adquirido en Cuba, Argentina y Estados Unidos. "Mi padre era muy cariñoso con sus hijos. Cuando nos enseñó la profesión nunca nos puso una mano encima, pero no le hacía falta. Cuando se ponía con el trabajo tan disciplinado, tan serio, que con solo una mirada de papá ya era tremendo, y era lo peor que podía pasarte. Uno lo que quería era ver la cara de satisfacción de su padre. Yo empecé con 14 años mientras estaba en el instituto, aprendía música, jugaba al fútbol… Después ya sí que empecé a ir a giras".

35 años después, Gaby se encuentra sumido ahora en una nueva gira. La primera después de los confinamientos y retomando la que dejaron parada cuando irrumpió el coronavirus. En las actuaciones, hacen un homenaje sincero a 'Los payasos de la tele', cantando las canciones de siempre y con números de equilibrismos y destrezas que encandilan fácilmente al público más joven y también al más adulto.

"Cuando digo el 'cómo están ustedes' se crea un cordón umbilical y ya es una magia constante. También es un trabajo muy estudiado porque nos preparamos con la escuela de arte dramático, la escuela de música, pero luego ya vas desarrollando tu propia personalidad como clown. El payaso de hoy no es el payaso de hace 60 años. Tenemos una competencia brutal en teatros, otros circos…", nos cuenta.

¿Qué usa Gaby de lo que aprendió con su padre?

Aunque pasen los años, la esencia del auténtico circo todavía corre por sus venas. Así, por ejemplo, sigue utilizando el mismo modelo de casaca para disfrazarse de payaso: roja, amplia y con un ribete azul en el cuello. Y también el mismo tipo de maquillaje, sencillo y sin estridencias, y el mismo material para hacerse la nariz de payaso, como puedes ver en el vídeo que abre este reportaje.

"Aparte de cierta técnica de clown, de payaso, de mis tíos y mi padre, que aprendieron en Cuba, lo que aprendí es que hay que ser humilde. Esto es un trabajo, y ahí puedes ser el rey del mundo, pero cuando saludas y te metes para dentro eres un ser humano incluso más frágil que otros que están haciendo trabajos más duros. Es muy importante tener sensibilidad, el saber que no le vas a gustar a todo el mundo. El público de hoy en día, que es más sincero, el que no se ríe o no te aplaude, te está mostrando un camino y por muchos años que lleves en la profesión tienes que mejorar", cuenta sincero a pie de escenario.

Renovarse o morir, el sino del circo

La pandemia ha pegado fuerte en todos los sectores culturales, y el del circo no ha salido indemne. En septiembre de 2020, la asociación Circos Reunidos calculó que más de 10.000 profesionales estaban parados, afectando a 2.500 familias, por lo que pedían ayudas concretas a un ámbito cultural que ya estaba sufriendo una crisis previa fruto de su reinvención y adaptación a los nuevos tiempos y tendencias.

Gaby Aragón también lo ha vivido. "He visto compañeros payasos que no se han adaptado a los tiempos y los niños no se reían. Todo tiene su momento. Si le das al niño lo que quiere ver y oír, es perfecto. El circo necesita una evolución importante que en su día el Circo del Sol sí que se la dio, pero ahora parece que está como dormido. Yo tengo ideas y proyectos para darle un giro, pero es costoso. El circo es muy bonito, pero necesita una actualización de 10.0 por lo menos. La gente está viniendo aquí, pero sé de otros a los que les cuesta llevar al público".

"A nosotros nos está saliendo bien, pero te hablo de mí", continúa. "Hay otros compañeros que sé que les está costando, pero es un tema también de mentalidad. Si no eres una persona capaz de innovar, contrata a gente. Si hoy en día hay gente que tiene una visión desde fuera que te puede aportar mucho. Puede ser un circo de fantasmas, de terror, acuático o incluso espacial, pero hay que darle a la cabeza".

El circo, como todo, tiene sus momentos álgidos y momentos de bajón. También en la vida de un payaso. Porque, sí, los payasos lloran, pueden estar tristes y tener sentimientos encontrados. Gaby lo sabe bien. "He estado alguna vez a punto de tirar la toalla, porque ha habido momentos duros, de comerte los ahorros porque no veías la luz, un futuro, y te desesperas. Pero siempre hay una puerta que, si lo trabajas y la luchas, se abre y, con aire renovado, te hace retomar una ilusión grandísima. La vida, como el circo, es un volver a empezar, es renacer".

Después de un rato debajo de la carpa, pasando un calor propio del mes de junio, y a unas horas de empezar la función, dejamos a Gaby. Por el escenario quedan todavía algunos de los trabajadores que, poco después, se vestirán de gala para subirse a una escalera, jugarse la vida en una moto o domar a una cuerda como en el salvaje oeste.

Pero, antes de irnos del todo, una última reflexión. Gaby, ¿con qué te quedas de todo esto? "Lo mejor a nivel artístico es la carcajada del público sincera, más que el aplauso. Cuando sueltas chistes o estás estrenando un chiste nuevo, que la gente entienda lo que estás queriendo decirles. A nivel humano todos los compañeros. La carcajada es lo que te hace pensar 'bueno, a lo mejor sirvo para esto'".