Leandro Pérez o cómo sería España si el 23-F hubiese triunfado: "Los 80 fueron maravillosos y terribles"
En 'La última noche de Libertad Guerra' Leandro Pérez imagina una España alternativa en la que del 23-F salió otra dictadura militar
"El periodismo de la Transición era más libre y más guerrero. Más incorrecto, menos tecnológico y más pegado a la realidad"
"La Transición no fue perfecta, pero que políticos muy distantes ideológicamente se sentaran a hablar facilitó que hoy vivamos como vivimos"
"Lo que pudo pasar y no pasó". Con este verso de 'Tratado de impaciencia número 11', de Joaquín Sabina, se puede explicar qué es una ucronía como la que plantea Leandro Pérez (Burgos, 1972) en su nueva novela, 'La última noche de Libertad Guerra' (Planeta, 2022). Una España alternativa en la que el golpe de Antonio Tejero del 23-F triunfa, mueren Adolfo Suárez y Juan Carlos I el Breve y se instaura una dictadura militar.
En esa España "terrible, donde la Transición se ha abortado", Pérez nos pone en la piel de Libertad Guerra, periodista de 21 años, "libre y guerrera", del diario 'Pueblo', para contarnos la "historia de una búsqueda". Libertad tiene que encontrar como sea a Imanol, el chico del que acaba de enamorarse "perforada por un flechazo" y que ha desaparecido en un furgón policial. De esa España imaginada y de la real, de la Transición, de la Movida y de la heroína que protagoniza su novela hablamos con el escritor burgalés.
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¿Es muy diferente esa España que pudo pasar y no pasó de la de hoy?
Es otra España, que queda cerca de la España de 1940, la de la posguerra, y de la España infernal en la que podríamos vivir si estuviéramos bajo el yugo de otra dictadura.
¿Te quedarías con alguna cosa de esa España que pudo haber sido?
En esa España, en la que aparece un personaje apodado Bogart que puede recordar a Billy el Niño, me quedo con la fuerza de Libertad Guerra. Con su empuje, su pasión. Y con Imanol. Y con las 'madres' de Libertad y la historias de esas mujeres en Lerma, el pueblo burgalés donde nació la narradora y protagonista de la novela.
¿Qué es para ti lo mejor y lo peor de la España de hoy?
Palabras que a menudo quemamos, aunque en otros lugares valoran como se debe: en España hay democracia, hay educación y sanidad pública, hay voluntarios de todas las edades y en todos los ámbitos, hay libertad, hay paz, los terroristas ya no matan. Lo peor es la desigualdad, la incultura, la barbarie, la maldad, la estupidez.
Tenías 9 años en el 23-F ¿Tienes algún recuerdo?
Apenas recuerdo el 23-F, pero sí que recuerdo la alegría de celebrar al día siguiente, el 24, el cumpleaños de mi abuela Primi, la madre de mi madre. En la novela, por cierto, he incluido unas palabras suyas. La entrevisté hace muchos años, sólo para mí, quería conservar su memoria. Me empezó a hablar de su infancia en Quintana del Puente, un pueblo de Palencia, y de 'la gripe mala' que vivieron en 1918, y las he cogido prestadas para que las recuerde una de las madres de Libertad.
¿Qué le dirías desde tus 50 a aquel chaval de nueve años? ¿Y al de 20?
Al de nueve que siga devorando páginas y que siga divirtiéndose. Al de 20, que viaje más.
¿Qué le preguntarías a tu yo de dentro de 30 años si lo tuvieras delante?
¿Sigues escribiendo? ¿Tienes nietos? Ponme al día de todo.
La novela es también una apasionada historia de amor. ¿Era más sencillo vivir apasionadamente en la España de los 80?
Hay que vivir apasionadamente siempre, tanto en la España de los 80 como en la actual. Los ochenta fueron una década maravillosa y terrible.
Libertad Guerra, la protagonista de la novela, es periodista en el diario 'Pueblo'. Aseguras que no es Julia Navarro, ni Carmen Rigalt, ni Rosa Montero, pero ¿quién te sirvió de inspiración para darle forma?
Ni Rosa Villacastín. Gran parte de la historia de Libertad parte de estas palabras de 'Crónica del desamor', la primera novela de Rosa Montero: "La cama está ahí tan sola que por la noche caben en ella muchas pesadillas".
Igual que Imanol Zubizarreta no es Imanol Arias, aunque ambos sean de origen vasco y leonés, y actores, y aunque ambos hayan dormido en pensiones de la calle Ballesta cuando las prostitutas dejaban las habitaciones libres. Libertad Guerra no es Rosa Montero, no se parece a Rosa Montero, no escribe como Rosa Montero, pero sin sus libros, sobre todo sin esa primera novela y 'La loca de la casa', yo no habría creado a Libertad Guerra.
Aquella fue la época de esplendor de 'El País', 'Diario 16', 'El Periódico', 'Interviú' o 'El Jueves'. ¿Qué podría o debería rescatar el periodismo actual del que se hacía en la Transición?
Aquel era un periodismo, voy a jugar de nuevo con el nombre y el apellido de mi protagonista, más libre y más guerrero. Más incorrecto, menos tecnológico y más pegado a la realidad.
¿Crees que la Transición ha dejado de significar lo mismo para los hijos de los que la vivieron?
La percepción que tenemos de cualquier hecho o periodo histórico varía según van pasando los años. Por ejemplo, la guerra civil en los años 80 estaba más alejada de nosotros que ahora. En los años 80 el mundo no era perfecto, tampoco la Transición lo fue, pero que políticos muy distantes ideológicamente como Suárez o Carrillo pudieran sentarse a hablar, por ejemplo, facilitó que hoy vivamos como vivimos.
En el libro se mencionan a Juan Carlos I el Breve o a Antonio Tejero como director general de la Guardia Civil. ¿Cómo afrontaste crear esa España alternativa?
Lo afronté literariamente. No soy historiador. Tampoco he escrito una novela política. Son peones dentro de un tablero donde sobre todo importan los movimientos de una mujer que busca a un hombre. Y una vez que terminé el primer manuscrito, como siempre, metí mucha tijera.
¿Hemos mitificado demasiado la música que se hizo en La Movida?
Yo no viví la Movida, me pilló de niño, yo salí por Madrid en los noventa, soy más Kronen. Me gustan muchos grupos de la Movida, y abro la playlist de la novela (que aparece al final del libro, y a la que se puede acceder con un código QR) con 'A quién le importa', de Alaska y Dinarama, que es una canción posterior a los hechos que narro, porque que podría ser la canción que más me encaja con Libertad Guerra.
En esa playlist que propones como banda sonora de tu novela conviven Loquillo o Sabina con el Dúo Dinámico, Mari Trini, John Lennon, The Clash y Springsteen. ¿Qué es lo que más te marcó a ti en aquellos años?
Sobre todo Sabina. El disco doble en directo con Viceversa me lo sabía de memoria. De ahí viene que abra la novela diciendo que la España de Libertad Guerra muestra, como cantó Joaquín Sabina, lo que pudo pasar y no pasó. Mientras que en los noventa escuchaba a Radiohead, Nirvana o los Pixies, y ahora no me canso de Nacho González o Love of Lesbian.
Por ejemplo, en los ochenta me gustaban Burning, Leño, los cantautores (la cita inicial de la novela son unos versos de Miguel Hernández que cantó Serrat), los Secretos y Loquillo, además de otros muchos grupos. En la novela menciono La Ópera Flotante, un local de la Prospe (donde viví varios años), y hago que allí suene 'Los tiempos están cambiando', de Loquillo. Porque siempre cambian.
¿Hemos aprendido algo del 23-F?
Ojalá.