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Oro Jondo o por qué los millennials reivindican los casetes de gasolinera: "La España cañí es vanguardia"

  • Oro Jondo, el artista multidisciplinar que ha conquistado internet con sus collages, reivindica el género que nació con los primeros casetes en los 70 con 'Dame más gasolina' (Ed. Cúpula)

  • Hablamos con Juan Sánchez Porta (Oro Jondo) sobre cómo la cultura de la que se empapó en su infancia en el campo murciano influye en su trabajo y sobre nuevos y viejos referentes

  • "En la España cañí hay más vanguardia que en los discos de los 2000"

¿De qué hablamos cuando hablamos de música de gasolinera? Camela es el ejemplo perfecto. Un grupo cuyas cintas hemos visto más veces en los expositores rotativos de las estaciones de servicio que en las tiendas de discos. También el segundo grupo de España que más ha vendido. Y eso tiene una explicación. Una sobre la que explora el artista Juan Sánchez Porta (1989), Oro Jondo, a través de su libro 'Dame más gasolina' (Ed. Cúpula). Un recorrido visual y escrito con una estética en clave internetera en la que recupera iconos de los 70 y 80 y llega hasta los y las divas de hoy: traperos y reguetoneros que lanzan su música directamente en YouTube y lo cuentan en Instagram. O lo que es lo mismo: una prueba gráfica y tangible de cómo -y sobre todo, por qué- los centennials y millennials celebran con orgullo quinqui esa música que generaciones atrás se ha mirado por encima del hombro con clasismo pero que, quien más y quien menos, ha cantado "a grito peleao" con la ventanilla bajada desde un SEAT Panda.

"Esta música y esta estética se han considerado como baja cultura, se ha escrito y teorizado poco sobre ello porque no ha interesado a la intelectualidad y a la crítica. Es una cuestión de clasismo y estamos derribando ese muro. Cada persona viene y crea desde un lugar y unas circunstancias diferentes", explica el artista a Uppers por teléfono.

P. ¿Qué te une emocionalmente a esta música y a esta cultura que te ha llevado a crear con ella y reivindicarla en el libro?

R. Yo nací en Lorca (Murcia), pero en el campo, en zona rural. Mi madre tenía una floristería en la carretera nacional que iba a Lorca. Enfrente había un puticlub y una gasolinera. Por las tardes me iba a la gasolinera, me comía un donut y me pasaba la tarde viendo los expositores con esas cintas y leyendo la Maxituning y la Superpop. Esa era mi ventana y único acceso a la cultura (y era lo que se llama baja cultura). Allí no había más que campo y descampao. Es la respuesta de una generación que ha crecido viendo 'Los vigilantes de la playa' en una tele con flamenca y tapete. Yo vengo de este contraste de estética.

P. Camela es el segundo grupo de España con más discos vendidos y, como dices en el libro, obviado y denostado por la industria. Ocurre con muchos otros de los artistas que aparecen (Los Chichos, Tijeritas, Rebeca y hasta hace poco La Húngara), no se los ha tomado en serio. ¿Cómo te diste cuenta de que ocurría esto con algunos de tus referentes?

R. Crecí con ellos y escuchando otra música. Pero fue cuando me vine a estudiar Bellas Artes a Madrid. Era 2008 y entonces lo que primaba era el rollo intelectual gafapasta que veía cine independiente y fan de Haneke. Yo la última peli que había visto era 'Yo soy la Juani' y escuchaba Don Omar. Ahí tuve conciencia y me sentí un poco inferior. En la carrera me empapé de esa otra cultura a la que no tuve acceso de niño pero a la hora de hacer mi trabajo dije: yo vengo de esto, de lo que llaman baja cultura. Y me di cuenta de que de pequeño yo mismo denostaba a muchas de las artistas que ahora rescato en el libro y que protagonizan mis collage. Cuando Isabel Pantoja o María del Monte salían en las galas de televisión, asociaba la copla y la canción popular con música de viejos. Pero al revisionar la España cañí y los tópicos de la españolidad, he encontrado vídeos como el de Marujita Díaz entrando en coche de caballos en el plató de 'Noche de Fiesta' con los que he pensado: pero si esto es más vanguardia que el disco de David Civera y lo que escuchaba en los 2000.

P. Parece que ha habido siempre complejo a la hora de admitir o de identificar que eso también es parte de la cultura española. Tu generación artística sin embargo lo está reivindicando. ¿Lo percibes así desde dentro?

R. Sí, con el paso del tiempo y gracias a internet y el auge de la cultura trash (cultura basura), esos clichés nos los hemos quitado. Ahora la gente lo ve de otra forma. Por lo menos no se esconde. Hay quien sí está revalorizando esto a propósito y quien lo hace por diversión, porque venimos de ahí y nos identificamos con ello. Hoy a todos nos gusta ser un meme y nos reímos de nosotros mismos. Esto creo que viene de esa cosa española de habernos visto siempre con un sentimiento de inferioridad respecto a lo que se hace fuera. Y ahora mira, ¿qué se hace fuera? Revisionar lo nuestro, como hacen C. Tangana y Rosalía, y es supervanguardista.

En la España cañí hay más vanguardia que en los discos de los 2000

P. ¿Qué dicen tus padres de tu trabajo? Gran parte de los artistas del libro son de los que creció escuchando su generación (desde Las Grecas a Madonna o Manolo Escobar).

R. En el libro hay música de la que mis padres ponían y otra mucha que no. Ellos están contentos de que haya hecho esto de mirar al pasado y ver que había cosas guays. Aunque la ironía de los collage me parece que no la terminan de pillar, les parece un sacrilegio. Pero están contentos, claro.

P. Dices que internet se ha convertido en el nuevo expositor de gasolinera. ¿Quienes son los artistas que hoy consumiríamos en esos casetes?

R. Esto es algo muy personal, no objetivo. Pero me parece que toda la gente de la escena urbana española, que hacen su música en su casa con una tarjeta de sonido y un micro, guarda cierto paralelismo con la gente de la tecnorumba, que grababa con sellos muy pequeñitos y daban a conocer su música al margen de circuitos. Gente como La Puri, Mayel Jiménez u Omar Montes, que hasta que no ha llegado Rosalía a hacer reivindicación del flamenco se les había tomado en serio. Gente llana gente de la calle que lo que hace es expresarse a través de su música.

P. ¿No se toma en serio a los jóvenes desde estos canales?

R. En general, creo que no. No tenemos representación en los mass media Hay mucha gente joven de la generación z con un discurso superinteresante que lo estamos escuchando los cuatro que accedemos a eso. Le pediría a la gente más mayor que lo escuche y que nos tome en serio, no como si fuésemos niños. La representación en la televisión que tenemos los de mi generación es la de la gente de 'La Isla de las Tentaciones' y 'Mujeres y Hombres y viceversa', que está muy bien, pero no somos solo eso. Hay programas interesantes como 'El Bloque' o 'Gen Playz' que solo están en internet y no en televisión.

P. ¿Es 'Dame más gasolina' un libro intergeneracional?

R. Yo creo que puede interesar tanto a la gente de 50, a quienes les sirve como de recuerdo desbloqueado, porque hay muchos artistas olvidados, como a la gente joven, a la que le sirve para entender de dónde viene el último disco de C. Tangana.