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Paul Newman o cómo estar casado con la misma mujer 50 años aunque todo esté en contra

  • Es el estadounidense que más dinero ha donado a causas benéficas en relación a su fortuna

  • Newman tuvo seis hijos, uno de los cuales falleció por sobredosis

  • Empezó una segunda vida a los 53 años, descubriendo su gran pasión: los coches de carreras

La frase con la que Paul Newman simplificó, en 1968, la estabilidad de su matrimonio con Joanne Woodward forma parte del folclore de Hollywood: "¿Por qué iba a querer una hamburguesa cuando tengo un entrecot en casa?". La pareja se mantuvo unida durante 50 años, hasta la muerte de Newman en 2008, y se estableció como un símbolo de normalidad en Hollywood, el lugar menos normal del planeta. Esta estabilidad sentimental contribuyó a la mitología de Paul Newman: una estrella que jamás dio escándalos, un filántropo sin alardes, un tipo normal y corriente. Una gran persona. Tan poderosa es esta imagen pública que, para mantener su rol como faro guía de la dignidad humana, la historia borró de su memoria a la primera esposa.

Newman tuvo tres hijos con ella y las fechas sugieren que le fue infiel con Woodward. Pero la mitología del actor es tan poderosa protegerla a toda costa. Tanto es así que cuando una biografía aseguró que había mantenido una relación extramatrimonial el propio autor del libro, Shawn Levy, mostró su disgusto cuando la prensa se centró en esta revelación: "Son solo tres páginas, en una trayectoria ejemplar de 500 páginas", lamentó. Por el mismo motivo, cada pocos meses resurge la noticia de que Newman renunció a parte de su sueldo en Al caer el sol porque consideraba que su compañera Susan Sarandon estaba mal pagada. Que esta historia solo se desvelase después de su muerte dignifica aún más el gesto. Ante esta estrella sin misterios, siempre ha quedado un enigma por desvelar: ¿Cuánto le pesaba ser el máximo representante de la belleza física y espiritual en Hollywood?

Newman recordaba sus años universitarios como una juerga constante de cerveza, chicas y novatadas. Lo expulsaron de su primera universidad por arrojar latas de cerveza contra el coche del rector. Participó en la Segunda Guerra Mundial como comunicador de radio y recargador de armamento, porque aunque se llegó a formar como piloto su daltonismo lo alejó del campo de batalla. Al terminar se casó con Jackie Witte, con quien tendría tres hijos.

Newman debutó en el cine con la que consideraría su peor película, 'El cáliz de plata'. Años después, pagaría anuncios en televisión cuando emitían la película para pedirle a los espectadores que no la viesen. La muerte de James Dean impulsaría su carrera cuando lo reemplazó en 'Marcado por el odio' en 1956.

Un romance adúltero

En 1954, durante la representación de la obra 'Picnic', Newman conoció a Joanne Woodward. "Parecía el modelo de un anuncio de helados", dijo ella sobre su primera impresión de Newman. "Era tan guapo que resultaba desagradable". "Joanne era moderna e independiente, mientras que yo era tímido y conservador. Tardé mucho tiempo en convencerla de que yo no era tan anodino como parecía", recordaría él.

Woodward y Newman entablaron una amistad que se transformaría en romance en 1957 cuando coincidieron en 'El largo y cálido verano', un título que podría definir la relación que mantendrían durante cinco décadas. El actor admitiría que convivió con la culpabilidad por haber abandonado a su primera esposa durante toda su vida y que, durante aquel divorcio, perdió el control de su consumo de alcohol y para superarlo decidió limitarse al vino y a la cerveza. Solía decir que su viaje preferido era el camino del sofá a la nevera de cerveza. "Puede que sea muy atractivo y muy sexy", decía Woodward, "Pero lo que importa es que alguien te haga reír. Y él me hace reír todos los días. Éramos buenos amigos antes de ser amantes. Nos caemos bien. Podemos decirnos cualquier cosa sin temor al ridículo o al rechazo".

En 1958 la vida del actor cambió para siempre. Empezó en enero casándose con Woodward en Las Vegas. Encadenó los éxitos de 'El largo y cálido verano', por la que ganó como mejor actor en Cannes, 'El zurdo' y 'La gata sobre el tejado de Zinc'. Y protagonizó todas las portadas cuando bailó con su esposa en la gala de los Oscars en la que ella ganó el premio por 'Las tres caras de Eva'. El público se enamoró de la pareja, de cómo Woodward acogió a los tres hijos anteriores de Newman y de las idílicas estampas domésticas que aparecían en la prensa. Aquel matrimonio representaba un modelo para toda la nación.

"Una vez vi a Joanne Woodward sentada en la hierba, con la espalda apoyada contra el tronco de un árbol", escribía la escritora Carol Joynt. "Paul Newman descansaba la cabeza sobre su regazo. A cada rato le tocaba el pelo a su mujer, o le acariciaba la cara. Es la imagen más romántica que he presenciado en mi vida".

El hombre que odiaba su propia belleza

No es que Paul Newman no le diese importancia a su belleza. Es que se comportaba como si genuinamente no fuese consciente de ella en absoluto. Ya lo era el resto del mundo por él. El atractivo físico había ayudado a entrar en Hollywood a estrellas como Brando, Clift o Dean, quienes una vez dentro consiguieron demostrar su crudeza como actores con papeles torturados. Pero a Newman le costó más.

Y es que su belleza estaba en peldaño por encima. El público sentía, al verlo en pantalla, que ver a un dios griego debía parecerse bastante a aquella experiencia. Era como si el Technicolor se hubiese inventado solo para hacer justicia al azul de sus ojos. El propio Newman le dio a Woodward como regalo de bodas una taza con la inscripción "Te has casado con Apolo, así que usa esto para tragar". Para evitar encasillarse como galán, el actor pagó una indemnización al estudio que lo había contratado y voló libre eligiendo solo papeles de tipos sin escrúpulos y evitando deliberadamente las películas románticas. Newman se postuló como la antítesis, dentro y fuera de la pantalla, de Warren Beatty.

A lo largo de los 60 'El buscavidas', 'Hud', 'La leyenda del indomable' y 'Dos hombres y un destino' curtieron la imagen de Newman gracias a personajes corruptos, egoístas y movidos por su propio interés sin reparar en la comunidad. Su belleza sería femenina, pero en el cine siempre se movió entre hombres. Newman se especializó en antihéroes nihilistas y sardónicos justo cuando la contracultura estaba empezando a idolatrarlos. Él mismo mostró su sorpresa cuando su personaje en 'Hud' despertó admiración entre el público joven. "Se suponía que el público debería sentir asco y rechazo, pero hemos creado un héroe del pueblo", explicó.

Pero fuera de la pantalla era asediado como un sex symbol. En un aeropuerto, el asistente de Newman ofreció a la muchedumbre botellas de cerveza y huesos de pollo que habían tocado los labios de Newman para apaciguarla. Cuando su hija Susan empezó a trabajar como su secretaria, se escandalizó por las propuestas sexuales que recibía en las cartas de sus admiradoras.

"Tiene 44 años, seis hijos y ronca, ¿cómo puede ser un sex symbol para las jovencitas?", bromeaba Joanne Woodward, quien además aseguraba que no tenía problemas por estar con una superestrella porque su marido no se parecía en nada a Paul Newman. Ella aparcó su carrera para encargarse del hogar y, en 1968, dirigió una película concebida para su lucimiento, 'Raquel Raquel', que logró cuatro nominaciones al Oscar incluida una para su actriz.

Su compromiso político en esa época pasó por apoyar los derechos civiles de los negros y oponerse a la guerra de Vietnam. Durante el resto de su vida, Newman presumiría de estar en la lista de las 20 personas más detestadas por Richard Nixon. "En el puesto 19", añadía orgulloso. "A veces me dicen que podría perjudicarme profesionalmente decir lo que opino sobre política. Pero un hombre sin enemigos es un hombre sin carácter", sentenciaba Newman.

La muerte de su hijo lo empujó a los coches de carreras

En 1978 su hijo Scott falleció a los a los 28 años, mientras se recuperaba de un accidente de moto, por una sobredosis accidental de alcohol y barbitúricos. Paul retomó la bebida y se pasaba las noches vagando por la ciudad sufriendo no solo por la muerte de Scott sino porque en sus últimos años de vida apenas habían tenido relación. De aquel luto surgiría la pasión que marcó la vida de Newman: los coches de carreras. Conducir como un loco supondría su mejor terapia.

De este modo, Newman inició su segunda vida a los 53 años. Era la edad que tenía cuando compitió por primera vez en un circuito y siguió haciéndolo hasta su muerte. Newman ganaría cuatro títulos oficiales. En 1979 quedó segundo en Le Mans. En 1995 se convirtió, a los 70 años, en la persona más mayor en competir en la carrera de 24 horas de Daytona.

El patrocinador de su escudería era Budwieser. En un evento de la marca, la esposa del presidente se mostró disgustada porque Newman había aparecido con gafas de sol (solía llevarlas en público). El presidente de Budwieser le pidió que se las quitase porque las mujeres querían ver sus ojos azules y el actor respondió "me lo pensaré". Cuando no se las quitó en toda la noche, Budwieser decidió retirar los 10 millones de dólares de patrocinio.

Newman estaba tan harto de que le pidieran que mostrase sus ojos que lo solía comparar con parar a una mujer por la calle y pedirle que enseñe los pechos. "Mi epitafio dirá 'Aquí yace Paul Newman, quien murió fracasado porque sus ojos se volvieron marrones", bromeaba. Pero además de estar harto de ser un ídolo de la belleza, Newman no soportaba envejecer y perderla. Nunca veía sus antiguas películas y detestaba ver fotografías de su juventud. "Ser una celebridad es un proceso de muerte", decía el director de 'El golpe' George Roy Hill, "Y eso ha sido lo más difícil para Paul".

Una retirada tan digna como el resto de su vida

Newman pasó sus últimos años centrado en su familia, sus carreras y sus iniciativas solidarias. Una navidad cocinó tanta salsa que decidió embotellar la que le sobró y regalársela a sus allegados más cercanos. Llevaba aceite de oliva, mostaza, vinagre de vino tinto, ajo y cebolla. El éxito de la salsa, elaborada solo con ingredientes naturales, le animó a comercializarla. Pero cuando el promotor le dijo que el producto solo vendería si tenía su cara en la etiqueta, el actor accedió bajo la condición de que todos los beneficios fuesen destinados íntegramente a causas benéficas.

Newman también fundó Hole in the Wall Gang, un campamento para niños enfermos adaptado a sus necesidades que abriría réplicas en varias ciudades del mundo y que ha albergado a más de 100000 niños. Nunca permitió que se hiciesen fotografías en el campamento. Por si el mito de Paul Newman como la mejor persona de Hollywood no estuviese ya asentado, acabaría convirtiéndose en la persona que más dinero (en relación a su riqueza) había donado a la caridad en la historia de Estados Unidos.

"Somos unos derrochadores con nuestras vidas", decía Newman. "El truco de vivir es entrar y salir del planeta con el menor jaleo posible. No quiero ser ningún santo. Es solo que pienso que en la vida debemos ser como granjeros: poner en el suelo lo que sacamos de él". Cuando el actor ganó por fin un Oscar en su octava nominación, por 'El color del dinero', dijo "Es como perseguir a una mujer hermosa durante 80 años y que de repente te diga 'vale, aquí estoy' y tú dices... 'y ahora qué'. Además, cada vez que discuto con mi mujer sobre la cocina o la colada ella saca su Oscar y gana el debate. Ahora, después de 33 años, por fin podré empatar".

En mayo de 2007 Paul Newman anunció su retirada del cine. Tenía 82 años y aseguraba que la memoria, la seguridad y la inventiva le fallaban. Sus últimos trabajos habían sido 'Camino a la perdición' (2002) en cine y 'Empire Falls' (2005) en televisión. El director de fotografía de la primera, Conrad L. Hall, era otro veterano de Hollywood (tenía la misma edad de Newman) que había iluminado a Paul Newman en 'Harper', 'La leyenda del indomable' o 'Dos hombres y un destino'. Mientras preparaba un primer plano del actor, con una cara todavía apuesta pero ajada por las arrugas, recordó la juventud del actor y se puso a llorar: "Era tan hermoso".

Dos años después de su muerte Shawn Levy publicó una biografía en la que la periodista Nancy Bacon aseguraba haber mantenido una relación con Newman en 1968, precisamente el año en el que él proclamó su proverbio de la hamburguesa y el entrecot. Ella declaró que el affair duró un año y medio, pero que Newman siempre estaba borracho y casi nunca podía mantener relaciones sexuales. Por supuesto, los medios recogieron la anécdota (negada por el entorno de Newman) e hicieron el chascarrillo fácil: "No le gustará la hamburguesa, pero por lo visto el bacon sí". Hasta Newman habría reconocido que la ironía tenía su gracia.