Oficinas flexibles, el nuevo teletrabajo contra la 'esclavitud' de la carretera
Se te va la vida en atascos y desplazamientos. Las oficinas flexibles quieren ahorrarte tiempo a ti y gastos a tu empresa. Pero, en nuestro país, la cultura del control presencial se mantiene vigente
Cada día sales de casa a la misma hora. La rutina es invariable: primero, el colegio para dejar a los hijos; luego, un tramo de coche hasta llegar al trabajo. ¿Cuándo? Depende del día (de la semana y del mes), del tiempo, de los accidentes (al menos uno diario), de las incidencias y de las obras en las distintas carreteras... Quienes se desplazan en transporte público podrían contar una historia muy parecida, cambiando la carretera por los andenes de metro, la vía del cercanías o las (colapsadas) paradas de autobús en calles e intercambiadores.
Esta es la ruta-tipo de la mayoría de los trabajadores de nuestro país. Llegar al trabajo puede convertirse en una gesta diaria. Así, por lo menos, lo vive Soledad, 55 años, periodista, con pareja y madre de un adolescente, “Creo que dentro de un tiempo, cuando los historiadores estudien nuestra época, tendrán que inventarse una nueva clase social: los que perdemos nuestro tiempo desplazándonos entre las casas y el trabajo. Tengo la suerte de tener un trabajo, pero la realidad es que cada día pierdo entre dos y tres horas yendo y viniendo de mi oficina, aunque teóricamente vivo a media hora de mi centro de trabajo. Estoy fuera de casa unas 11 horas al día, a veces más, según el atasco. ¿Qué es conciliar? Me siento una esclava de la carretera”. Soledad, en pleno siglo XXI, acaba de meter en la categoría “esclavo” a legiones de empleados españoles.
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La flexibilidad llega a las oficinas
El concepto puede parecer exagerado, pero para los que forman este colectivo, en el que están tanto conductores de vehículo propio como usuarios de transporte público, la sensación de pérdida de tiempo y de vida, desperdiciada en horas de atascos y de excesos de kilómetros, es una realidad.
Expertos en movilidad, recursos humanos y gestión empresarial, políticos, sindicatos, gobiernos y organizaciones de toda índole llevan años intentando mejorar las condiciones de estos nuevos ‘esclavos’, hasta el momento con poco éxito. Pero algo comienza a moverse en dirección a una variante que combina la flexibilidad laboral y el teletrabajo: las oficinas flexibles, espacios de trabajo situadas en el extrarradio de las grandes ciudades o de ciudades secundarias donde se practica el coworking. Su objetivo es disminuir los tiempos de desplazamiento, una solución que tiene impactos económicos, sociales y medioambientales.
Solo si tu trabajo depende de un ordenador
La flexibilidad laboral, en cualquiera de sus formatos, no puede darse en todos los sectores productivos. Difícilmente puede existir en la industria, la función pública o en el sector servicios. Pero queda un amplio espectro en aquellos trabajos donde la presencia física no es necesaria y puede desempeñarse con un ordenador, un teléfono y una línea de internet. Con esas tres herramientas podríamos tener una oficina flexible cerca de nuestra casa.
Según un informe del estudio Regus, especializado en la creación espacios profesionales, entre 2019 y 2029 el crecimiento de los lugares de trabajo flexibles a las afueras de las principales ciudades del mundo contribuirá al desarrollo de una economía también flexible capaz de generar un valor de 229.000 millones de euros, lo suficiente para construir 360 hospitales de última generación.
El informe, realizado por economistas independientes en 19 países de la Unión Europea, señala que las áreas que cuentan con un centro de negocios crean un promedio de 121 nuevos empleos, así como alrededor de 8,7 millones de euros de ingresos adicionales en la economía local. Además, la presencia de espacios flexibles y la creación de empleo en la zona generan un desarrollo económico con un Valor Añadido Bruto (VAB) cifrado en 25,5 millones de euros.
Esta tendencia al alza se debe en gran medida por las grandes empresas que están adoptando e impulsando políticas de trabajo flexible y, con ello, prescindiendo de una única sede central. De esta forma, grandes empresas europeas apuestan cada vez más por tener a sus empleados en espacios flexibles y fuera del centro de grandes ciudades. Muchas de ellas lo hacen con el objetivo de mejorar el bienestar de los empleados al permitirles trabajar más cerca de casa, con su consecuente ahorro de dinero y aumento de la productividad.
El modelo español: 105.000 trabajadores en oficinas flexibles en 2029
España es el segundo país de Europa donde más crece el extrarradio, con un aumento del 139% en los últimos 50 años. El informe estima que en 10 años las oficinas flexibles albergarán 105.000 trabajadores. ¿Cómo puede afectar a nuestro estilo de vida y a nuestra economía?
1. Un chute de energía para los mercados locales
Los economistas que han participado en el estudio concluyen que el Valor Añadido Bruto de las empresas alojadas en las oficinas flexibles generará 7.224 millones de euros anuales para la economía española; de ellos, 3.876 millones se destinarán a las economías locales. Entre 2019 y 2029 las ciudades pequeñas demandarán espacios de oficinas modernos que incluyan servicios que redundarán en la economía local y nacional. Estos centros traerán aparejados la creación de un aparcamiento, la contratación de servicios telemáticos y de personal de estructura del propio centro. Al mismo tiempo, los trabajadores empezarán a consumir en las áreas cercanas al centro de trabajo: restaurantes, supermercados, tintorerías… Son una pequeña muestra de los negocios que recibirán a estos nuevos clientes.
2. Más empleo y riqueza
A nivel nacional, las oficinas flexibles podrían crear un total de 222 empleos permanentes y 126 empleos locales adicionales en la zona. El VAB generado por las empresas alojadas en la oficina flexible estaría en torno a los 14,98 millones de euros anuales; a nivel local, el VAB neto generado por las empresas y los trabajadores sería de 8,36 millones de euros anuales.
3. Mayor índice de bienestar
Todos los expertos coinciden en que reducir los desplazamientos al centro de trabajo y ganar tiempo incide en el bienestar de los trabajadores. El principal argumento es que este tipo de empleados enferman menos. El absentismo laboral, uno de los principales enemigos de la productividad, está menos presente en los trabajadores flexibles, que, además, gozan de mayores índices de salud mental.
4. Mayor productividad y más tiempo: 152.000 días extras para 2029
Este tipo de empleados no sólo son menos absentistas y gestionan su tiempo de manera más eficiente, también son los que dedican más tiempo extra al trabajo, cuando el proyecto lo requiere. Es la gestión ‘inteligente’ de los tiempos de trabajo y parece que está destinada a quedarse. El estudio también extrae el tiempo que se ahorrarían al año los trabajadores en los desplazamientos y que destinarían a fines personales y ocio, el valioso “me-time”. En total, este ahorro equivaldría a más de 152.000 días para 2029. Si hacemos un cálculo anual, todos los trabajadores de un centro ahorrarían en conjunto 647 días al año en desplazamientos; de ellos 323 días se utilizarían mayormente para fines personales.
5. Los empleados concilian y las empresas ahorran
Cada vez más empresas, sobre todo europeas, están incorporando el horario flexible de manera estructural. La consecuencia directa es el importante ahorro es gastos corrientes (energía, suministros o alquileres). Para los empleados, disponer de un horario adaptado a sus necesidades o teletrabajar supone estar más cerca de la conciliación; algo especialmente valioso cuando la unidad familiar tiene hijos menores o ejerce de cuidadores para otros miembros de la familia. Este tiempo de ‘calidad’ en las estructuras familiares también supone la menor demanda de servicios sociales, un nuevo ahorro, esta vez para las arcas del estado.
6. Impacto medioambiental: 122 toneladas menos de CO2 al año
Gastar menos tiempo en traslados también tiene una consecuencia directa sobre la reducción en el consumo de energías fósiles y las emisiones de carbono y otros agentes contaminantes. El informe estima que el ahorro anual de emisiones de CO2 por la reducción de dichos desplazamientos superaría las 46.000 toneladas anuales. Consecuentemente, un menor impacto medioambiental significa una mayor salubridad y, por lo tanto, mayor bienestar de los propios empleados. En cuanto a los beneficios medioambientales, se reducirían al año alrededor de 122 toneladas de emisiones de CO2.
7. Menos tráfico: todos ganamos
Una de las conclusiones más claras del informe es que al reducir los desplazamientos a áreas mucho más pequeñas, hay menos afluencia de tráfico en las grandes vías circulatorias. Y a menos tráfico, menos atascos; a menos atascos, menos tiempo de recorrido, menos gasto de combustible y menos contaminación. Los beneficios de la oficina flexible incluyen, por tanto, a los que sí o sí tienen que desplazarse.
Cuando a Soledad le contamos las bondades de las oficinas flexibles, sonríe. “Suena muy bien. Para los trabajadores sería una mejora real. Pero no creo que a muchas empresas les suene igual de bien. ¿Dejar de vernos sentados en nuestro sitio? ¿Confiar en lo que hacemos fuera de la oficina? No creo. Todos los jefes que he tenido han querido ver a sus empleados todos los días. Y mientras no cambien de opinión o tengan que cambiarla por algún incentivo, seguiremos en el atasco”, afirma. El control presencial manda mucho en las empresas españolas. Pero ahí queda la propuesta de esta lectora: cambiar o promover el cambio. ¿No es así como avanzan todas las sociedades?