Bendita terraza que tú también cerraste con PVC
En las grandes ciudades apenas hay terrazas y muchas de ellas están cerradas. ¿Por cuántos de esos espacios suspiramos ahora?
La arquitecta y experta en envejecimiento Paz Martín reflexiona sobre la importancia de los espacios
Hay algo que siempre me ha sorprendido mucho de nuestro país que no sucede tanto en otros países del mundo con peores condiciones climáticas: el cierre indiscriminado de terrazas. Y eso que en la mayoría de los casos es completamente ilegal según indican las diversas normativas urbanísticas vigentes.
En 2018 fue muy publicado el caso de Tristán, un jubilado de Salamanca denunciado por un vecino por haber cerrado su terraza y tener que pagar la friolera de 18.200 euros de sanción. Decidió vengarse. Realizó un trabajo de campo muy meticuloso en una zona concreta de su ciudad para denunciar, nada más y nada menos, que a 800 vecinos con infracciones de este tipo.
MÁS
El caso saltó a los medios de comunicación por la perseverancia del jubilado y por lo generalizado de esta infracción urbanística. Se criticó la ineficacia de la administración, lo estúpido de la normativa y lo desorbitado de la cuantía de sanción. Pero nadie cuestionó entonces los principios en los que se basan esas normativas urbanísticas. Ni mucho menos la necesidad habitacional de disponer en cada vivienda de un pequeño espacio privado exterior.
Infracciones que dan lugar un gran negocio
Estos cierres se han seguido y se siguen llevando a cabo de manera generalizada aun a sabiendas de que suelen estar prohibidos y de que, en muchos casos, acaban siendo meros trasteros. Basta con llamar a una empresa de reformas o proveedor de ventanas que, llega, mide, produce y, en un periquete, gana el máximo de metros cuadrados interiores que tendederos, terrazas, patios o accesos de la vivienda puedan proporcionar.
Una vez cometida la infracción urbanística… a disfrutar. Pero si algún vecino te denuncia o algún inspector municipal aplicado lo detecta, toca desinstalar el cierre y multa. Quizá, con suerte, ya ha pasado un plazo determinado de años desde la instalación y podemos demostrarlo documentalmente. En este caso puede que o bien la infracción prescriba y todo arreglado, o bien que nunca pueda ser legalizada. Esto implica que no se puede ordenar su derribo, pero tampoco realizar obras de mantenimiento ni conservación sobre esta cuestionada estructura de cerramiento.
Durante estos días de reclusión sobrevenida, viendo la preciosa estampa de cientos de personas aplaudiendo desde sus terrazas y balcones, o de vecinos de una calle o urbanización jugando al bingo con los de enfrente, o el cine proyectado en medianeras, los recitales de poesía o musicales, las felicitaciones de cumpleaños a vecinos, no puedo evitar pensar que mas de una persona que cantó victoria en su día, se estará arrepintiendo de haber cerrado su espacio privado exterior.
Estos pequeños espacios se han convertido a día de hoy en la única zona exterior segura a la que podemos acceder para respirar aire fresco, desconectar de nuestra familia, hacer deporte, recibir radiación solar directa en nuestra piel, interaccionar a la antigua usanza con los demás o cuidar de esa planta que nos recuerda que existe un mundo más verde allá fuera.
Estos lugares se han convertido en un elemento de primera necesidad para la socialización y manifestación ciudadana. A falta de calle, buenos son balcones.
Condenadas a desaparecer
Benditas terrazas, más presentes y generosas en edificios de los años 60 y 70. Tenemos preciosos ejemplos en todo el país de terrazas proyectadas por arquitectos que supieron entender su importancia: Sáez de Oíza, Alejandro de la Sota, Javier Carvajal, Vázquez de Castro, Corrales y Molezún o, sobre todo, Fernando Higueras, que os animo a buscar.
Desgraciadamente, los imparables criterios puramente económicos las condenaron a desaparecer o a una aparición meramente testimonial en edificios construidos a partir de los años 80. Las promotoras esgrimen que, con los precios desorbitados del suelo y al no computar estas superficies como superficie útil total de la vivienda, no compensan. En las promociones construidas recientemente es difícil encontrar edificios que las tengan y si lo hacen, lo exiguo de su superficie y lo defectuoso de su diseño arquitectónico no hace antropométricamente viable desarrollar actividades que complementen a las interiores de la vivienda.
Repensar nuestra casa
Como Arquitecta, traigo a colación esta singular estancia como estímulo para invitar a la reflexión sobre algo tan determinante en nuestra vida como es el espacio que habitamos. No solamente quiero referirme por tanto a balcones y terrazas. Creo firmemente que, una vez superados estos días de hogar en vena, debemos repensar la vivienda que tenemos y cómo diseñarla o adaptarla a nuestras necesidades reales de hoy.
Quizá necesitemos una terraza mayor, o visto el éxito del teletrabajo, una oficina en casa, o un cuarto aislado acústicamente donde gritar o no escuchar. También ahora veamos como indispensable unos dormitorios mas grandes que también sean cuarto de estar/colegio en casa for kids only, o un aseo en la entrada. Tal vez un baño dividido en dos con inodoro y lavamanos por un lado y el resto en otra estancia con luz natural. O reducir número de dormitorios para hacerlos más grandes y así poder tener más espacio intimo.
La cuestión radica en o bien disponer de viviendas más amplias o bien mejor distribuidas con espacios más flexibles con buena ventilación e iluminación natural para no tener que pelear por las zonas comunes, tal y como les está ocurriendo a muchas familias estos días. Las promotoras dicen saber qué es lo que el cliente quiere comprar. Ofrecen una uniformidad tipológica asombrosa, pero nos parece obvio a los arquitectos que después de este encierro muchas personas reclamarán viviendas de otro tipo, más diversas y variadas. Mejor pensadas y proyectadas. Que no sean cajas de zapatos dictadas desde el dinero, si no espacios que albergan vidas diversas, saludables, con luz y aire exteriores.
Siguiendo ejemplo de otros países europeos, desde el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España, se lleva proponiendo desde hace años una Ley de Arquitectura y Calidad del entorno construido que, no solo reclama una buena ejecución material de lo construido, sino también una calidad inmaterial. En palabras de su presidente Lluis Comerón "una vivienda puede estar bien materialmente, pero debe tener espacios suficientes, buena iluminación y orientación..."
El Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana dijo que iniciaría el proyecto este año. Ojalá lo cumpla.