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'Los amigos de Peter': cómo reunir bien a tu gente para comunicar una mala noticia

  • Inspirado en esta vieja película, Gustavo, comunicólogo de 62 años, organizó un viaje a mitad de verano con su grupo de mejores amigos para contarles el nuevo rumbo que ha tomado su vida

  • La ciencia ha demostrado que la amistad es el mejor analgésico en los malos momentos y a largo plazo tan saludable como el ejercicio físico o la alimentación saludable

  • Hablar con todos al mismo tiempo evita el chismorreo, los recelos o el riesgo de descuidar a alguno. Al grupo también le hace sentirse importante

La historia de Gustavo (62 años) tiene mucho parecido con la trama de 'Los amigos de Peter', la película que dirigió y coprotagonizó Kenneth Branagh en 1992. En ella, Peter (Stephen Fry) decide reunir a sus mejores amigos en su mansión con la excusa de pasar juntos la Nochevieja. Entre risas, música y juegos, van saliendo a relucir los problemas de cada uno, las promesas incumplidas y los sueños rotos. La sorpresa mayúscula, el secreto de Peter, llega al final de la fiesta, pero, en lugar de hacer spoiler, recuperamos el relato de Gustavo.

Cómo les digo por lo que estoy pasando

A este veterano comunicólogo, experto en campañas electorales, le vino a la cabeza el viejo título de Branagh cuando, el mes de junio pasado, se planteó cómo explicar a su grupo más cercano el giro que tomaría su vida a partir de verano.

"¿Aprovecho el grupo de WhatsApp y se lo cuento a todos? ¿Mejor en persona? ¿Todos juntos o uno a uno?", se preguntó. Durante una semana no dejó de elucubrar. Casualmente, una mañana le saltó en un diario digital el anuncio de unas casas rurales y echó un vistazo. Le llamó especialmente la atención una casona asturiana escondida entre una enorme vegetación y no muy lejos de los Picos de Europa.

La oferta era buena y la casa parecía muy bien equipada y con excelente conexión. Disponía, además, de parking para varios coches, suficientes habitaciones para los diez o doce amigos de universidad que había pensado invitar, piscina climatizada y un amplísimo jardín. Sin pensarlo demasiado, reservó para los últimos tres días de julio. "Serían suficientes para saludarse, ponerse al día, disfrutar, soltar la bomba (informativa) y digerirla", explica.

Preparar el ambiente, sin dramatismo y con prudencia

Como experto en comunicación, quiso darle a esta situación el punto exacto de prudencia y tranquilidad. El motivo de la reunión era grave, pero nada más lejos de su intención que convertir el encuentro en drama. "Incluso en los momentos más serios me gusta mantener mi carácter jovial y divertido. Gracias a esto, los tres días transcurrieron con alegría, aunque con la suspicacia lógica por parte del grupo al sospechar que algo debía de estar pasando. Mientras unos presumían de hijos graduados, otros lo hacían de músculo después de tres meses de crossfit. Alguno aprovechó los fogones para poner a prueba algunas de las recetas aprendidas por Instagram", sigue relatando.

El que siempre tuvo más fama de cotilla hizo honor a su carácter cogiéndole a Gustavo del brazo en varios momentos para tratar de sonsacarle qué se traía entre manos. Por supuesto, sus labios se mantuvieron sellados hasta el final. La idea era contarlo la noche antes de partir, al finalizar una cena que decidieron que sería especial.

Sonaron las viejas baladas de Scorpions

En esa velada sonaron algunas de las baladas de Scorpions que escuchaban en época de estudiantes universitarios y pidieron la comida a domicilio en uno de los restaurantes del pueblo. "Después de unos meses dispersos y duros para todos, nos sentíamos felices juntos compartiendo abrazos, humor y recuerdos. Cualquier diferencia quedaba redimida". Había logrado la atmósfera idónea que le hizo sentirse suficientemente arropado y rodeado de cariño para armarse de valor y, a punto del brindis, arrancar a hablar.

"No es ningún secreto que Mercedes, mi mujer, empezó a dar muestras de demencia hace un año y hoy su enfermedad está sorprendentemente avanzada, a pesar de sus 63 años. Desde mayo está ingresada en una residencia. Voy a visitarla todos los fines de semana y paso con ella largos ratos. Mis hijos lo han asimilado con madurez y le están dando mucho cariño. El ingreso ha sido una decisión muy dura, pero no tuvimos otra alternativa".

Su demoledora declaración retumbó en sus cabezas, pero trataron de contener la emoción. El grupo se mantuvo despierto, charlando y escuchando buena música hasta el amanecer. Uno de los valores que más poder ha tenido siempre para Gustavo es la amistad. "Es importante contar con ellos y creo que el modo de transmitirles lo que estaba pasando fue acertado. Hacerlo en un entorno relajado y sin distracciones, con todos alrededor, les hizo sentirse importantes en mi vida y al mismo tiempo me ayudó a armarme de valor. Leí una vez que la amistad multiplica por dos las alegrías y divide a la mitad las penas. En mi caso, la pena la distribuí entre once".

El secreto de cuatro décadas de amistad fraternal

Aunque haya sido difícil llegar hasta aquí, la relación que mantiene con cada uno de ellos es fraternal y tanto el tiempo como las circunstancias se lo están demostrando. El círculo supera con creces el cálculo que hicieron investigadores de las universidades Carlos III de Madrid y Oxford al analizar la amistad desde una perspectiva matemática.

Su conclusión es que, generalmente, el número de hombres y mujeres con los que es posible mantener una relación muy estrecha no supera las tres o cinco personas. Sin embargo, el grupo se amplía por encima incluso de diez cuando se rebaja el grado de intimidad y se queda en buena amistad. En su informe, los autores matizan que hay individuos que pueden permitirse el privilegio de mantener una pandilla grande y muy cercana gracias a una elevada capacidad cognitiva.

Gustavo considera que sería falta de modestia incluirse en este grupo favorecido intelectualmente, más bien piensa que el grupo de WhatsApp y la costumbre de reunirse periódicamente todos, a pesar del esfuerzo que implica, fomenta la gestión de la amistad de un modo mucho más efectivo que si se comunicaran o reunieran de forma más personal o en grupos más pequeños. "Evitamos chismorreos, rencillas, celos, descuidos o la posibilidad de dejar a alguno más apartado. Al final, la buena vida se mide por las buenas relaciones y los momentos que pasamos juntos", dice.

La amistad a los 50 garantiza salud a los 80

El viaje le hizo sentirse bien por primera vez en mucho tiempo. Se dio permiso para disfrutar y confirmar que la amistad, y más en los momentos de dolor, es el mejor bálsamo y el más saludable. Sus endorfinas actúan como analgésico y para la salud a largo plazo es tan efectiva como el ejercicio físico o la alimentación saludable. "La gente que a los 50 está más satisfecha con sus relaciones será la más saludable al llegar a los 80", dice el psiquiatra Robert Waldinger citando un estudio sobre la felicidad adulta que lleva funcionando en Harvard desde 1938.

Lo difícil es llegar a esta edad con vínculos tan fuertes en una sociedad en la que al menos una de cada diez personas se siente muy sola y la mitad de la población reconoce en las encuestas que nos estamos volviendo cada vez más solitarios. "El aislamiento sería lo peor que me podría ocurrir ahora", confirma Gustavo. Sus habilidades en la comunicación le están ayudando a sacar partido de ese apoyo emocional. Se avecinan tiempos duros y lo va a necesitar. Tendrá que tomar decisiones y le harán ver las cosas con claridad y desde diferentes perspectivas. A ellos también les reconforta sentirse una parte de la vida de este matrimonio. A las 5,30 h. alzaron sus copas por Mercedes.