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Cómo comunicar bien que se tiene cáncer de mama: "El impacto primero puede ser peor que la enfermedad"

  • María Jesús Rodríguez, paciente oncológica, habla de su experiencia y de cómo le ayudó que le miraran a los ojos y le contaran la verdad

  • La psicooncóloga Olga Albaladejo explica que la forma en que nos comuniquen el diagnóstico condicionará cómo afrontaremos la noticia, el tratamiento, los síntomas secundarios y hasta la recuperación

  • "Lo que pueda venir después y cómo lo vas a afrontar va a depender, en buena parte, de esa comunicación con el equipo médico"

"La simple probabilidad de que puedas tener un cáncer es desconcertante. Cuando la sospecha se confirma, sientes que la vida te ha dado un vuelco. Inevitablemente, ese encontronazo con la enfermedad, inesperado e impensable, te provoca inquietud. De repente, todo a tu alrededor se descoloca. Lo que pueda venir después y cómo lo vas a afrontar va a depender, en buena parte, de esa comunicación con el equipo médico". Así empieza María Jesús Rodríguez Reyero, empresaria madrileña, su testimonio para Uppers de un proceso que empezó en diciembre de 2008, cuando las pruebas confirmaron que padecía un cáncer de mama que no tenía demasiado buen pronóstico y que requeriría un tratamiento muy largo.

Me habría sentido más arropada con la presencia de un psicooncólogo

"Fue determinante que me mirasen a los ojos y me hablasen con claridad. Necesitas la verdad y saber a qué te enfrentas. En mi caso, el equipo médico lo hizo con absoluta profesionalidad, pero quizás sí eché de menos la presencia en ese momento del diagnóstico de un psicooncólogo que me hiciese sentir más arropada y me ayudase emocionalmente", explica.

Han pasado 13 años y María Jesús está curada. Cuando piensa en aquellos instantes sigue pensando que le habría ayudado aún más tener un psicooncólogo a su lado, aunque esa falta la cubrió enseguida con el servicio de acompañamiento al paciente que ofrece la Asociación Española contra el Cáncer de Mama en la que pasó a ser voluntaria. "Fue vital tanto para mí como para mi familia durante todo el proceso porque es una enfermedad que te descoloca por completo y, según sea su evolución, paraliza tu vida anterior, tus rutinas, tu agenda…"

La primera reacción es consternación

El cáncer sigue siendo una enfermedad con gran impacto emocional y psicológico, a pesar de que las mejoras en el cribado, el diagnóstico temprano y los tratamientos han mejorado la esperanza de vida en los pacientes oncológicos. Según el informe 'Las cifras del cáncer en España 2021', elaborado por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), en hombres, la supervivencia llega al 90% en los cánceres de próstata y de testículo y al 86% en el de tiroides. En mujeres, el cáncer de tiroides tiene una supervivencia del 93%, el melanoma cutáneo del 89% y el cáncer de mama del 86%.

Sin embargo, nuestra reacción inicial a la enfermedad sigue siendo consternación. De nuevo, los porcentajes hablan. En el cáncer de mama, el 39% experimenta angustia inespecífica en el momento de recibir la noticia, el 34% ansiedad, el 31% desarrolla estrés postraumático y el 20% depresión. Son datos que ofrece una reciente investigación publicada en 'British Journal of Cancer' después de revisar 39 estudios.

Cómo mitigar ese choque con la nueva realidad

Ante ese paciente al que tienes que hablar, Olga Albaladejo, psicooncóloga, aconseja, antes de nada, algo tan sencillo como pararse. "Romper con la prisa del trabajo y tomarnos unos instantes para respirar, centrarnos y ponernos en los zapatos de la persona a la que probablemente le darás una de las peores noticias de su vida".

Si dice peores, no es por el cáncer, sino "porque la misma palabra ya despierta el peor de los presagios y la conciencia de la posibilidad de la muerte misma. Además, todos conocemos los efectos de muchos de sus tratamientos y, aunque hay personas que pasan por ellos con un estado de salud aceptable y un ánimo positivo, no va a ser en ellas en las que pensemos en ese momento".

Cosas que son importantes a la hora de dar el diagnóstico

Siguiendo con la reflexión sobre lo que es importante a la hora de dar un diagnóstico, Albaladejo marca algunas pautas:

  • Darle a la persona tiempo para asimilarlo, sin prisa.
  • Ponernos a su disposición para aclararle todas las dudas que le surjan, aun sabiendo que lo más probable es que el impacto del momento haga que no retenga nada y haya que volver a clarificar la información.
  • Ofrecer una siguiente consulta para aclarar dudas y dejar que la persona asimile el diagnóstico a su ritmo.
  • Mirar a los ojos, mostrar cercanía y abrir silencios para que la persona tenga tiempo para respirar o para llorar. Escuchar, tanto lo que dice como lo que no dice.
  • No todos necesitamos la misma cantidad de información, ni podemos entender el mismo lenguaje; por eso siempre se debe adaptar el contenido y cómo se dice a un tono que la persona pueda entender, sin tecnicismos, ni paternalismos.
  • Si anticipamos que no vamos a saber dar la noticia del diagnóstico, lo mejor es pedir que nos asesore o nos acompañe un profesional especializado, el psicooncólogo.

Nuestro sistema inmune también lo necesita

Albaladejo está convencida de que la forma en que nos comuniquen el diagnóstico condicionará sin duda cómo afrontaremos la noticia, el tratamiento, los síntomas secundarios y hasta nuestra recuperación. Añade además dos implicaciones más que seguirán siendo relevantes a lo largo de todo el proceso: el efecto placebo (o nocebo) que el médico aporta al tratamiento y el efecto del estrés y las emociones negativas sobre el sistema inmune.

En su opinión, lo peor es cuando el médico informa con prisa, fuerza las decisiones sobre los tratamientos, usa el diagnóstico como pantalla frente al paciente, impone distancia física y emocional o deja que esa persona se marche sintiéndose un diagnóstico o un código de identificación más.