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Ansiedad por volver a ver a tu jefe: psicólogos explican las claves para gestionar la vuelta a la oficina

  • Solo uno de cada diez trabajadores quieren volver de forma presencial a tiempo completo, la mayoría, un 64%, apuestan por modelos híbridos

  • La idea de interactuar a diario con nuestro jefe puede generar un profundo malestar, sobre todo cuando la relación no es demasiado buena

  • Los psicólogos de ifeel explican cómo hacer más llevadero este trámite tras año y medio de teletrabajo

Con el objetivo de llegar a septiembre con un 70% de la población vacunada cumplido, las empresas se plantean este mes como el de la reincorporación a los puestos de trabajo presenciales. Para algunos, se realiza después de año y medio de teletrabajo y se hace cuesta arriba. De acuerdo con un sondeo realizado por la consultora PwC, solo uno de cada diez trabajadores quieren volver de forma presencial a tiempo completo, la mayoría, un 64%, apuestan por modelos híbridos que les permitan compaginar días de oficina con otros en casa. El tráfico, la conciliación, las reuniones eternas y también el volver a ver a compañeros y jefes son algunas de las razones por las que esta vuelta se hace tan complicada. Hablamos con los psicólogos de ifeel para que nos den las claves de cómo gestionar mejor este momento y mejorar la relación con nuestros superiores ahora que tendremos que vernos con ellos cara a cara

Todo depende del tipo de relación

La idea de interactuar a diario con nuestro jefe puede generar un profundo malestar, sobre todo cuando la relación no es demasiado buena. A veces nuestro superior es alguien con quien no congeniamos, pero existe una cierta cordialidad. "En este caso lo que sentiremos será pereza o algo parecido, pero nuestro bienestar no se verá mucho más perjudicado". El problema viene cuando se trata de una persona desagradable o agresiva con quién tenemos patentemente una mala relación. En estos casos nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestras emociones se ponen a trabajar intensamente. "Hay personas a las que la presencia de su jefe les provoca miedo, antipatía, incomodidad o incluso rechazo", nos explican desde ifeel.

Este es el caso de Eduardo de 62 años. Trabaja en una oficina mano a mano con su jefe con el que mantiene muy mala relación. "Durante estos meses de teletrabajo todo ha sido mucho más fácil para mí. Tenía Dolores de cabeza crónicos y desde que no voy a la oficina no he vuelto a experimentar ninguno de forma recurrente. La semana pasada me mandaron un mail explicándome que a mediados de septiembre volveremos a incorporarnos presencialmente a nuestros puestos de trabajo y me he planteado hasta pedir una jubilación anticipada con tal de no volver a compartir espacio con él. Aunque tenemos una relación puramente profesional, pensar en volver me genera muchísima ansiedad".

Asume la situación y no pretendas imposibles

En ocasiones, la mejor forma de cuidar las relaciones es asumir cómo son y conservarlas en el punto en el que están para que no vaya a peor. Este consejo parece muy fácil si tenemos la suerte de dar con un superior que sea agradable y solvente, en cambio se trata de alguien con quien no encajamos es mejor asumir que de donde no hay no se puede sacar. "Es primordial que no intentes cambiar a la gente. Tu jefe tiene sus carencias y algunas de ellas no van a transformarse en virtudes por mucho que te empeñes. Lo último que debes hacer es intentar ser jefe dirigiendo sus actividades o sugiriéndole indirectamente cómo hacer su trabajo".

Aunque aparentemente es algo de sentido común, no debemos buscar amigos o padres en nuestros superiores. "A veces, en función de nuestras necesidades relacionales, buscamos inconscientemente establecer con nuestro jefe una relación de la que esperamos que nos aporte diversión, reciprocidad, protección, guía… Un jefe puede aportarnos todas esas cosas, por supuesto, pero debe hacerlo siempre desde su rol, no desdibujando los afectos y comportándose de manera demasiado desenfadada". Por mucha confianza que tengáis, tu jefe es tu superior y hay que conservar ciertas distancias. Que os llevéis bien no significa que seáis amigos y cada uno tiene su responsabilidad dentro de la relación y si las cosas se tuercen, su papel es el de ponerse serio.

No te dejes intimidar ni intentes impresionarle

Aunque no sean las características de un buen jefe, muchos de ellos suelen ser duros, inaccesibles o imponer mucho su autoridad y conocimientos. También puede que tiendan a demostrar siempre su posición o decir la última palabra sobre algo que has hecho tú en exclusividad, es decir, intentar llevarse la medalla. "Estas situaciones son las más difíciles de gestionar, pero no debemos olvidar que también son personas: se equivocan, enferman, se agobian, dudan… Respetar a tu jefe no es vivir con miedo, sino saber observarle con sus cualidades y sus defectos para que os podáis comunicar de una manera fluida", nos explican desde ifeel.

Si este es tu caso, no te desgastes tratando de impresionarle. Cuando nuestro rendimiento está en entredicho, por alguna razón, solemos apretar el acelerador y demostrar nuestras capacidades, pero eso nos puede llevar al síndrome burn out. "Aunque debemos saber vender bien lo que hacemos, a menudo nuestras capacidades se demuestran por los resultados que vamos produciendo, no hace falta estar cada dos por tres reivindicándonos o intentando generar una impresión intensa en nuestros superiores”.

Comunícate, comunícate y comunícate

En muchas ocasiones se nos olvida que nuestros jefes son personas como nosotros y por eso es importante decirles lo que necesitamos, aunque no siempre es fácil, ya que requiere un gran nivel de confianza entre ambos. "Siempre que puedas, transmite a tu jefe directa o indirectamente qué actitudes funcionan mejor contigo y cuáles, en cambio, hacen que te pongas más nervioso y rindas peor. A veces es tan sencillo como proponerle cuándo es mejor para ti hacer las reuniones semanales o cuánto tiempo necesitas exactamente para realizar una tarea concreta".

La actitud idónea para que la relación funcione y haya confianza es ser sincero, admitir los errores, pedir ayuda y dar la opinión cuando se nos pide de una manera honesta y no hiriente. "En ocasiones, esto nos puede generar miedo porque no queremos que nos perjudique o molestar a nuestro jefe con cuestiones que no son asunto suyo, sin embargo, siempre agradecerán que les involucremos en las cuestiones antes de que se conviertan en una crisis".