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Yoga facial o cómo combatir las arrugas y la tensión derivadas del exceso de pantalla

  • Durante las últimas semanas los hábitos de consumo de pantalla se han disparado. Y esto puede conllevar efectos también sobre rostro y cuello: menos tonicidad y más arrugas. Una experta en yoga facial nos da las claves para combatirlo

La cuarentena por coronavirus ha incorporado muchas novedades a la rutina: viajes iniciáticos en todo tipo de actividades online, concatenación diaria de placeres (no tan) culpables, tiempo en casa, videollamadas, teletrabajo y, en definitiva, mucha pantalla. El uso de los smartphones aumentaba en 38,3% ya a finales de marzo, recogía un estudio de Smartme Analytics, y el de redes sociales un 55%. Y esto pasa factura en la salud y bienestar de diferentes formas (eleva los niveles de cortisol, aumenta el insomnio o propicia problemas de memoria y retención). También actúa sobre aquello que se encuentra en primer término: el rostro.

"Piensa en el gesto y postura que tenemos con el teléfono en mano: agachamos ligeramente el cuello y plegamos la papada", cuenta a Uppers Diana Borbón, directora del centro Facial Yoga Plan. "Los músculos faciales y del cuello existen [más de 40 tenemos en el rostro] y son siempre los grandes olvidados". Ejercitar cara y cuello igual que el resto del cuerpo, de dentro hacia afuera y no al revés (como actúan las cremas o el maquillaje). Esto es lo que propone el yoga o gimnasia facial que se ha atribuido en blogs y entrevistas como parte de sus cuidados de belleza a Madonna, Cindy Crawford, Jennifer Aniston o Sharon Stone. Obviando el listado de tratamientos y productos al que estas celebridades puedan tener acceso paralelamente, la gimnasia para el rostro se presenta como una opción para mantener la piel y musculatura tonificada y combatir las arrugas accesible para todos los públicos.

Empantallados: qué zonas del rostro lo padecen más

"Con la edad se pierde tonificación y disminuye la producción de colágeno, si a eso le sumamos la cantidad de horas que pasamos frente al ordenador o las pantallas sin ningún tipo de actividad muscular, la posibilidad de que aparezcan más arrugas o flacidez se multiplica", explica la instructora. Como apuntaba anteriormente, uno de los efectos más evidentes se da en la zona del cuello y la papada, plegados con la cabeza gacha al sostener el teléfono o al escribir en el ordenador propiciando "flacidez en el tono muscular del esternocleidomastoideo".

La zona orbicular de los labios, el surco nasogeniano, también tiende a relajarse sin implicar la musculatura mientras deslizamos el dedo por la pantalla absortos. "El gesto es como de tristeza, tirando de estos músculos hacia abajo y haciendo la marca más pronunciada", cuenta Diana. "Después vendrían sin duda las patas de gallo, los orbiculares de los ojos reaccionan a la luz potente de la pantalla, como cuando conduces y te da la luz de frente: estás en tensión. Los ojos se protegen subiendo el párpado inferior y esa contracción pliega la zona favoreciendo la aparición de la arruga".

"Y no digamos ya si estás trabajando enfadada o enfadado", bromea. "Ese efecto del rostro como espejo del alma del que hablaban las abuelas es real: los músculos faciales están conectados directamente con el cerebro (si te ríes, los pómulos van hacia arriba, si te enfadas, el entrecejo se cierra por completo)".

Sesiones de yoga facial: cuánto se tarda en notar los efectos

Como toda rutina de ejercicios, las sesiones de yoga facial siguen un orden. Se empieza con un calentamiento de los músculos de la zona superior del cuerpo y de la cara. De ahí, según explica la instructora, se sigue con una serie de ejercicios que se van realizando de abajo (cuello) hasta arriba (frente). Y por último llegan los automasajes, "la parte de mimitos". Con los ritmos imposibles y las prisas instaladas, el cuidado del rostro queda relegado al momento cremas nocturno o a alguna mascarilla a la semana. "No nos tocamos la cara lo suficiente", recalca Diana Bordón. "Nuestras manos tienen mucha energía y no lo aprovechamos. Acudimos a ver a un fisioterapeuta cuando ya no podemos más con la tensión en el masetero a causa del bruxismo o tiramos de producto cuando la arruga ya ha aparecido. Yo animo a que estos masajes, que pueden no durar más de cinco minutos, se hagan a diario antes de irnos a dormir después de lavarnos la cara".

Si se buscan resultado de prevención y de efectos más palpables, la experta recomienda incorporar la rutina completa: "Se debe trabajar todo conjuntamente, como un todo. Hacer ejercicio individualmente en cada zona no es tan efectivo. Si quiero el pompis de Kim Kardashian no puedo subir dos escalones y ya, con el rostro ocurre igual". En las personas de más de 40 años se empiezan a conseguir efectos óptimos en el tono muscular pasados los seis meses, "pero antes ya aparecen efectos como la piel más luminosa, menos ojeras, menos bolsas y más control de los músculos faciales", asegura.

Parar y masajear tres minutos mientras trabajas: el truco de la experta

Igual que echamos mano de una jarra de agua para mantenernos hidratados o nos levantamos con frecuencia para estirar las piernas durante las jornadas de trabajo frente al ordenador, Diana Bordón recomienda incluir a esas pautas de descanso y recomposición tres minutos de automasaje facial con los que oxigenar la cara, activando la circulación de la sangre, y empujando con ese oxígeno las toxinas. "Podemos parar y hacerlos cada tres horas, por ejemplo".

"La clave para potenciar los resultados está en la constancia diaria". Su propuesta: realizar cinco pasadas de cada uno de estos masajes:

· Un masaje japonés efecto lifting desde cuello, nasolabial, pómulos, zona de los ojos y frente.

· Otro para relajar la zona de las patas de gallo.

· Y un tercero para combatir el cansancio ocular y las bolsas, que ayuda a drenar las toxinas de la zona del orbicular y a relajarla para reducir también las patas de gallo.