"Los mayores de 80 años no ingresan en la UCI, en todos lados, desde hace ya mucho tiempo". Son palabras de Francisco Cantalejos, presidente del Sindicato Médico de Granada, en conversación telefónica con la Cadena SER. En opinión del experto, no tiene sentido ingresar a un colectivo con una mortalidad "del 90 %". Si bien aduce que el motivo de la situación se da por falta de camas y personal -el verdadero problema de fondo-, las declaraciones han reabierto una polémica de la que ya se habló a finales del año pasado: ¿Es edadista primar el criterio de edad para el ingreso o no de los pacientes en las Unidades de Cuidados Intensivos? ¿Debe abandonarse a su suerte a aquellos que, por patologías previas o edad avanzada, tienen más posibilidades de no superar una infección por COVID-19?

La guía de aspectos éticos en situaciones de pandemia del Ministerio de Sanidad es clara a este respecto. "Los pacientes de mayor edad, en caso de escasez extrema de recursos asistenciales, deberán ser tratados en las mismas condiciones que el resto de la población, es decir, atendiendo a criterios clínicos de cada caso en particular". Reconoce, al mismo tiempo, que aceptar la discriminación supondría "una minusvaloración de determinadas vidas humanas por la etapa vital en la que se encuentran", algo que choca frontalmente con los fundamentos del Estado de Derecho, según el texto.

La decisión de no trasladar a pacientes mayores de 80 años a las camas UCI, aunque existan patologías previas y la mortalidad sea más alta, contradice el artículo 14 de la Consitución Española: "Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social". Negar la asistencia de este colectivo no está justificado en ningún caso, en tanto que supone una contradicción con el mencionado artículo.

José Antonio López Trigo, expresidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, denunció esta situación en Uppers el pasado mes de noviembre. A través de una carta abierta, las conclusiones del experto quedan cristalinas: "¿Hay que presionar como pretenden hacer los suizos añadiendo la edad como criterio restrictivo? ¿Mantendríamos ese criterio de edad si el paciente fuese El Papa, Amancio Ortega, Mario Vargas Llosa o Jane Fonda? ¿Y por qué no mi tía Luisa, que a sus ochenta y cinco discute con la directora del banco de su situación financiera, o las madres y padres de muchos de mis amigos y de muchos de vosotros?".

Para el experto, es de capital importancia realizar una distinción entre la edad cronológica, la del almanaque y la biológica, que es la que contempla qué podemos y deseamos hacer y qué capacidad tenemos para conseguirlo. Con ello nos aseguramos no cometer "atropellos" contra las personas de edad avanzada. "Si hoy permitimos aplicar actitudes puramente edadistas y discriminactorias, mañana puede que estas actitudes (superado lo edadista) empiecen a incluir otras variables, quizá el color de piel, quizá la discapacidad", reflexiona López Trigo.

A raíz de todo esto, surgen varias preguntas: ¿debería suprimirse el criterio de edad como único factor de decisión a la hora de ingresar a una persona en la UCI? ¿Habría que implementar un criterio personalizado a cada paciente? ¿Cómo debe proceder un centro de salud que no puede hacer frente a la saturación de pacientes, o que no cuenta con el personal o el material suficiente?

López Trigo apunta hacia una dirección complicada si no remediamos este asunto, citando una frase que le dijo un colega intensivista: "Lo peor no sería tener que discernir a quién sí y a quién no dar una cama de UCI. Lo peor sería no poder dar camas a nadie porque no hubiera. Puede que hacia eso vayamos si no ponemos o nos proponen remedio".

francisco cantalejos pte sindicato medico de granada