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Radiografía del fotoprotector: claves para acertar al comprarlo y compuestos peligrosos que no debe tener

  • Renuévalos cada verano y evita alguno de sus componentes más polémicos, como el retinol o la benzofenona-3, sustancias con la capacidad de introducirse en nuestro torrente sanguíneo

Acabas de rescatar de algún rincón del baño el fotoprotector del año pasado. Lo abres, no te fías y piensas que es mejor comprar otro. No es raro. Cada año nos reiteran la importancia de usar fotoprotección para prevenir el daño en la piel. Lo que no nos advierten es que algunos principios activos pueden entrar en el torrente sanguíneo y que la edad importa a la hora de tomar el sol, más aún este año 'pandémico' en el que nos hemos quedado sin primavera y sin el tiempo necesario para que nuestra piel se aclimate a la radiación solar.

Menos eficaz de un año para otro

Intentemos resolver dudas. La primera, sobre la eficacia del producto ya usado. "Una vez abierto, el fotoprotector debe consumirse en la misma temporada", explica el doctor Antonio Ortega, dermatólogo de Clínica Menorca. Como todos los cosméticos, los fotoprotectores pierden propiedades con el tiempo.

La edad es otro factor que tendremos que tener en cuenta. Como sabemos, los niños siempre van a necesitar más protección. La novedad es que a partir de los 45, también hay que prestar atención extra; sobre todo si el 'capital solar', limitado para cada persona, lo hemos gastado en la infancia o juventud. "En verano, la rutina óptima para tomar el sol entre las personas mayores comienza por evitar la exposición al sol entre las 12.00h y las 16.00h. Y evitarlo también con la piel mojada que hace efecto lupa. También hay que utilizar fotoprotectores solares con un SPF mínimo de 30, preferiblemente SPF 50+ y aplicar media hora antes de la exposición solar y después cada dos horas. Extenderlo con generosidad, de manera uniforme, sin olvidar las orejas, la nariz, el dorso de las manos y los pies”, señala el doctor Ortega.

No lo compres en la tienda de la playa

Para este dermatólogo, el ambiente importa a la hora de tomar el sol. "Hay que tener en cuenta que ni las nubes ni los cristales frenan la radiación solar, y, además, debemos tener cuidado con las superficies reflectantes como nieve, agua, arena, hierba o asfalto", advierte.

El doctor explica la importancia del tiempo de exposición solar, con un máximo de dos horas al día: "hay que exponer la piel al sol progresivamente para evitar quemaduras, desde diez minutos, con un incremento diario de otros diez minutos y hasta un máximo de dos horas. No se incrementa el tiempo de exposición por utilizar fotoprotector". En la ecuación para el bronceado perfecto entra también el lugar donde compramos el bronceador porque si el tiempo es importante, el lugar de venta del producto, también. "Las condiciones ambientales, fundamentalmente la luz y el calor, pueden alterar el producto. Hay que evitar adquirir productos sometidos a condiciones ambientales extremas, por ejemplo, los que están expuestos a la intemperie". Si estás pensando en el típico expositor lleno de bronceadores de algunas tiendas a pie de playa, estás en lo correcto. Mejor no lo compres ahí.

Efectos secundarios: posibles interacciones hormonales

Los dermatólogos no se ponen de acuerdo sobre los daños que pueden causar algunos principios activos de los fotoprotectores en la piel. Pero, aún sin evidencias concluyentes, las marcas prefieren avisar a sus consumidores sobre la presencia de algunos de ellos en las composiciones de sus cremas. Es el caso de la oxibenzona o benzofenona-3, el 4MBC (4-metilbencilideno alcanfor), el OS-PABA (octiidimetil-paraminobenzoato) o el retinol, compuestos muy utilizados en filtros solares y otros cosméticos que tienen la capacidad de penetrar la piel e introducirse en el torrente sanguíneo. Algunos estudios, como el publicado en la revista científica Environmental Science & Technology, muestran, por ejemplo, que existe una relación entre las concentraciones altas de oxibenzona en el organismo y un mayor riesgo de endometriosis.

Otro reciente trabajo, realizado por la Agencia Americana del Medicamento (FDA), cuyo objetivo era comprobar si los ingredientes activos de los productos para el sol se absorben en el torrente sanguíneo, demostró que las concentraciones en plasma encontradas excedían el umbral establecido por la FDA para este tipo de productos, que es de 0,5 ng/ml (nanogramos por mililitro). El estudio advierte que en ningún caso se desaconseja el uso de fotoprotección, pero sí insta a analizar el efecto clínico de estas sustancias en sangre. Los fotoprotectores son productos de venta libre muy consumidos. Y los expertos coinciden en que incluso un bajo porcentaje de absorción podría impactar en la salud. Los efectos más conocidos y debatidos son su posible acción como disrruptores endocrinos, interfiriendo con las funciones de las hormonas sexuales.

El mejor bronceado, a la sombra

En cualquier caso, resulta imprescindible no bajar la guardia y mantener la protección frente a los rayos solares, aunque las cremas bronceadoras no son el principal recurso. Los dermatólogos insisten en que los fotoprotectores tópicos son la guinda del pastel, pero no el pastel. "Además del uso de protectores solares, es fundamental utilizar barreras físicas como gorras, sombreros, sombrillas, gafas de sol y ropas de colores claros que nos cubran", explica Antonio Ortega. Lo más efectivo es ponerse a la sombra y protegerse con la propia indumentaria. Si lo hiciéramos así, utilizaríamos mucho menos producto y la exposición, por tanto, sería menor.

También disminuiríamos la posibilidad de desarrollar manchas solares, una afección que suele darse más en pieles maduras. Las manchas y otras lesiones requieren cuidados exhaustivos y rápidos. "En el caso de manchas, hay que utilizar pantalla total. Y ante cualquier lesión cutánea, por ejemplo si aumenta de tamaño o cambia de color o forma; si pica o duele o si sangra, hay que evitar la exposición solar y acudir a un dermatólogo", afirma Ortega.