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Ictus cerebral: cómo identificarlo a tiempo para salvar la vida

  • Tabaco, obesidad, sedentarismo y un estilo de vida poco saludable son las variables que pueden desencadenar un ictus. Si sucede a tu alrededor, es vital que actúes con rapidez

Detectarlo a tiempo puede significar la diferencia no solo entre la vida y la muerte, sino en sufrir unas secuelas incapacitantes de por vida o superarlas. ¿Qué es el ictus? Se produce cuando el cerebro no recibe sangre por la obstrucción de una arteria o por la rotura de un vaso sanguíneo. El ictus es la primera causa de mortalidad en mujeres y la segunda en hombres en España. Según datos de la Sociedad Española de Neurología, esta enfermedad afecta cada año a alrededor de 120.000 personas en España. También es la principal causa de dependencia en adultos. Te contamos cómo detectar un ictus y proceder ante la mínima sospecha de accidente cerebrovascular. Primero, los síntomas:

1. No puedes sonreír

Perder la sensibilidad en uno de los dos lados de la cara es un síntoma habitual. Es la misma sensación de cuando en el dentista te anestesian una parte del rostro. La consecuencia de esta pérdida de sensibilidad es que al intentar sonreír la mitad de la cara se quede inmóvil. Otros síntomas asociados son hormigueo en el rostro, el brazo o la pierna del lado afectado.

2. No puedes repetir una frase, no logras articular una palabra y te falla la memoria

La interrupción del flujo sanguíneo hacia el cerebro provoca que el paciente se quede sin hablar, no consiga pronunciar las palabras que quiere o diga conceptos inconexos. Para confirmar si se trata de un ictus, podemos pedirle que pronuncie una frase sencilla. Una pérdida repentina de memoria también debe ponernos en guardia. Si no se trata de algo relacionado con la edad, sino una pérdida acompañada de confusión general, es que el ictus sigue su curso.

3. No puedes coordinar los movimientos de tu cuerpo

El ictus puede provocar sensación de debilidad muscular, sobre todo en la parte del cuerpo más afectada, y, sobre todo, pérdida de coordinación en los movimientos del paciente. Normalmente, alguien que sufre este accidente no puede levantar los brazos o tocarse la nariz o cualquier parte del rostro. Esta es una de las pruebas diagnósticas más claras.

4. Te sientes mareado y con náuseas

Además de la falta de coordinación, otros síntomas frecuentes son sentir mareos y náuseas, así como vértigos o dificultades para caminar a causa de la debilidad muscular y de la propia sensación de inestabilidad.

5. No ves bien y el oído, gusto y olfato están dañados

El paciente de ictus puede tener visión borrosa o doble o incluso puede perder la visión de uno o ambos ojos durante unos minutos. Este síntoma también puede darse en un episodio de hipertensión o durante el aura de las migrañas. En cualquier caso, ante la pérdida de visión siempre hay que acudir a las urgencias hospitalarias. También puede ocurrir que los sentidos del oído, gusto y olfato estén opacados. Si este síntoma confluye con el anterior, no hay duda de que estás ante un ictus.

6. De repente tienes el peor dolor de cabeza de tu vida

Ante la falta de oxígeno, es probable que el cerebro, intoxicado, reaccione desencadenando de repente un fortísimo dolor de cabeza. Si solo ocurre eso, o el afectado sufre cefaleas, quizá es un simple episodio de jaqueca. Sin embargo, si este dolor va asociado a otros síntomas (descoordinación, debilidad, mareos), hay que llamar rápido al 112.

‘Código Ictus’: las cuatro primeras horas son clave

Ante cualquiera de estas señales, hay que llamar al 112 y describir los síntomas. De esta manera se activará el ‘Código Ictus’ y un equipo sanitario trasladará al enfermo rápidamente a una unidad especializada donde medicarán al enfermo y evaluarán los daños. El tiempo de reacción entre que se produce el accidente y la intervención médica es fundamental para que las secuelas más importantes, como la pérdida de movilidad o del habla, se minimicen o incluso se reviertan. Según datos de la Sociedad Española de Neurología, la intervención temprana salva 6.000 vidas al año.

Para que entendamos la importancia del tiempo de intervención, si el paciente llega al hospital antes de cuatro horas de sentir los primeros síntomas, es posible que no queden secuelas. Si lo hace pasadas estas cuatro horas, el daño cerebral puede ser grave y no reaccionar ante los fármacos; pero podría hacerse un cateterismo con el fin de disolver el trombo que ha provocado el ictus. A partir de las ocho horas, el daño cerebral puede ser irreversible.

Después de llamar a los servicios médicos, hay algunas pautas que puedes seguir para mejorar la espera. Es fundamental acomodar al enfermo aflojándole la ropa y despejando su espacio para que respire mejor. Lo ideal es que esté cómodo, ya sea tumbado o incluso en el suelo para evitar caídas. La posición perfecta es acostado de medio lado; si es posible, con una almohada para evitar que si hay un vómito lo aspire. A este respecto, es también importante que no le des ningún tipo de líquido o alimentos para que no pueda atragantarse ni tenga ningún problema respiratorio. Recuerda que sus funciones cerebrales pueden estar mermadas y que actividades básicas como comer o beber pueden complicarse. Por último, si estás solo con el enfermo, esta es la secuencia correcta: primero acomódale y luego llama al 112.

Edad, sexo, sedentarismo… factores de riesgo

El ictus puede tener como factor desencadenante enfermedades como la arterioesclerosis, la fibrilación auricular y la hipertensión, así como alteraciones en el corazón, traumatismos, trombosis venosa cerebral o rotura de vasos sanguíneos anormales.

Además, existen otros factores de riesgo. Estos son los más importantes:

  • Edad. La incidencia mayor del ictus se daba a partir de los 55 años. Pero, ahora, con la adopción de métodos poco saludables, como el tabaco, las grasas en la dieta o el sedentarismo, el rango de edad ha bajado hasta los 35 años.
  • Sexo. Las mujeres son más proclives a padecer ictus. Es la primera causa de muerte en este grupo, incluso por encima del cáncer de mama. Es aún más frecuente después de la menopausia, cuando las mujeres están menos protegidas por las hormonas femeninas. Además, son más propensas a la hipertensión y a algunas cardiopatías.
  • Tomar anticonceptivos orales. Incrementa el riesgo un 2,5% y crece exponencialmente si se asocia al siguiente factor.
  • Tabaco. Es el principal agente de riesgo. El tabaco hace que se acumulen sustancias grasas en la carótida, impidiendo que la sangre llegue bien al cerebro, además de disminuir la cantidad de oxígeno. La buena noticia es que si se deja el tabaco, el cerebro se recupera.
  • Migrañas. Las personas con migraña con aura, especialmente las mujeres, tienen más probabilidades de padecer un ictus.
  • Ronquidos. Los pacientes de apnea del sueño tienen un riesgo 2,5% mayor que el resto de padecer un ictus isquémico. A veces basta con adelgazar para eliminar el riesgo.
  • Sedentarismo. El deporte ayuda a prevenir la arterioesclerosis y al sobrepeso, siguiente factor de riesgo importante.
  • Obesidad. La obesidad abdominal aumenta el riesgo de ictus, sobre todo entre las mujeres.
  • Diabetes. Cuando el azúcar en sangre es elevado, se dañan los vasos sanguíneos del cerebro (y del resto del cuerpo). Además si se sufre el ictus con la glucosa alta, los daños suelen ser mayores.
  • Tensión alta. La hipertensión puede ser la causa tanto de hemorragias cerebrales como de la arterioesclerosis que genera trombos. Mantenerla a raya es vital.
  • Colesterol alto. El colesterol que se queda pegado a las arterias (arterioesclerosis) y eso hace que exista mayor riesgo de trombos.
  • Antecedentes familiares. Si algún familiar ha padecido ictus, el riesgo de tener un accidente cardiovascular crece. En el caso del padre, el riesgo es del 2,4% y si es de la madre, del 1,4%.

Estilo de vida contra el ictus

Los expertos afirman que introduciendo algunos cambios en el estilo de vida es posible reducir la probabilidad de padecer un ictus hasta en un 80%. Estos son los cambios más efectivos:

  • Comer cereales de grano entero. Se trata de una pauta especialmente útil entre las mujeres.
  • Incluir vegetales en la dieta. Tomar cinco raciones de fruta y verdura protege las arterias de su deterioro gracias a sus antioxidantes. Brécol, coliflor, nabo y berro, todas las verduras de hoja verde y las frutas cítricas son las más beneficiosas.
  • Tomar café y té. Beber una taza de café al día y dos de té reduce en un 32% la probabilidad de hemorragia cerebral porque impide la formación de coágulos.

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