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Mascarillas made in Spain: los diferentes tipos que han creado universidades y el CSIC para hacer frente al virus

  • Llevamos más de un año utilizando la mascarilla, pero muchas de ellas han sido creadas o fabricadas en España

  • Desde los que se han lanzado a su confección, a investigadores de una universidad valenciana que han querido aumentar su eficacia con filtros inteligentes

  • En los próximos meses se espera que llegue una mascarilla FFP2 biodegradable creada por el CSIC

Con el fin del estado de alarma muchas restricciones caen, pero hay una medida que nos sigue y seguirá acompañando: el uso de la mascarilla. Pese al avance en el proceso de vacunación tanto la mascarilla como la distancia social o el uso de gel hidroalcohólico siguen siendo clave debido a que aún no se ha alcanzado la inmunidad de grupo. Ante la demanda de mascarillas muchos investigadores españoles se han puesto a trabajar en el último año para conseguir la mejor mascarilla

Confección española

Entre las mascarillas españolas, las de Safe Iberia. Se fundó en abril y comenzó a comercializar sus mascarillas quirúrgicas en verano. Las mascarillas tricapa IIR de la compañía son de las más seguras, pues cuentan con tres certificaciones de calidad al conseguir rozar el 100% de filtrado de gérmenes (un 99'93%). Todo ello gracias, en gran medida, a un filtro TNT que no solo protege, también permite mantener una respiración correcta. Cada mascarilla quirúrgica presenta una duración de unas cuatro horas, mientras que las FFP2 pueden alcanzar las ocho horas de duración.

Algo parecido es el caso de Mascarillas Alcalá, una empresa que fabrica unas tres millones de mascarillas al mes, tanto quirúrgicas como FF2, con la peculiaridad de que también lo hace con el tipo IIR, es decir, mascarillas capaces de ser resistentes a diferentes tipos de salpicaduras. Todas cumpliendo con la normativa exigida, desarrollan mascarillas tanto para adultos como para niños.

Inmasc es una empresa navarra que fabrica tanto mascarillas quirúrgicas como FFP2 con gran calidad y siempre con las certificaciones necesarias no solo para su venta, también para la protección de sus usuarios ante el virus. También han apostado por las mascarillas quirúrgicas IIR en formato infantil, al igual que la de los adultos, con una capacidad de filtración superior al 99%.

El CSIC, clave en la innovación

Otros investigadores también se han sumado a la creación de mascarillas, como los profesionales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Durante estos meses han creado diferentes tipos de mascarillas que se agotaban con rapidez. Una de las últimas fue una con una capa de nanofibras que permitía aumentar su tiempo de uso hasta 16 horas. Además, presenta un filtro viricida que "inactiva el coronavirus al 96'41% después de dos horas de contacto" y también en un 99'9% de las bacterias tres horas después del contacto. Es más, poseen un clip nasal interno para un mejor ajuste y diferentes tallas para conseguir la adecuada dependiendo de la forma o tamaño de cada rostro.

No obstante, se espera que en verano pongan en el mercado una mascarilla FFP2 biodegradable con tela de nanofibras y formada por compuestos derivados del maíz. Uno de los puntos más interesantes es que su vida útil pasaría a ser de unas 48 horas, por el momento hay que esperar, pues se encuentran a la espera de la luz verde de los certificados necesarios. Eso sí, para los impacientes, ya existe la mascarilla higiénica biodegradable que comercializa Proveil.

¿Filtro inteligente?

Entre los últimos en lanzar su propia mascarilla está la Universidad Católica de Valencia (UCV), las FFPCOVID MASK que según han contado en su presentación son capaces de inactivar la covid-19 y otro tipo de virus como la gripe en un minuto. Tal y como han expuesto, han podido desarrollar un filtro inteligente con capacidad de inactivación que supone un gran paso para la protección, pues las mascarillas actuales "no tienen capacidad antimicrobiana, y solo impiden que el virus llegue a la vías respiratorias", han explicado los creadores.

Por ello, los investigadores se propusieron fabricar una mascarilla que fuese capaz de destruir el virus una vez entrase en contacto con el tejido del tapabocas. De esta manera, ha apuntado que puede proteger tanto a las personas sanas de no infectarse como a las contagiadas porque no emiten tantos virus activos como otras.