Logo de Cuidarte

Cuidarte

¿Nos estamos pasando de optimistas con la pandemia?

  • La avalancha de noticias positivas en el contexto pandémico de nuestro país parchea una peligrosa realidad

  • La inmunización debe ser global para garantizar que no se aparezcan nuevas variantes en zonas sin vacunar, que podrían doblegar la eficacia de los sueros

  • "La pandemia está lejos de haber terminado", alertó esta semana el doctor Tedros Adhanom, director general de la OMS

Es difícil no caer en el entusiasmo coronavírico ante el aluvión de noticias positivas relacionadas con la pandemia en los últimos días. Estamos al borde de superar las 23.000.000 de dosis inoculadas y ya hay 7.469.173 personas con la pauta completa contra la COVID-19, según datos del ministerio de Sanidad actualizados al 20 de mayo. La Incidencia Acumulada de España ha descendido hasta los 147 casos por cada 100.00 habitantes, pasando de riesgo alto a riesgo medio. El pasado 18 de mayo se dio la cifra más baja de contagios diarios (6.418) desde el pasado mes de agosto de 2020. Y hace unos días, Fernando Simón abría la puerta a la reducción del uso de mascarillas en exteriores, pese a supeditar la decisión a que "los riesgos" vayan bajando.

Optimismo peligroso

Es un hecho que la vacunación masiva está dando sus frutos en países como Israel o Estados Unidos y que la situación epidemiológica en nuestro país es significativamente mejor que la de hace unos meses. Ello ha desencadenado un optimismo generalizado en una sociedad ciertamente afectada por la llamada 'fatiga pandémica', que ya afecta al 60 % de la población mundial, según datos de la Organización Mundial de la Salud. La duda ahora es si esa positividad extendida no será también exacerbada y, por tanto, peligrosa, teniendo en cuenta las advertencias que vienen llegando de esferas influyentes en el ámbito de la salud pública global.

¿Qué dice la OMS del fin de la pandemia?

La propia OMS no se ha cansado de repetir, durante los últimos meses, que la situación a nivel internacional dista de estar bajo control. Hace unos días, el propio Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, aseguró que es más necesario que nunca continuar siendo prudentes porque la pandemia de coronavirus "está lejos de haber terminado", a través de un comunicado de prensa. Adhanom se ha esmerado en intentar hacer entender que hasta que toda la población llegue a niveles altos de inmunización, el mundo no estará a salvo de la COVID-19.

Desigualdad en el acceso a las vacunas

Y ese objetivo va para largo, teniendo en cuenta la desigualdad en el acceso a las vacunas y la lentitud, al menos hasta ahora, del llamado "principio de solidaridad", por el que los países ricos deberían garantizar el acceso a las vacunas de los más pobres. "Los fuertes contrastes siguen socavando los progresos, y la desigualdad en materia de vacunas es uno de los problemas más urgentes, lo que supone una amenaza para el fin de la pandemia y la recuperación mundial", alertó Adhanom. Según el director general de la OMS, más del 75 % del conjunto de las dosis de vacunas se han administrado en "solo" diez países.

¿Cómo hacer posible la llegada abundante de vacunas a los países más pobres? El director general de la OMS propone paralizar la vacunación de los adolescentes en los países con altos niveles de inmunización para donar las dosis a los países que más lo necesitan. Lo reclamó con carácter urgente, ya que en sus propias palabras, algunos estados ni siquiera han logrado inmunizar al conjunto de los profesionales sanitarios, como es el caso de gran parte del continente africano.

¿Qué pasa si no se vacunan todos los países?

La inmunización global ha de ser el horizonte al que hay que llegar lo antes posible. El peligro de dejar grupos de población sin vacunar no solo es peligroso a nivel local, sino también a escala global. Así lo explicaba Anna Mouser, responsable de políticas y promoción de vacunas de Wellcome Trust, una organización sin ánimo de lucro dedicada a la investigación biomédica, en una entrevista concedida a BBC Mundo.

Mouser alertaba de que no podemos dejar de vacunar a toda la población "porque eso le permitiría al virus continuar propagándose sin control en otras partes del mundo. (...) Cuanto más tiempo permitamos que el virus se mueva libremente entre la población, en cualquier lugar del mundo, mayor es el riesgo de mutaciones. (...) Para que todos estemos protegidos, la vacunación realmente tiene que ser global", zanjaba la experta.

Pero lo cierto es que, al menos hasta el momento, la inmunización general global parece todavía una utopía lejana. En África, con datos actualizados al 19 de mayo según el portal Our World in Data (que cuenta con el respaldo de la Universidad de Oxford), solo Marruecos alcanza niveles de vacunación comparables a los países occidentales, con el 12,7 % de personas con la pauta completa. El resto del panorama es ciertamente desolador: Zimbaue al 1,6 %, Sudáfrica al 0,9 %, Níger y Mali con menos del 0,1 %... Y una larga lista de países como Ghana, Nigeria, Chad, Togo, Benín, Botsuana, Uganda, Kenya, Etiopía o la República Democrática del Congo sin datos concretos.

La ecuación es sencilla: si los países más pobres no acceden a las dosis, no se inmunizarán. Si no se inmunizan, se dará un caldo de cultivo propicio para nuevas variantes hasta ahora desconocidas. Y si hay variantes libres que doblegan la eficacia de las vacunas, nadie estará a salvo del virus. Y vuelta a empezar. Quizá sea importante relativizar el júbilo local y ponerlo en perspectiva a nivel internacional, porque de esta saldremos todos juntos o ninguno.