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¿Por qué el sedentarismo acelera considerablemente el envejecimiento?

  • Estudios diferentes demuestran que con el sedentarismo no coincide la edad biológica y la celular

  • El sedentarismo provoca el aceleramiento del envejecimiento celular

  • La práctica de ejercicio fortalece el sistema inmunológico y nos protege de las enfermedades que llegan al cumplir años

A falta de una pócima mágica que nos mantenga jóvenes para toda la eternidad los profesionales sanitarios nos recetan las “píldoras” para envejecer guapos y de forma saludable. En Uppers vamos a explicarte cómo la guerra contra el sedentarismo es una de ellas y algunos de los estudios que demuestran cómo envejece una persona sedentaria. Tras la pandemia, aquellos que quedaron atrapados en el sillón de su casa comprobaron de primera mano qué es el envejecimiento por sedentarismo.

Efectos de la actividad física en el sistema inmunológico

En Reino Unido, en el Instituto de Inflamación y Envejecimiento de la Universidad de Birmingham, su directora Janet Lord junto a un equipo de investigadores llegaron a cabo un estudio que analizó los efectos de la actividad física intensa sobre el sistema inmunológico. Entre las conclusiones, el equipo afirmó que el sedentarismo provoca que las células envejezcan de forma acelerada. Según los datos que recopilaron, las células de las mujeres mayores que hacían poco ejercicio y permanecían muchas horas sentadas mostraban una edad biológica hasta ocho años superior a lo que les correspondería por su edad cronológica.

Janet Lord comparaba los efectos del tabaco en cuanto al deterioro del organismo con las consecuencias que genera la inactividad y principalmente en cómo envejece el sistema inmunitario.

Al contrario, en las personas activas que habían hecho ejercicio desde su juventud y lo mantenían en la tercera edad los resultados eran totalmente diferentes. En ellas, hasta se ralentizaba el proceso de envejecimiento. En concreto, este grupo de personas mostraban altos niveles de células T, que son parte del sistema inmunitario o de defensa del cuerpo y se forman a partir de células madre en la médula ósea. Estos linfocitos ayudan a protegernos de las infecciones e incluso a combatir el cáncer porque matan patógenos o células infectadas. No obstante, con la edad este tipo de células disminuye y nos quedamos más expuestos.

En el grupo de personas que practicaba ejercicio de forma habitual, el timo, el órgano linfoide primario donde maduran las células T y donde el cuerpo se adapta a los invasores externos, no se había reducido apenas y es un órgano que empieza a encogerse a partir de los 20 años.

Sedentarismo y envejecimiento celular

A su vez, en Estados Unidos, Aladdin Shadyab llevó a cabo un estudio del envejecimiento celular junto a un equipo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego. Llegaron a la conclusión de que las mujeres longevas que durante la semana estaban muchas horas sentadas y no compensaban esa inactividad con ejercicio experimentaban un envejecimiento más rápido de sus células. Por tanto, también afirmaron que en muchos casos la edad cronológica no coincide con la edad biológica. El estudio contó con la participación de unas 1.500 mujeres de entre 64 y 95 años que cumplimentaron distintos cuestionarios sobre su actividad física y llevaron un dispositivo que registraba sus movimientos.

Tras analizar los datos, en este caso, el equipo norteamericano se centró en los telómeros, las regiones de ADN que se encuentran en los extremos de los cromosomas. Dichos telómeros protegen a los cromosomas frente a la degradación y son responsables del mantenimiento de la juventud de las células. Sin embargo, cada vez que una célula se divide, los telómeros se acortan, un proceso que sucede durante el envejecimiento natural. A su vez, cuanto menor es la longitud del telómero, disminuye la capacidad de la célula para dividirse.

En las mujeres que informaron de que permanecían sentadas durante más de 10 horas diarias y apenas practicaban ejercicio, los telómeros eran notablemente más cortos que los de aquellas físicamente activas. Sus células tenían de media hasta ocho años más que lo que correspondería a su edad cronológica. Envejecen de forma más rápida con un estilo de vida sedentario.

Por tanto, existe una relación directa entre la longitud de los telómeros y las enfermedades asociadas a la edad (las cardiovasculares, el cáncer, la obesidad o la diabetes tipo 2) y a una mayor mortalidad.

Los expertos aseguran que ese sedentarismo en determinadas horas del día por trabajo, por ejemplo, cualquiera que sea la edad, se puede compensar con la práctica de ejercicio diario, de unos 30 minutos por lo menos, para evitar el envejecimiento prematuro. Está demostrado que el sedentarismo total nos empuja a la vejez en condiciones más adversas y con una peor calidad de vida.