Los puntos rojos o puntos rubí son, en general, dilataciones de pequeños capilares. Una especie de varices, pero perpendiculares a la piel. Tienen un importante componente hereditario, de ahí que también se denominen angiomas capilares adquiridos. Son conocidos por angiomas seniles, angiomas en cereza, angiomas capilares o puntos de Campbell–De Morgan, pero lo más frecuente es que los denominemos puntos Rubí y aparecen con frecuencia a partir de los 40 o 45 años.
“Es un detalle de envejecimiento cutáneo no relacionado con el sol y que tiene un componente familiar clarísimo”, señala el doctor Ramón Grimalt, dermatólogo y profesor de esta especialidad en la Universidad de Barcelona. Así, si el padre o la madre presentan muchos puntos rojos, es muy posible que los hijos también los tengan cuando alcancen la cuarentena.
Pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, pero son más frecuentes en el tronco y en las extremidades superiores. Suelen ser de pequeño tamaño (uno o 2 milímetros) pero hay algunos más grandes, de incluso de hasta siete o más milímetros.
No suelen desaparecer, salvo aquellos que salen con el embarazo, debido a cambios hormonales. De hecho, las personas mayores de 60 años suelen tener de 50 a 100 puntos rubí en el tronco. No constituyen un problema de salud, por lo que no necesitas ir al médico, como regla general, salvo en las ocasiones en que sean muy grandes, por el riesgo de sangrado, o bien originen algún tipo de molestia.
Se sabe que influyen en su aparición factores hormonales, pero no existe una causa específica definida. Lo que está claro es que no proceden de ninguna infección, ni se contagian. Es decir, se trata de manifestaciones que surgen en pieles sanas. Las lesiones o punto rubí eliminadas completamente no reaparecen. Sin embargo, el tratamiento no evita la aparición de nuevos puntos rubí, si la persona afectada está predispuesta a desarrollarlos.
Aunque su aparición, en principio, no tiene conexión con el sol, si tienes la piel muy blanca o te aparecen en el rostro, quizá la exposición al sol sin protección, o con protección inadecuada, pueda ser relevante, pues aumenta la elastosis cutánea y se acelera el envejecimiento de nuestra piel: fotenvejecimiento.
No es una lesión que haya que tratar, no obstante, se recomienda extraerla cuando existan dudas en el diagnóstico, si sangran con frecuencia o si el paciente está incómodo con su apariencia estética.
Existen varios tratamientos disponibles para retirar los puntos de rubi o suprimir los puntos rojos. Los principales son:
El mejor método para la eliminación de los puntos de rubí son los láseres vasculares, en opinión de la mayoría de expertos, como el PDL o el KTP, que permiten, además, quitar muchos en una misma sesión, garantizando que no queden marcas ni cicatrices asociadas al tratamiento y que no vuelvan a salir. Pueden tratarse también mediante electrocoagulación. Ambos son métodos rápidos y sencillos, métodos naturales para quitar los puntos de rubí, con los que el paciente se incorpora de forma inmediata a su rutina diaria, eliminando para siempre, los puntos de rubí.