Guerra en Ucrania: así ha cambiado cómo cubren los medios los conflictos desde la antigua URSS
¿Tienen los medios corresponsales por todo el mundo como antes? ¿Funcionan con enviados especiales? ¿Qué papel juegan las redes? ¿En qué afectan estos cambios estructurales a nuestra percepción de las guerras?
Las redes sociales y los influencers han modificado por completo el modo de informar sobre el conflicto. Es urgente saber distinguir quién desinforma y quién ofrece crónicas puntuales y con rigor y veracidad
La periodista Olga Merino, que cubrió la desintegración de la antigua URSS, nos relata cómo era trabajar sin internet y sin teléfonos móviles
Vladimir Putin ha ordenado atacar Ucrania y ya se han iniciado los bombardeos cerca de Kiev y varias ciudades más. El presidente ruso envía una amenaza a Occidente y avanza que cualquier interferencia en la operación militar tendrá consecuencias como nunca se han visto. "En lo que respecta a la esfera militar, la Rusia moderna es una de las potencias nucleares más fuertes ahora, incluso después de la desintegración de la URSS y la pérdida de una parte considerable del potencial nuclear. Además, tiene ciertas ventajas en la línea de las armas de última generación". La situación ha hecho que el mundo entero esté pendiente de lo que ocurre en el este de Ucrania. Todos queremos saber. Pero, ¿cómo se informa?
¿Lo que nos llega es veraz?
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Estamos en la era de las redes sociales y a partir de este momento asistiremos a la difusión masiva de informaciones, unas ciertas y otras no tanto, y todo tipo de teorías, entre las que no falta la conspiración. La libertad informativa es extraordinaria, pero ¿sabemos filtrar la información?
Tenemos, por una parte, la Prensa nacional e internacional, las radios y televisiones de todo el mundo ofreciendo la crónica al instante y análisis muy esclarecedores. Desde diferentes puntos estratégicos, sus corresponsales han empezado a relatar en directo esos primeros ataques, la búsqueda de refugio de la población para ponerse a salvo o el colapso en autopistas y gasolineras de la gente en su intento desesperado de huir. Son 24 horas de trabajo y de relatos con testimonios, a menudo desde las mismas trincheras, en primera persona, que se completan con gráficos, cronologías y datos que se van actualizando en tiempo real.
Corresponsales en primera línea
María Sahuquillo, corresponsal en Moscú para El País, anunciaba a las 6,00 de la mañana, la operación militar en el Donbás y el mensaje a la nación de Putin: "Rusia luchará por la desmilitarización y desnacificación de Ucrania y juzgará a aquellos que cometieron crímenes contra los ciudadanos pacíficos". Pocas horas después, describía el ánimo en la calle: "Colas en gasolineras, cajeros automáticos y supermercados en Sloviansk, en el Donbás, donde esta mañana se han escuchado varias explosiones. Yo me he cruzado con un tanque ucraniano. La gente está nerviosa, pero no hay pánico". Idéntica semblanza ofrecía la corresponsal en Kiev de Informativos Telecinco, Sol Macaluso, atrapada a primera hora de la mañana en una cola en mitad de la carretera.
La memoria nos lleva a los últimos años del siglo XX, con la disolución de la Unión Soviética el 26 de diciembre en 1991. Allí se encontraba la periodista Olga Merino, autora de 'Cinco inviernos', que fue corresponsal en Moscú durante los cinco años decisivos para la antigua URSS. Ahora observa el conflicto desde la distancia, pero con el corazón aún más encogido, si cabe.
"Han pasado ya casi tres décadas y la cobertura periodística de la guerra ha dado un vuelco absoluto", recuerda desde Barcelona. Ahora cuesta imaginarlo, pero entonces se trabaja sin móviles y sin internet. "Tenía 27 años y mucha energía. No existían los medios con los que trabajamos ahora y para enviar una crónica había que pagar a las grandes agencias, como Reuters, para que te diesen cobertura telefónica. Desplazarte en coche exigía el desembolso previo de cantidades de dinero inimaginables".
Influencers, youtubers y tuiteros
Pero la crónica de Merino llegaba. Puntual, veraz y valiente. Desde entonces, asiste perpleja al ocaso del periodismo clásico por una nueva amenaza: "La era de la posverdad coincide con la precarización del periodismo".
El mundo informativo ha cambiado y también la manera de construir nuestra opinión con la presencia abrumadora de Facebook, Twitter o YouTube. "Está muy bien -aclara- que se haya democratizado la información con las redes sociales y otros medios, pero no se puede descuidar la calidad de lo que nos llega. Es necesario diferenciar entre un trabajo profesional, una corresponsalía periodística, una crónica enviada desde alguien que narra qué está ocurriendo en la primera línea del flujo de cosas que se publican en redes sin contrastar y sin ningún tipo de rigor".
Su preocupación es la misma de la mayoría de los periodistas. Es el caso del corresponsal y youtuber español Emilio Doménech, también conocido en redes como 'Nanísimo' y por sus coberturas de las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Para deslindar la calidad de la posible bazofia, ha ofrecido en su cuenta de Twitter una lista rápida para seguir la situación en Ucrania y Rusia a través de corresponsales en inglés y español, además de analistas y cuentas que, según dice, "suelen aportar buen contenido en el contexto del conflicto". Los usuarios han ido añadiendo otras cuentas en las que se detalla si los informadores están sobre el terreno o el tipo de información que aportan.
La trampa del contenido emotivo
En este riesgo de desinformación hay que sumar las fake news, importante arma estratégica que amplifica sus efectos con respecto a la propaganda o la manipulación informativa que podíamos ver a finales del siglo XX. Esas informaciones falsas se viralizan hoy en las redes sociales con intenciones muy calculadas: desinformación, desmoralización de la población y descrédito del enemigo.
Su contenido, además de deliberadamente falso, suele ofrecerse con un tono emotivo para generar fragmentación y confusión, desestabilizar al rival, desviar la atención o polarizar. Según un informe de la Universidad de Oxford, al menos 70 países sufrieron en 2019 este tipo de campañas cuyo origen suele estar en WhatsApp y otro tipo de aplicaciones.
Cuando estos días se ha preguntado a los jóvenes qué saben del conflicto, muchos han respondido que no era más que un bulo y han confesado que su fuente de información son los influencers. Uno de ellos es Alex Tienda, un youtuber mexicano conocido por publicar sus viajes alrededor del mundo y dar a conocer las costumbres e idiosincrasia de aquellos lugares que visita. Cuenta con 2,83 millones de seguidores. Pero una cosa es la curiosidad turística y otra es un relato de guerra que requiere precisión de datos, análisis y hechos muy puntuales.
En esta ocasión ha querido viajar a Ucrania y ha anunciado una serie de vídeos donde documentará el conflicto con Rusia. En una de sus últimas grabaciones, desde un hotel de Alemania, advirtió: "Si entro, ya no podré salir". Aunque el vuelo fue cancelado, finalmente llegó y ahora envía crónicas sobre cómo "escapar". Ante las críticas que recibe, se ha defendido en su cuenta de Twitter: "No viajo con el fin de perseguir una tendencia, morbo o unos likes, sino para conocer lo bueno y lo malo del mundo, aprender, documentar y poner toda mi pasión para inspirar a que otras personas también se interesen por conocer el mundo".
Información viral y mutilingüe
También viral, pero ajeno al fenómeno de los influencers, es el reportero de Associated Press Philip Crowther que está cubriendo la crisis en seis idiomas: inglés, francés, español, alemán, portugués y luxemburgués. Está especializado en temas de política y diplomacia estadounidense y es miembro de los corresponsales de la Casa Blanca. Sus transmisiones multilingües se han viralizado en Twitter y llegan a todos los continentes.
El español lo empezó a aprender a los 14 años por su afición al fútbol de nuestro país. Durante un año sabático en Barcelona tras finalizar sus estudios de secundaria, adquirió también algunos conocimientos del catalán.
Quiénes están allí ahora
La mayoría de los medios de comunicación españoles mantienen hilo directo con Ucrania y Moscú gracias a su red de enviados especiales y corresponsales. Puesto que sería imposible nombrar a todos, destacamos algunos de los periodistas que están en este momento allí:
En El País, Pilar Bonet, una de las corresponsales históricas de la zona, ha regresado estos días a Kiev. También Luis de Vega, con experiencia como periodista y fotógrafo en más de 30 países, se encuentra allí, igual que la corresponsal María R. Sahuquillo, que solo unas horas antes de que Putin atacase Ucrania se encontraba en las trincheras de Avdiivka, línea del frente de Donetsk.
En El Mundo, Xavier Colas, ofrece la última hora en directo y también el lado más humano del conflicto.
El enviado especial de ABC en Ucrania es Álvaro Ybarra Zavala, uno de los primeros en alertar sobre el impacto que podría provocar un accidente nuclear en Chernóbil. Para este mismo diario, Rafael M. Mañueco publica desde Moscú los movimientos de Putin y de las tropas enviadas por el Kremlin.
Alfonso Masoliver es el corresponsal en Kiev para La Razón. que actualiza al minuto sus crónicas ‘Testigo directo’. En La Vanguardia, el enviado especial a Ucrania es Félix Flores, y Gonzalo Aragonés, desde Moscú. En El Español están cubriendo el conflicto los periodistas Íñigo Zulet y Cynthia Serna Box.
RTVE se ha volcado con una programación especial en todos sus canales y emisoras con informativos y conexiones con un gran equipo de enviados especiales y corresponsales en diferentes puntos. También las radios informan puntualmente con sus enviados especiales, como Ricardo Marquina, para COPE, desde la frontera de Ucrania. A todos ellos hay que sumar los periodistas freelance de todo el mundo, que han acudido por su cuenta y riesgo a cubrir la guerra para cualquier medio que se lo pida.