Hemos elegido el barrio de Chamberí, en Madrid, pero podríamos haber elegido cualquier otro barrio, tu barrio. Allá donde estés.
Y ahí están, nuestros superhéroes de barrio. Kiko Veneno se echó un cantecito en 1992 y se acordó, entre otros, de sus superhéroes de barrio, Joe Jackson, Mozart, Joselito el Gallo, Comandante Ruz, Orson Welles y Rita Hayworth. Nosotros nos hemos cruzado con carniceros, fruteros, charcuteros y pescaderos, con quiosqueros y barrenderos.
Parapetados tras guantes y mascarillas, son nuestros sanitarios de la alimentación. Manolo Barroso, José Murillo, Pedro Jiménez, Ernesto José Larra y Juan Cruz Lázaro siguen cada día al frente de sus negocios en la galería de alimentación Galymer del número 6 de la calle Alburquerque.
Retratados por Luis de Las Alas, nos recuerdan a nuestros médicos, cirujanos, epidemiólogos, internistas, enfermeros, auxiliares, celadores, conductores de ambulancias… pero son nuestros héroes del mercado. Donde compramos sin colas, con trato amable y personal. Donde han incrementado el servicio de entrega a domicilio y hasta necesitan más repartidores que nunca. Y donde se extreman las medidas de higiene.
El comercio de proximidad está jugando un papel fundamental en estos días de confinamiento. Con supermercados saturados y desbordados en la venta online, miles de responsables de pequeños comercios y puestos de mercado se han puesto al día en sistemas de venta en línea, al teléfono, pero sobre todo en el reparto a domicilio, medidas de seguridad mediante. El despacho directo ha disminuido drásticamente, la entrega a domicilio está salvando las cuentas de muchos de ellos (aún lejos de parecerse a las de antes de la pandemia). Se buscan repartidores como en la vida… Y hasta está sirviendo para generar ingresos a un buen puñado de recientes parados.
Grande el tuit del periodista Guillermo Altares del 26 de marzo. Nos sumamos a su petición: cuidemos a nuestros héroes/tenderos de barrio cuando todo esto pase
Superhéroes de barrio. Salimos del mercado y pasamos por el quiosco, en el número 6 de la calle Trafalgar, donde José Luis Sánchez y su mascarilla siguen también en primera línea. La compra del periódico (¡de papel!) se ha convertido en una actividad de lujo: permite al ciudadano salir a la calle, dar una vueltecita, y empaparse de decenas de artículos e informaciones necesarias y hasta evasivas… En estos días, El País dedicó a página completa unas amables palabras a los quiosqueros, de los que decía "siguen haciendo su trabajo y devolviéndonos una dosis diaria de normalidad. La suya es una labor imprescindible: garantizar el acceso a la información a quienes seguís prefiriendo el papel a las pantallas. El compromiso de los quiosqueros es el ejemplo esperanzador de que todo va a ir bien. En un momento en el que todos necesitamos palabras de aliento, hay una que no podemos dejar de dedicarles a ellos. Gracias".
De vuelta a casa aún nos cruzamos una mascarilla más en el camino, tan necesaria como todas. La de José Castro, barrendero de 40 años. Sigue dejando impolutas nuestras calles, ahora con más esfuerzo que nunca. Nuestras calles, ese lujo. Superhéroes de barrio. Gracias.