Aunque solemos pensar que sarcasmo e ironía son sinónimos, están muy cerca, pero no son lo mismo. Como elemento común, ambos se incluyen dentro de un mismo campo semántico, el del humor, revelado en los últimos tiempos como una poderosa herramienta de bienestar.
Según explica el profesor de Harvard y experto en felicidad Arthur C. Brooks, "el humor es cafeína emocional". ¿Qué quiere decir con eso? Brooks explica que reírse tiene la capacidad de elevar el espíritu, como lo haría un café cuando estamos cansados, y de poner en perspectiva asuntos que corren el riesgo de convertirse en algo demasiado grave. "El humor bloquea los efectos negativos de cualquier cosa", asegura Brooks en el libro 'Construye la vida que quieres'. Disfrutar de una broma nos trae alegría y nos evita el sufrimiento, y, lo mejor, diversas investigaciones han mostrado que la risa es un recurso de bienestar extremadamente eficiente.
En 2010, un grupo de personas mayores recibieron dos semanas de lo que los investigadores llamaron 'terapia de humor' (bromas diarias, lectura de textos de humor y visionado de comedias, entre otros). Un segundo grupo no recibió ningún tipo de terapia. Al inicio del experimento, ambos grupos reportaron la misma percepción de felicidad. Al final del estudio, el 42% de los integrantes del primer afirmaron sentirse más felices y con menor sensación de soledad.
Con estas credenciales, mostrarse irónico o sarcástico, en principio, es algo positivo, pero no siempre. La psicología establece algunas diferencias.
La principal disparidad entre ironía y sarcasmo es la intención. La ironía pone de relieve una cualidad o una circunstancia expresando lo contrario. El sarcasmo,por el contrario, implica una burla que puede llegar a ser ofensiva en ciertos contextos. El sarcasmo puede nutrirse de la ironía, pero va más allá en sus objetivos. No solo pretende mostrar una discrepancia, sino que hace una valoración negativa.
En cualquier caso, ser una persona irónica o sarcástica demuestra un aspecto muy revelador no solo de nuestra personalidad, sino de la de las personas que lo reciben. En líneas generales, expresar ironía es una manera de demostrar agilidad mental, inteligencia y una actitud positiva. También es una manera de encarar una situación evitando hacerlo de manera explícita; puede ser, de hecho, una forma elegante de disuadir determinados pensamientos. En ese sentido, la ironía sería la diplomacia de la interacción social.
Las personas irónicas, además, deben hacer uso del pensamiento abstracto y de una gran capacidad relacional para emitir sus comentarios. Tanto para construir una frase irónica como para comprenderla es necesario recurrir a este tipo de pensamiento, muy frecuente en perfiles creativos y mentalmente rápidos.
¿Y el sarcasmo? "El sarcasmo es la forma más baja de ingenio, pero la forma más alta de inteligencia", escribió en el siglo XIX Óscar Wilde. Signo de inteligenia o no, los expertos en comunicación y los terapeutas de pareja aconsejan no utilizar esta forma de expresión. La razón es simple: el sarcasmo contiene un punto de veneno y puede dañar las relaciones personales. Dicho de otra manera, el sarcasmo puede echar leña a cualquier fuego.
Sin embargo, no todo es malo. Una reciente investigación publicada en la revista científica Comportamiento de las organizaciones y toma de decisiones entre humanos muestra que que el sarcasmo también proporciona beneficios inesperados: el más importante, una gran creatividad. El uso del sarcasmo, de hecho, promueve el pensamiento lateral o 'fuera de la caja' tanto de las personas que expresan el sarcasmo como de quienes lo escuchan. Los sociólogos y psicólogos implicados en el estudio sugieren que, empleado con moderación en el entorno laboral, puede ser un vector de innovación y creatividad.
Precisamente por ser armas dialécticamente poderosas, tanto la ironía, pero, especialmente, el sarcasmo tienen que emplearse con moderación. Casi todo el mundo reconoce el valor del humor. Las personas irónicas suelen ser percibidas en sus puestos de trabajo como competentes y dignas de confianza porque su entorno las califica como inteligentes y valientes. A través del humor pueden decir cosas que otros no se atreven a compartir.
Pero el humor, en cualquiera de sus formas, también es subjetivo. No todo el mundo lo entiende igual y puede herir susceptibilidades. El humor cambia con los usos sociales y culturales. Como ejemplo más claro, ¿cuántos chistes de los años 70 u 80 no podrían hacerse ahora en España? Por tanto, no podemos intentar ser graciosos con todo y en todo momento. En el caso del sarcasmo, puede abrirse, incluso, un punto de no retorno en una sociedad tan polarizada como la nuestra.
Volviendo a los datos, la investigación citada señala que el sarcasmo es un arma de doble filo: ayuda a que las personas piensen de manera creativa mientras, probablemente, se internen en un conflicto. Pero lo que parece incuestionable es que el pensamiento abstracto sobre el que se basa cualquier acción creativa está conectada con el sarcasmo. Por último, el trabajo de los expertos también pone el foco en la relación existente entre el sarcasmo y el tipo de vínculo. Cuando el intercambio de comentarios sarcásticos se da entre personas donde prima la confianza, potencia la creatividad y minimiza el conflicto, en vez de avivarlo.
Como creía Wilde hace más de 200 años, el sarcasmo, en algunas situaciones, puede representar una forma baja de humanidad, pero, sin duda, estimula las más altas formas de pensamiento.