¿Qué es la fuerza G, uno de los elementos contra los que luchan los pilotos de la Fórmula 1?
La Fórmula 1 es un deporte de alto riesgo en el que más de cincuenta pilotos han perdido la vida como consecuencia de un accidente y en el que la FIA lucha cada día para mejorar la seguridad de todos los implicados
Uno de los elementos contra los que deben luchar los pilotos del Gran Circo es la Fuerza G, una medida de aceleración que se basa en la aceleración que produciría la gravedad de la Tierra sobre un objeto cualquiera
Aunque la fuerza de gravedad estándar es de 1G, los pilotos están sometidos a cantidades que oscilan entre los 2G y los 7G mientras conducen y que pueden superar los 70G en caso de accidente
La Fórmula 1 es un deporte tan apasionante como peligroso. A pesar de que en los últimos años se ha aumentado la seguridad para proteger la vida de los pilotos, subirse a uno de estos monoplazas sigue siendo un reto muy complicado en el que cualquier fallo o despiste puede desencadenar en un aparatoso accidente.
Desde que el Gran Circo echó a andar allá por 1950, más de 50 pilotos han fallecido en alguno de los eventos de los campeonatos de la FIA (siglas con las que se conoce a la Federación Internacional del Automóvil). El último que corrió este trágico destino fue el piloto francés de Fórmula 2 Anthoine Hubert, que en 2019 perdió la vida después de ser embestido a gran velocidad por el coche de Juan Manuel Correa en un trágico accidente en el circuito de Spa-Francorchamps (Bélgica). Tenía 22 años.
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Cinco años antes de su accidente, en 2014, el francés Jules Bianchi protagonizaba el accidente que acabaría con su vida. Durante el Gran Premio de Japón de Fórmula 1, el francés perdió el control de su Marussia e impactó contra la grúa que estaba atendiendo al piloto alemán Adrian Sutil, que anteriormente había sufrido un accidente con su propio monoplaza. Bianchi no murió en el acto, pero nueve meses después de la colisión falleció en el hospital de Niza. Tenía solo 25 años.
La fuerza G en la Fórmula 1
A pesar de las sobrecogedoras historias que llegan desde la Fórmula 1, la Fórmula 1 es un deporte en constante evolución que busca reducir cada vez más los riesgos a los que se enfrentan sus pilotos. De cada accidente, la FIA aprende, saca una conclusión y aplica una solución para evitar, en la medida máxima de lo posible, que estos fatídicos desenlaces sigan produciéndose.
Por ejemplo, tras el accidente de Bianchi, la FIA instauró el virtual safety car, un mecanismo que controla las carreras de manera semejante al safety car que está presente en la mayoría de premios. Posteriormente, en 2018 y tras el fallecimiento en 2015 del inglés Justin Wilson, la FIA instauró también el halo, un sistema de seguridad que se integra en los monoplazas y que sirve para proteger la cabina del piloto de los golpes más duros.
De entre las medidas de seguridad que se aplican en la Fórmula 1, muchas de ellas están destinadas a reducir el impacto de la fuerza G que deben soportar durante un accidente, aunque esta fuerza no solo está presente en las colisiones, sino también en las curvas y frenadas que realizan.
La fuerza G es básicamente una medida de aceleración que se basa en la aceleración que produciría la gravedad de la Tierra sobre un objeto cualquiera. Esta fuerza aparece también fuera de los circuitos de Fórmula 1, por ejemplo cuando un coche que circula a gran velocidad debe frenar súbitamente, aunque en este deporte la exposición es mucho mayor.
La fuerza de gravedad estándar es 1G. Sin embargo, tal y como señalan desde el medio deportivo Dazn, los pilotos de Fórmula 1 están sometidos a cantidades mayores. En concreto, a 2G cuando aceleran, 5G cuando frenan y entre 4G y 7G al tomar una curva. En el caso de los accidentes, además, estas cifras se multiplican, pudiendo llegar a superar los 70G.
Para luchar contra este impacto, además de las medidas de seguridad implantadas, los pilotos deben entrenar su cuello diariamente para fortalecerlo. De lo contrario, podrían sufrir una lesión cervical que pondría en riesgo su salud y su campeonato. Y es que como decíamos, la Fórmula 1 es un deporte de alto riesgo en el que los pilotos están siempre sometidos a grandes presiones.