Cuando hablamos de la palabra cáncer el malestar se apodera de nosotros. Aproximadamente, la mitad de los diagnósticos se atribuyen a factores ambientales y al estilo de vida. Por lo tanto, hay una parte que sí podemos controlar en relación a esta enfermedad. Diversos estudios científicos han analizado las bondades de la actividad física para reducir el riesgo de desarrollar tumores y los datos lo avalan. El deporte reduce un 27% la incidencia del cáncer de pulmón entre fumadores y un 12% en el de riñón. Ahora, un nuevo estudio de la Universidad de Tel Aviv, En Israel, ha demostrado también su eficacia contra el cáncer metastásico. Te lo contamos.
Es bastante esclarecedor. Los resultados revelan que el ejercicio aeróbico intenso aumenta el consumo de glucosa de los órganos internos y reduce así la disponibilidad energía para que un tumor haga metástasis. Esto se traduce en una reducción del 72% del riesgo de padecerlo. “Nuestros resultados indican que, a diferencia del ejercicio para quemar grasa, que es relativamente moderado, es una actividad aeróbica de alta intensidad la que ayuda a la prevención del cáncer. Si el intervalo de intensidad óptimo para quemar grasa es del 65-70% de la frecuencia de pulso máxima, la quema de azúcar requiere un 80-85%, aunque sólo sea durante intervalos breves”, explica Yftach Gepner, uno de los autores.
Entre las ideas que dan, instan a hacer un entrenamiento interválico que combine un minuto de sprint, seguido de uno de caminata y luego otro sprint. los investigadores aseguran que pese a que este tipo de entrenamientos antes eran típicos de atletas, hoy se deben incluir en rutinas de personas sanas e incluso se utilizan, en ocasiones, para la rehabilitación cardiaca y pulmonar. “Si hasta ahora el mensaje general al público ha sido ‘sé activo, sé sano’, ahora podemos explicar cómo la actividad aeróbica puede maximizar la prevención de los tipos de cáncer más agresivos y metastásicos”, añade Gepner.
Para obtener estos resultados, se combinaron ratones entrenados bajo un estricto régimen de ejercicio, con datos de 3.000 voluntarios humanos sanos examinados antes y después de correr durante 20 años. En ambos modelos el resultado fue similar. en el caso de los animales se les inoculó cáncer y gracias a la actividad aeróbica se redujo significativamente el desarrollo de tumores metástasis en los ganglios linfáticos, en los pulmones y en el hígado. Por lo tanto, los investigadores plantearon la hipótesis de que en ambos casos el resultado favorable está relacionado con la mayor tasa de consumo de glucosa inducida por el ejercicio.