Poli Rincón, jugador de España en el Mundial de México 1986: "Cuando te eliminan de un Mundial se te cae el mundo encima"
"Si no me llegan a coger Camacho y Gordillo, me vuelvo a España"
"Miguel Muñoz tuvo muchas presiones de sectores de la prensa que afectaron a la toma de decisiones"
"Paco González me cautivó. Es un genio"
Cuando de niño jugaba al fútbol en el patio de La Corrala del castizo barrio de Lavapiés, Poli Rincón soñaba con ir al Madrid y a la selección española. Y jugó con el Real Madrid y con la selección en partidos históricos como el 12-1 a Malta en el que metió cuatro goles. Nos atiende desde Sevilla, entre sesiones de rehabilitación y fisioterapia, la factura en forma de lesiones que debe pagar por cumplir sus sueños. Recuerda cómo vivió el Mundial de México 1986, mientras que Maradona se hacía Dios, y España caía de nuevo antes de tiempo.
Del barrio al cielo
La de Poli Rincón es la historia del chico de barrio que acaricia la gloria gracias al fútbol. "Yo hacía recados a las coristas del Molino Rojo de Lavapiés, y cuando jugaba al fútbol en el patio de La Corrala, mi ilusión era llegar al Real Madrid, y a la selección española. He tenido la suerte de estar en una olimpiada, en una eurocopa y en un mundial, no está mal, ¿no?".
En su viaje desde el barrio al Olimpo de los elegidos Rincón piensa que "la calle te da picardía, atrevimiento, tenías que defender con todo lo poco que tenías para que no te lo quitaran, y eso se te queda dentro, aprendes a echarle coraje a la vida", cuenta Poli.
México 1986
Como en todos los mundiales, los españoles pensábamos que el de México 1986 podía ser el nuestro. "La selección era subcampeona de Europa y había un buen equipo que mezclaba gente joven con gente veterana. Allí estaban Camacho, Gordillo, Señor, Goikoetxea, Maceda, Carrasco, Michel, Butragueño, Calderé..."
Se acudía con muchas ganas y una ilusión compartida con el país. La pasión que algunos jugadores sienten al defender los colores de la selección es difícil de explicar, y los sentimientos de Poli han sido de los más intensos. "No hay nada más grande en el mundo que defender a tu país y a tu bandera. Ponerme la camiseta de España es lo más grande que me ha pasado en mi vida. No he vivido nada igual que cuando saltas al campo y escuchas el himno nacional con el escudo en el pecho. Por eso las derrotas duelen tanto. Pero también las alegrías. No te puedes sentir más orgulloso que cuando sabes que todos recuerdan dónde estaban y cómo vivieron el 12-1 a Malta".
No se hizo un mal papel en el Campeonato. En la fase de grupos se ganó a Argelia y a Irlanda, y se perdió con Brasil. En ese partido Michel metió un gol que botó dentro, pero el árbitro no lo concedió. "Lo de Brasil fue un atraco manifiesto. Tenían un equipazo con Zico, Sócrates y compañía, pero les podíamos haber ganado".
Yo me voy
Aunque Poli Rincón fue titular en los partidos previos al Mundial, durante el Campeonato Miguel Muñoz prefirió contar con otros jugadores, y Poli se mordía los puños en el banquillo. Para un tipo tan pasional como él fue duro no jugar ni un solo minuto en todo el Campeonato. "Pudimos llegar más lejos. Miguel Muñoz estuvo muy presionado por algunos sectores de la prensa y creo que eso condicionó sus decisiones. Si hubiéramos jugado de otra forma, con otros jugadores, estoy convencido de que hubiéramos ganado. Aunque claro, esto es ciencia ficción", asegura.
El caso es que Rincón no entendía su suplencia, y sus ansias por ayudar al equipo en el terreno de juego le llevaron a plantarse. Así explica su frustración: "No podía más, no entendía porque no jugaba y me planté en el hotel con las maletas hechas para volver a España. Estaba vestido de calle, había llamado a un taxi y mi mujer estaba en la puerta, y si no me llegan a coger Camacho y Gordillo, me vuelvo para España. Me equivoqué, por encima de todo está el grupo", asegura.
El hotel de los líos
El partido de cuartos se jugaba en Querétaro contra Dinamarca, pero al llegar al hotel elegido por la federación resultó que era un desastre. "El viaje a Querétaro fue un infierno. Llegamos por la noche a un hotel sucio, con humedades y lleno de cucarachas, así es que nos fuimos al único que estaba libre, que era en el que estaban los daneses. Ellos estaban tan felices, y no sé si les gustó mucho que llegáramos, pero tuvieron que tragar".
Dinamarca era un equipazo pero en ese partido un buitre voló sobre Querétaro. "Emilio Butragueño estuvo genial. Metió cuatro goles y si hubiera hecho falta, hubiera metido cuatro más" asegura Rincón. Después del 5-1 a Dinamarca "estábamos eufóricos, ya nos veíamos ganando el Mundial porque Bélgica era peor que nosotros", relata Rincón. "Maradona no nos quería ver ni en pintura. Estoy seguro de que si hubiéramos ganado a Bélgica, nos llevamos el mundial".
Pero perdimos en los penaltis. "Cuando te eliminan de un Mundial se te cae el mundo encima. Muchos jugadores solo tenemos una oportunidad de ir en la vida, y volverte para casa es una tristeza tremenda. Lo que más duele es el disgusto que das a la gente, al país", lamenta el futbolista.
El Mundial de Maradona
En aquel torneo Maradona se hizo Dios metiendo el mejor gol de la historia tras sortear a medio equipo ingles, portero incluido. En el mismo partido metió un gol con la mano, pero a los dioses se les permiten esas cosas. Después, ganaron la final 3-2 a Alemania, entre millares de papelitos de colores.
El precio de la ilusión
Cumplir los sueños tiene un precio, y Rincón lo está pagando con creces desde hace años en el quirófano y con los fisioterapeutas. "En mi época el fútbol era más duro. No sé si Cristiano y Messi hubieran jugado entonces. Todo lo que tengo yo es de los golpes y lesiones que he tenido. A mí me han operado de los dos tobillos, del empeine, del pubis, de los rectos del abdomen, de los abductores, de la cadera, de la rodilla, etcétera, etcétera... además, el tratamiento de las lesiones era distinto. Yo me quitaba la escayola, jugaba el partido y me la volvían a poner. Todo ese esfuerzo lo estoy pagando ahora, pero no cambiaría nada de lo que he hecho. Yo pienso que es mejor arrepentirte de lo que haces, y no de lo que no haces. He cometido muchos errores, pero eso forma parte de tu vida y te enseña a levantarte", sentencia Rincón.
Segunda oportunidad
Una lesión cerró la puerta del Poli Rincón futbolista para abrir la del comentarista deportivo. "Me romí la espalda y me tuve que retirar. Me quedaban dos años más de contrato con el Betis pero tras cuatro meses intentándolo, no fue posible. Decidí pasar las Nochebuenas y los Reyes con mi familia y ver a mis hijos abrir los regalos, que antes no podía. Pero en 1996. Santi Ortega, de la cadena SER, me llamó para decirme que Paco González (entonces director de Carrusel Deportivo) quería hablar conmigo para comentar los partidos. Yo me extrañé, ¿cómo iba yo a comentar partidos si no sabía casi ni hablar? Cuando conocí a Paco personalmente, me cautivó. He conocido muy pocas personas a su altura. Es inteligente, tiene un humor extraordinario y una mente tan ágil y tan veloz que es imposible seguirle el ritmo. Si hubiera sido mujer, me hubiera casado con él" bromea Rincón, que ahora forma parte del equipo de comentaristas de Tiempo de Juego en la cadena Cope.
Memorias del Mundial. Trapicheando con una foto
El 'robo' de Jalisco al que se refiere poli Rincón provocó un gran impacto mediático y un buen negocio para algún espabilado. Como cuentan Santi Giménez y Luis Martín en el libro 'Cuando éramos los mejores (pero no ganábamos nunca)', los periodistas españoles presentes en México buscaban con desesperación una foto donde se viera claramente el gol no concedido a Míchel contra Brasil. Llegaron tarde. Un empresario español residente en Miami había localizado al autor de la imagen y logró que le regalase una copia. El empresario le vendió la exclusiva por 10.000 dólares la revista Interviú, que la llevó a portada con póster gigante en el interior. Pero el emprendedor avispado hizo copias y se dedicó a venderlas a 10 dólares cada una a la puerta de los restaurantes donde sabía que acudían periodistas, aficionados y miembros de la selección española. Todos los jugadores de la selección compraron la foto como original recuerdo de México 86.