La experiencia y los expertos destacan la práctica de deporte con el fin de estar en forma y encontrarse bien y principalmente para afrontar el paso de los años. En Harvard han ido más allá para definir qué actividad deportiva es la más recomendable y en Uppers hemos tomado nota. La Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard reveló hace unos meses cuál es el mejor deporte para mantenerse en forma en Harvard Health Publishing. Se trata del taichí, una disciplina que fortalece la fuerza muscular, la flexibilidad de las articulaciones y el equilibrio. Además, el taichí ayuda a reducir el estrés y la ansiedad, gracias a que también se centra en la respiración y en la concentración.
La evidencia científica demuestra que, junto a una alimentación sana, practicar deporte conlleva innumerables beneficios para la salud y previene enfermedades físicas y psicológicas, independientemente de la edad, el sexo o la capacidad física. El deporte libera endorfinas, hace que cada persona se sienta mejor y proporciona un chute de energía. En definitiva, alarga la vida, pero una vida con salud.
Lo normal es que en el camino se crucen dos tipos de personas, las deportistas y las que no lo son. Los profesionales de la salud juegan un papel imprescindible para convencer a esas personas a las que no les gusta practicar deporte de que empezarán a encontrarse mucho mejor física y mentalmente cuando se vayan a la calle a andar o a correr, a jugar al baloncesto, a la piscina a nadar o al gimnasio por libre o a clases dirigidas. La clave está en encontrar esa actividad que engancha y adaptarla a la edad y a la condición física.
En la Universidad de Harvard han encontrado en el taichí el deporte definitivo sin importar los años o si se ha practicado deporte o no alguna vez. El taichí une cuerpo y mente en una disciplina de bajo impacto. Se lleva a cabo realizando movimientos lentos, pausados, pero sin detenerse, como si se ejecutaran a cámara lenta, con posturas fluidas que van avanzando hasta la siguiente. Para ello se pone el foco de atención en la respiración, que es profunda, y en las sensaciones corporales. Esos movimientos se realizan en forma circular y en ningún caso a partir de posturas forzadas.
En el taichí los músculos no se tensan, sino que deben estar relajados, al igual que las articulaciones no se extienden ni se doblan completamente de modo que los tejidos conectivos no están estirados. Las posturas fluyen hacia la siguiente sin pausa manteniendo el cuerpo en constante movimiento.
El taichí, taichi o taichí chuan es un arte marcial que se desarrolló en China originalmente para la defensa personal. Sin embargo, ha ido evolucionando hacia movimientos “más elegantes”, suaves y fluidos gracias a los cuales el organismo se beneficia física y mentalmente. Hoy se practica en todo el mundo y es conocido como la meditación en movimiento ya que reduce el estrés y la ansiedad. Precisamente, lo que promueve es la serenidad y la tranquilidad. También permite controlar el asma mediante las respiraciones profundas que se realizan durante los movimientos, ayuda a reducir el insomnio, alivia las migrañas, así como los dolores musculares y potencia la memoria.
Los científicos de Harvard insisten en que el taichí debería ser considerado una práctica que complemente “el tratamiento médico a la hora de prevenir afecciones de la edad y como un método de rehabilitación de estas”. Según sus estudios, el taichí debería convertirse en una “terapia asociada a los tratamientos médicos primarios, ya sea para tratar una enfermedad en sí misma o sus síntomas principales o, de manera más general, para mejorar el funcionamiento y la calidad de vida del paciente”.
Otro punto a favor del Taichí es que no es necesario un equipamiento especial más que ropa cómoda que permita el movimiento y unas zapatillas de suela ligera y flexibles con las que se tenga percepción del suelo. También se puede hacer descalzo. De la misma manera es posible practicar este deporte en cualquier lugar, en el exterior o en el interior siempre que esté ventilado y mejor si la atmósfera es agradable.
Los movimientos son ejercicios de bajo impacto que se ejecutan despacio y creando un círculo sobre la misma persona. Tienen nombres basados en las acciones que realizan ciertos animales como “la grulla blanca extiende sus alas” o en el más puro arte marcial: “golpear ambas orejas”. La respiración es profunda y natural para focalizar la mente en ella y las sensaciones corporales que se perciben. Con la práctica el cuerpo se fortalece, se flexibiliza y se logra mantener el equilibrio independientemente de la postura. Tal como destacan desde Harvard el taichí reduce las caídas sobre todo en las personas de mayor edad porque mejora el equilibrio. La propiocepción, que es la capacidad de sentir la posición del cuerpo en el espacio, va disminuyendo con la edad y esta práctica la entrena, lo que también ayuda el incremento de la fuerza muscular y la flexibilidad para que el cuerpo recupere la postura ante un tropiezo sin llegar a caerse.
La filosofía del taichí se centra en el Qi, la fuerza de la energía que fluye a través del cuerpo; el Yin y Yang, los elementos opuestos que forman el universo y deben mantenerse en armonía; y el Qigong (o chikung), que es el trabajo de respiración. El taichí desbloquea el Qi y fomenta que fluya adecuadamente, promueve el equilibrio entre el Ying y el Yang y relaja la mente y el cuerpo gracias al Qigong.
Normalmente, una sesión de taichí comienza con un calentamiento a partir de movimientos sencillos, como trazar círculos con los hombros o mecerse hacia adelante y hacia atrás, para relajar la musculatura y las articulaciones además de concentrarse en la respiración y en percibir todo el cuerpo. Después se inician las formas o conjuntos de movimientos fluidos, desde una docena hasta más de cien en función de las condiciones físicas. En algunas formas se aprenden largas secuencias de movimientos, mientras que otras involucran series más cortas y se enfocan más en la respiración y la meditación.