A José Isidro Gordito -Josito, en el mundo del alpinismo y el parapente- le basta con mirar hacia arriba para saber en qué dirección o con cuánta fuerza sopla el viento. Por el tono del cielo nos dirá si es tramontana, levante, poniente o cualquier otro. Lo sabe porque ha pasado su vida en simbiosis con la montaña practicando alpinismo y mil actividades más. Hace casi tres décadas descubrió la pasión de volar y desde hace 14 años se ha centrado en el parapente. Tanto entusiasmo le pone cuando nos habla de ello que en un rato nos lleva con la imaginación a dar varios paseos biplaza. De la sierra madrileña de Guadalix, donde reside, a Gredos y de aquí al valle cántabro de Liébana. Por su modo de contarlo, es fácil hacerse una idea de lo que supone ver el mundo a vista de pájaro cuando estás a punto de rozar desde el aire las crestas de las cordilleras.
"España es un lugar privilegiado para practicar parapente por su geografía tan variada -señala-. Es uno de los motivos por los que tantas personas se animan a probar y, una vez que prueban, deciden integrarlo en sus vidas. Cada vez más hombres y mujeres mayores de 50 buscan en este tipo de vuelo cumplir ese deseo de elevarse que, en ocasiones, viene de lejos. Es la edad perfecta porque, generalmente, la gente dispone de más tiempo y tiene menos ataduras familiares".
Otra de las razones es que el parapente no es uno de esos deportes extremos o de riesgo en los que la gente, sobre todo los más jóvenes, buscan la descarga rápida de adrenalina y emociones muy fuertes. "Aquí se activan hormonas diferentes que generan placer y sentimiento de calma. Las sensaciones más fascinantes son la de libertad y sosiego".
Lo que José diga es indiscutible. Alpinista, guía de montaña, instructor de parapente y piloto biplaza en la escuela Volar en Compañía, es uno de los mayores referentes del alpinismo y el parapente en España. Le acreditan los premios recibidos, los desafíos superados y una amplísima trayectoria también como divulgador. Ha publicado libros y numerosos artículos y su nombre aparece en buena parte de los capítulos de 'Al filo de lo imposible', como protagonista, especialista, cámara de altura y guionista.
"Siempre me gustó la montaña y ha sido mi decorado desde muy pequeño. Escalaba, subía montañas. A finales de los ochenta empecé a dedicarme al alpinismo y de ahí al vuelo el paso fue muy natural. El parapente nació de mi afición por la escalada en las laderas de las montañas". De hecho, en su origen el parapente nació de la fusión de los términos franceses parachute (paracaídas) y pente (pendiente). Algo así como el uso de paracaídas para las pendientes. Los propios alpinistas impulsaron la transformación del paracaídas en parapente.
Más que un trabajo o una actividad que llena su tiempo, la montaña es su vida. Volar, como hace en este vídeo grabado en la sierra de Gredos, le alimenta el alma y sería capaz de agotar el diccionario para describirlo: "Es belleza, libertad, descubrimiento, crecimiento, necesidad, refugio, unión con la naturaleza, conciliación con el mundo, sentirse vivos. Hay pocas cosas que se puedan comparar a un vuelo en parapente. Es una fábrica de emociones".
Fue algo que descubrió desde el primer día. "Poder viajar imitando a las aves es mágico, un auténtico privilegio que ha ido perfeccionando el hombre desde los primeros vuelos rudimentarios". Precisamente fue el vuelo de los pájaros lo que inspiraron el sueño de volar del ser humano y los primeros diseños de máquinas voladoras de Leonardo Da Vinci, una vez que sucumbió a la imposibilidad de despegar del suelo y mantenerse en el aire sin más energía que la de sus músculos. Dos milenios antes, los chinos ya desafiaron la gravedad con una cometa hecha a partir de seda y caña de bambú inspirada en el vuelo sin aleteo de un halcón.
José asegura que es un efecto que no se mitiga ni siquiera después de haber sobrevolado el Himalaya, como es su caso. "Tan majestuosa es la cordillera más alta del mundo, con sus especies únicas, como seguir de cerca el vuelo de un águila imperial en la sierra madrileña. El mundo desde arriba es igual de hermoso. La naturaleza nos brinda un paisaje sublime y estampas únicas cada día y en cada lugar, incluso en algo tan cotidiano como las puestas de sol".
No le extraña que los demás tengan ese mismo anhelo de volar. "No hace falta coraje, ni siquiera habilidad o fuerza, sino decisión y una actitud positiva El resultado merece la pena. Indica que hay varios modos de disfrutarlo y nos da diferentes opciones, según el objetivo de cada uno. La más sencilla es un bautismo aéreo con un trayecto entre el despegue en un punto alto y el aterrizaje en el valle. Es suficiente para experimentar la magia de volar durante algo menos de media hora. La segunda es de una manera autónoma, después de un periodo de formación.
Una vez adquiridos unos conocimientos, es fácil progresar, dominar la técnica, pero sabiendo que el aprendizaje es continuo y no acaba nunca. "En el parapente hay una sabiduría que nunca alcanzas", señala con humildad. Para empezar, existen unos básicos que son fundamentales (normas de navegación, velocidad del tiempo, saber dónde aterrizar, etc), pero asegura que no siempre se cumplen. Los profesionales echan en falta una regulación adecuada en nuestro país, más ahora que este tipo de actividades está llenando los espacios aéreos. "Debería haber una exigencia de titulación en parapente, como hay en países como Francia o Suiza, que nos llevan bastante ventaja. En España existe un vacío legal que puede ser muy perjudicial. Dejarlo todo en manos del sentido común de quien lo practica a veces es demasiado arriesgado".
Es verdad que el parapente no es un deporte extremo, pero sí una actividad exigente y, como tal, requiere un buen control, un manejo prudente y una instrucción adecuada. "Precisamente -insiste-, el exceso de confianza a veces lleva a que se descuide la atención. Se trata de disfrutar del parapente sin sobresaltos y para eso hay que cumplir unos mínimos y encontrar ese momento que te permitirá tener el control y no meterte en un lío. Lo que sí tenemos en España es una serie de formadores que estamos a la vanguardia de las exigencias que permiten a quien se inicia en el parapente saber cuándo está preparado y cuándo ha llegado ese momento de despegar".
José mantiene una visión romántica de la naturaleza y encuentra que el parapente es el modo más respetuoso de cumplir el sueño de volar. "Es una actividad silenciosa, limpia y muy cuidadosa con el medio ambiente. Son aeronaves que no necesitan motor para despegar y, por tanto, está libre de emisiones. No genera contaminación atmosférica, ni lumínica, ni acústica. Proteger el planeta es primordial para nosotros", zanja.