Chema Martínez, gurú del running: "Soy un yonqui del atletismo y reconozco que es mi tara"

  • Se cumplen 21 años de su medalla de oro en el Campeonato de Europa en 10.000 metros

  • Recordamos con el deportista aquel momento y otros que han marcado su vida

  • Dice que le alarma ver en Instagram gente que se marca retos poco congruentes con su edad o condición física

Chema Martínez (Madrid, 1971) luce una cabellera más frondosa que cuando ganó en Múnich la medalla de oro del Campeonato de Europa en 10.000 metros. Justo ahora se cumplen 21 años. Era su mejor marca hasta entonces y recuerda la impresión que le causó escuchar el himno. También ha dejado atrás eso que en atletismo llaman runner face o cara de runner, refiriéndose al aspecto esquelético y molido que deja en el rostro la carrera.

Pero más que su porte, lo que importa es que es uno de los mejores fondistas españoles de la historia, que engrandeció el atletismo y que habría que tomar un buen impulso para recitar su palmarés. Todavía hoy no ha conseguido aplacar su pasión por correr y anima a todo el que se le pone por delante con una sugerencia que, además de dar título a uno de sus libros, ha convertido en su leitmotiv: "No pienses, corre".

Para él es tan simple como poner "primero un paso y después otro". Y así acaba corriendo como si no hubiese un mañana. Le obsesiona correr rápido y reconoce que es una debilidad a la que no querría renunciar. Acariciando el tartán, sobre la nieve o por el desierto con una mochila de ocho kilos. Lo importante para él es hacerlo rápido e ir buscando cada vez nuevos retos que le permitan disfrutar de su pasión.

Después de haber dado la vuelta al mundo en zapatillas unas cinco veces, nos cuenta que su mayor medalla es la familia. Está casado con Nuria Moreno, olímpica en Sidney 2000 con la selección nacional de hockey sobre hierba, y tiene tres hijos, todos ellos vinculados el deporte de competición. Aunque quisiera, no podría borrar la sonrisa con los logros deportivos de cada uno.

¿Qué te llevó al atletismo?

Mi vida ha estado siempre vinculada al deporte. Me inicié en esto de una forma lúdica, en la calle, que era donde antes hacíamos la vida. Fue bonito porque empecé a amar el atletismo sin expectativas de padres o exigencias precoces, de esas que llevan a grandes frustraciones. Con once años gané mi primera carrera y fue el momento en el que se vio que destacaba. Sonrío cada vez que pienso en cómo nací deportivamente.

Empecé a amar el atletismo sin expectativas de padres o exigencias precoces, de esas que llevan a grandes frustraciones

En octubre cumplirás 52. ¿Te has planteado colgar las zapatillas?

Mi vida es esta y no conozco otra que no esté relacionada con el deporte. Desde los medios de comunicación, la empresa, los libros, las conferencias o corriendo. Para un deportista de alto nivel cuesta difícil asimilar que puede haber un momento de retirada. Es difícil para la mente, que te hace creer que eres infinito. Afortunadamente, en mi caso me he permitido el lujo de no tener una ruptura abrupta. Me sigue apasionando y he encontrado otras vías y otros retos en los que me puedo superar. Siempre busco desafíos acordes con lo que soy y esto es lo que me está permitiendo dar continuidad a mi carrera de deportista.

Para un deportista de alto nivel cuesta difícil asimilar que puede haber un momento de retirada. La mente te hace creer que eres infinito

Después de 200.000 kilómetros, ¿el cuerpo no pide ya una tregua?

Hace nueve meses sufrí una lesión en el tendón de Aquiles. No me había pasado nunca y es evidente que el cuerpo ha dado una señal. Soy consciente de que, lógicamente, no responde como cuando tenía veinte años. Asimilarlo forma parte de la vida del deportista. Es un ejercicio mental complicado, pero necesario para no desfallecer y seguir buscando nuevos retos adecuándolos a las circunstancias. Estos diez meses de recuperación han sido duros, pero a la vez enriquecedores y me han permitido rescatar algunos de los aprendizajes que he tenido a lo largo de la vida.

¿Qué tiene el atletismo para ser tan absorbente?

El deporte me activa, me conecta con la vida y me hace pensar en nuevos desafíos que me llenan de entusiasmo. No encuentro mayor estímulo que correr. Me hace feliz y me llena de energía. La competición me ha hecho adicto a correr. Soy un yonqui del atletismo y reconozco que es mi tara. Más allá de las medallas que, en la mayoría de los casos, no llegan, me hace sentir bien. Hay un estudio que dice que, por cada día de ejercicio, retrasas tres horas tu vejez.

¿Has contagiado a tus hijos esa vehemencia?

Los tres están vinculados al mundo del deporte, cada uno en su modalidad, y a los tres hemos inculcado que llegar al deporte de alto nivel no es solo una cuestión de genética, sino que depende del esfuerzo, la perseverancia y el sacrificio que inviertan en ello. No conozco otra forma de conseguir resultados y, por tanto, solo les puedo garantizar que no existen secretos, solo trabajo. Aunque las medallas es lo de menos, sí me gusta contarles mis victorias.

¿Cómo recuerdas el momento en el podio aquel siete de agosto de 2002, en Múnich, luciendo medalla de oro?

Fue especialmente emotivo y reconfortante. Me dejo un poso muy bueno y con el tiempo lo he valorado aún más. Me hace sentir muy satisfecho. Recuerdo la emoción casi indescriptible al escuchar el himno de España, con la boca seca y sintiendo los nervios en todo el cuerpo.

¿Cada carrera es una enseñanza para la vida?

La carrera te aporta lecciones muy sabias y herramientas para superar los momentos complicados. Te enseña a sacar de cada fracaso un aprendizaje muy valioso. Sobre todo, te sirve todos aquellos valores que te ayudan a ser una gran persona. No sé si detrás de todo gran deportista hay una gran persona, pero sí te aseguro que son valores con los que se tiene que comprometer y empapar su día a día si quiere llegar al más alto nivel.

Y has conseguido trasladar todo eso al mundo de la empresa.

En mis charlas y conferencias me gusta presentar y describir tácticas que, partiendo del deporte como eje, son aplicables en la gestión de las empresas. Llevo 18 años trabajando en ello y resulta muy gratificante ver cómo directivos, empresarios u otras personas pueden sacar provecho de esos aprendizajes.

En las ciudades se ha desatado una auténtica fiebre por el running. ¿Eso es positivo?

Como prescriptor de salud y de deporte, no puede decir más que el ejercicio físico te ayuda a vivir con optimismo y te aporta energía. Me encanta ver cuánta gente sale a caminar y a correr. Lo más complicado es dar el primer paso, calzarse las deportivas y decidirse a salir a caminar o a correr. Una vez que empiezas, te enganchas.

Lo más complicado es dar el primer paso, calzarse las deportivas y decidirse a salir a caminar o a correr. Una vez que empiezas, te enganchas

Muchos de esos corredores con los que me encuentro tienen cualidades muy buenas, pero no son necesarias para disfrutar y notar sus beneficios. Lo mejor de todo es lo increíblemente bien que te sientes cuando terminas el entrenamiento. Agotado y sin fuerzas, pero satisfecho.

¿Te piden consejo cuando te reconoce por la calle?

Sí, me ocurre a menudo y me gusta. Me hace sentir que conecto con la gente, aunque no necesiten consejo. En general, la gente lo hace bien. Lo peor me lo encuentro en las redes sociales, sobre todo en Instagram, con corredores obsesionados con objetivos que quizás están demasiado lejos. Ahí sí hago un llamamiento a la prudencia. Las metas que nos pongamos deben ser razonables, a la medida de nuestro estado físico, nivel de entrenamiento o condiciones de salud. El deporte es salud, no locura. Las marcas dejémoslas para profesionales.