Gurrutxaga, el futbolista con TOC que nunca quiso triunfar: "Empecé a disfrutar cuando el mundo se olvidó de mí"
Estuvo a punto de ganar la Liga con la Real Sociedad hace 20 años, aunque él, aterrado por sus problemas mentales, deseaba perderla
Jugó en Primera y en las categorías inferiores de la selección a pesar de sufrir un TOC muy severo e incapacitante
Ahora cuenta su experiencia desde el humor en 'Subcampeón', un libro tan duro como divertido
Zuhaitz Gurrutxaga es un nombre que a punto estuvo de escribirse con letras de oro en la historia de la Real Sociedad de principios de siglo. Él formaba parte de aquella plantilla en la que Xabi Alonso, Kovacevic, Nihat y compañía rozaron la gloria del conquistar la Liga 02-03 con la punta de los dedos. Gurru lo hizo... a su pesar. Sí, a su pesar. Era joven y futbolista en uno de los equipos de moda, pero eso le estaba destruyendo la vida por culpa de sus problemas mentales, de su TOC (trastorno obsesivo-compulsivo). Él mismo lo cuenta en 'Subcampeón' (Libros del KO), un libro que acaba de salir a la luz y que ha escrito de la mano de Ander Izagirre. Juntos han conseguido plasmar negro sobre blanco cada miedo, cada inseguridad, cada problema de un chico que lo tenía todo y deseaba no tener nada. Y, por complicado que parezca, lo hacen desde el humor en una obra que, lejos de ser un drama, te atrapa por lo divertido y no por lo triste.
¿Cómo surge la idea de escribir este libro?
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Llevo tres años con un monólogo llamado ‘Futbolistoc’ en el que, por primera vez, hablo de mis problemas de salud mental, del TOC, y veía que a la gente le interesaba. Muchos padres me han escrito para agradecerme que tocara el tema con algo de comedia y relativizándolo porque tienen a niños y niñas con TOC y les ha resultado positivo. En el monólogo no me daba tiempo a contar todo, pero yo no soy escritor y no quería estropear la que yo creía que era una interesante historia, así que hablé con Ander y me dijo que sí.
Fue cuestión de una charla y arrancasteis.
Sí, estuve tres horas hablando con él. Bueno, yo hablé y él escuchó. Le di una chapa... Lo llevaba todo esquematizado y muy trabajado. Ahí sí que no improvisé. Trabajé en esa reunión durante semanas. Por suerte, le gustó y cambió todos los planes que tenía como escritor para hacer esto.
¿Había plan B?
La verdad es que no. Él era mi plan. Su sentido del humor, su ironía, su doble sentido… me parece maravilloso. Me la jugué a una carta y por suerte me dijo que sí y salió bien.
En el libro se tratan temas muy duros pero siempre desde el punto de vista del humor. El fracaso, el suicidio, los problemas mentales… Tenías que tener muy claro que Ander era ‘tu hombre’.
Lo tenía clarísimo. Además, el hecho de que seamos guipuzcoanos los dos, de la Real y muy parecidos en muchas cosas me animaba aún más a que fuera él. En el libro se cuentan cosas duras y sensibles y por eso necesitaba a alguien muy fino, alguien como él.
No destriparemos el libro, pero nada más arrancar tocas tu primer problema de salud y es cardiaco, no mental. De recién nacido te diagnosticaron cianosis. Sin embargo, ese parece ser el menor de tus males.
Es extraño que el único miedo que debía tener, el único real, es el cardíaco, y de ese me olvido hasta el día que pasa lo de Rubén De la Red en un partido con el Real Unión (el equipo en el que militaba por entonces Gurru) y se despiertan ciertos miedos, pero después me vuelvo a olvidar. Cuando tienes TOC tienes muchos miedos imaginarios que te mantienen en alerta todo el rato y te incapacitan. Los miedos irracionales me hacían sufrir más que el real.
¿Cómo llevaban tus padres tu problema ‘real’?
Mal. Sufrieron mucho. Mi padre me lo confesó en una entrevista que le hice en un programa de humor que presenté en la ETB. Ahí me dijo que cada vez que corría en la escuela o jugaba al fútbol él siempre estaba pendiente de cómo respiraba. No lo supe hasta ese momento, de sopetón ante las cámaras. Ellos lo han pasado peor que yo con ese miedo.
No disfrutaste de tu carrera de futbolista ni cuando sólo eras un crío.
Yo disfrutaba en el frontón de mi barrio, pero con 13 años, que me ficha la Real, ya empiezo a sentir el agobio en el campo de que los errores importan. Volví a disfrutar cuando ya me hundí del todo y me fichó el Lemona, un equipo de un pueblo de 3.000 habitantes. Ahí ya nadie me conocía, el mundo entero se había olvidado de mí como futbolista y tenía cero presión así que volví a disfrutar.
Tu carrera es a la inversa de la de cualquier futbolista. Cuanto más alto estabas, más sufrías.
Está claro. A mí me incapacitaba la presión. Debuté con 19 años y a esa edad sólo hay dos posibilidades para triunfar. O eres más maduro de lo que te toca o eres un inconsciente y no te importa fallar. Yo no era ninguna de las dos y no supe gestionar la presión.
Tenías la presión del fútbol profesional y la 'extra' de ser vasco y jugar con España.
Releyendo el libro me he dado cuenta de que he sido especialmente sensible desde muy pequeño y siempre he querido quedar bien con todos y no molestar a nadie. Eso me despertaba las alertas. Por eso, siendo un chaval vasco de los 90, mi preocupación era qué cara poner ante la cámara con el himno cuando jugaba con la selección. Si me ponía serio alguno pensaría que rendía honores. Y si me reía, que estaba de cachondeo. No quería dañar a nadie pero eso me quitaba muchísima energía.
Pensabas más en los demás que en ti mismo.
No creo que sea por una cuestión de generosidad o altruismo. Es sentimiento de culpa. No quiero que nadie se sienta mal por mi culpa. Me sigue pasando como cómico. Me gusta auto ridiculizarme y me funciona bien pero me cuesta más hacer humor con lo que le pasa a los demás.
Te daba reparo hablar sobre compañeros en el libro. ¿Alguno te ha llamado para echarte la bronca?
De momento, no. Pero es cierto que estoy pendiente del teléfono y, cuando me llama algún ex compañero, lo cojo dudando por si será para darme la enhorabuena o para decirme que algo le ha molestado. Hace poco me llamó Aitor López Recarte y lo cogí acojonado. Aunque es cierto que ponemos muy bien a casi todo el mundo y no hemos querido molestar a nadie.
En el libro aseguras, por ejemplo, que la Play te salvó la vida.
Suena muy banal, pero la realidad es que entre ella y mi amigo lo hicieron. Estaba en una depresión profunda y no quería escuchar mis pensamientos. Durante muchas tardes apagaba el cerebro con la consola y un colega porque eran momentos muy duros para mí.
Toca temas tabú relacionados con el fútbol: cómo te fumas un porro, cómo bebías después de los partidos, cómo ibas de fiesta…
Con la marihuana tuve un problema que hizo estallar lo que se venía cociendo durante años, lo que hizo que mis problemas fueran reconocibles y diagnosticables. Hablo con tranquilidad de ello porque nunca he probado una droga más dura que esa y nunca lo hice de manera asidua. No tengo nada que esconder al respecto. Sobre el alcohol, lo tengo todavía más claro, ya que cuando estaba mal sólo me encontraba bien o bebiendo o durmiendo. No sé si es bueno que un deportista cuente esto, pero es la verdad y quería contarla.
Cuando estaba mal sólo me encontraba bien o bebiendo o durmiendo. No sé si es bueno que un deportista cuente esto, pero es la verdad y quería contarla
Esto acerca mucho las figuras de los futbolistas a la tierra. Son personas normales más allá de la fama.
Imagino que ahora todo ha cambiado con los móviles y eso. No sé qué harán los futbolistas para ir de fiesta, pero es cierto que Donosti es un lugar tranquilo para los jugadores. Aquí viven bien y la gente les da tranquilidad. En nuestra época no pasaba nada por salir de fiesta, era algo más o menos normal.
Pasemos al TOC. Al principio tú no sabías qué te pasaba, nadie te lo había diagnosticado y eras bueno ocultándolo. ¿Nadie se daba cuenta?
Me veían hacer cosas raras como lavarme las manos cientos de veces o colocar las chanclas en un lugar exacto y al milímetro en el vestuario y me vacilaban, pero siempre de broma. En casa era más difícil disimularlo y gastaba muchísima energía en eso.
¿No te molestaba que nadie te echara una mano?
No, porque siempre me refugiaba en el humor y lo escondía muy bien. Igual si no hubiera sido tan bueno escondiéndolo, alguien me habría ayudado antes. Pero la realidad es que era muy vergonzoso contar todo lo que me pasaba y lo que hacía, así que prefería disimularlo. Era muy muy creativo.
Y tanto. Llegaste a fingir una lesión contra el Real Madrid. Eso es creatividad…
Sí. Eso fue tremendo. Fue en mi primer año en Primera. Era el defensa de la Real que iba secando a todos los grandes delanteros hasta que me encontré con Raúl, al que ni veía en el campo. Entonces me asusté, me vi sobrepasado y fingí estar lesionado para que me cambiaran. Ahora lo pienso y me da vergüenza, pero sólo pensaba en escapar.
Hay que ser valiente para contarlo.
Bueno, no lo conté cuando me pasó y lo hago ahora, que han pasado 20 años y hay cierta distancia, que lo hace más fácil.
Al que no engañaste fue a Javier Clemente, tu entrenador entonces.
No, a él no. En cuanto salí del campo me dijo claramente. “Tú no tienes nada, chaval. Te has cagado”. Me vio que no podía jugar y me quitó aunque sabía que estaba fingiendo.
En el libro tocas otros temas como el sexo y no precisamente desde el punto de vista que todos nos podríamos imaginar pensando en un futbolista de Primera, la fama…
Siempre decimos Ander y yo que en el libro hay mucho sexo, pero malo. No es por nada morboso sino para dejar claro que los jugadores son personas y le pueden pasar cosas como las que me pasaron a mí. Por muy futbolista que seas nadie te ha enseñado nada para tu primera experiencia sexual.
En el libro hay mucho sexo, pero malo. Por muy futbolista que seas nadie te ha enseñado nada para tu primera experiencia sexual
¿Cuál crees que ha sido el más duro de todo este tiempo? En el libro mencionas incluso el suicidio.
Hay dos momentos. En el año del subcampeonato, después de estar siete meses sin jugar ni un minuto, me tocó ser titular contra el Deportivo y estaba con un TOC muy severo. Sólo podía cruzar las líneas con el pie derecho, me daba miedo marcar a los delanteros porque estaban sudados y pensaba que me iban a contagiar algo… Antes del partido me asaltaron todas las dudas y los miedos y fue muy duro porque además nos jugábamos la Liga y el partido era televisado. Por suerte, una vez en el campo, la cabeza me funcionó bien.
El otro momento fue en Vigo, a donde fuimos a jugar para poder ganar la Liga y yo prefería no ganarla por todos mis miedos. Con este libro, y pidiendo perdón a todas las personas implicadas, me he reconciliado con ese momento.
En el libro pides muchas veces perdón.
Sí, porque no quiero molestar a nadie. Lo hago en el libro y en la vida. Es que contar que eres jugador de la Real, que estás a punto de ganar la Liga y que tú no quieres hacerlo, es muy duro. Allí había muchísimos aficionados que soñaban con ese título y escuchar eso de un jugador podría molestarles.
Pero hay que ver tu contexto particular.
Obviamente, si el lector tiene un mínimo de empatía, lo entenderá.
¿Cómo se lleva mejor el TOC? En el fútbol, en la tele (presentó un programa en la ETB después de colgar las botas), en el teatro (es actor y monologuista), con la guitarra (llegó a grabar un disco) o delante del papel en blanco.
Lo llevo mucho mejor ahora porque tengo más herramientas. Además, en el escenario tengo un texto que sé que funciona y sólo tengo que contarlo. En el fútbol había muchas más variables que yo no podía controlar. Ahí es donde cualquier problema de salud mental se desborda. Cuando me subo a un escenario siempre me pongo un poco tenso y tengo que estar pendiente de que el TOC no aflore demasiado, pero siento que todo está bajo control.
En la actualidad, ¿los problemas de TOC le generan mucha incomodidad?
No, nada que ver con el pasado. Estoy muchísimo mejor que antes, pero siempre hay que estar atentos y usar las herramientas que ya tengo. Siempre hay algo que queda por ahí, pero por suerte ahora no me incapacita para nada.
¿Qué será lo próximo?
Siempre hemos tenido una fantasía, aunque más en broma que en serio, y sería hacer una serie de ficción en la que Javier Clemente hiciera de Javier Clemente. Es medio en broma, pero ¿quién sabe?