En los años 90 Jan Ullrich parecía que iba a ser la gran promesa del ciclismo. Lo tenía todo a su favor. Sin embargo, la que iba a ser la gran estrella de las competiciones solo logró ganar un Tour de Francia, que ya tiene su mérito, y rápidamente se vio eclipsado por Lance Amstrong y superado por su poca disciplina y una condena por dopaje que le introdujo en una espiral fatal de alcohol, drogas y violencia que ya es capaz de verbalizar en su documental, ‘Jan Ullrich – The Hunter’.
El exciclista alemán, de 50 años, es capaz ahora de abrirse para contar las sombras que le han acompañado desde hace años y poder verbalizarlas al encontrarse en paz con su pasado, tanto que no se molesta en reconocer que esa espiral de autodestrucción lo llevó a estar “al borde de la muerte” porque “consumía mucha cocaína, bebía whisky como si fuera agua”.
Las adicciones empezaron cuando competía y, pese a reconocer que estuvo sin beber nueve meses, llegó un día en el que se bebió un vaso y eso le llevó a perder totalmente el control. “Pasé del vino al whisky. Primero era un vaso al día, luego dos. Era un deportista de alto nivel y podía llevar mi cuerpo hasta el extremo. Eso me permitió ganar un Tour, pero también ir en otra dirección. Podía beber más whisky e inhalar cada vez más cocaína. Mi cuerpo resistió”, relata en el documental.
Y el desenfreno le hizo cometer locuras que bien podrían haberle costado la vida. “Se me ocurrieron desafíos y una vez quise establecer un récord mundial: me fumé más de 700 cigarrillos en un día, no sé cómo aguanté”.
A todo esto se le sumó su caída en desgracia profesional cuando en 2006 “caí del pedestal de favorito a ganar el Tour. Pasé de ser un pura sangre a un caballo de granja, aún me duele. Cree mis problemas por mis propios errores y debilidades. Alcancé la cima y caí hasta el infierno”, recuerda Ullrich.
“En 2018 estaba totalmente deprimido. Sufrí como ciclista, pero tras mi carrera todo ese sufrimiento fue en la dirección equivocada. Ese año estaba en mi punto más bajo, con todo lo que una persona podía soportar física y mentalmente. El siguiente paso había sido la muerte”, reconoce ahora, siendo capaz de hablar del infierno en el que ha vivido todos estos años.