El último baile de Andrés Iniesta tenía que ser un Clásico. Concretamente uno de leyendas que enfrentó a exfiguras del Barcelona y del Real Madrid en el estadio Ajinomoto de Tokio, la ciudad en la que el manchego jugó sus últimos años como jugador profesional. Ahí volvieron a compartir terreno de juego viejos amigos y rivales como Iker Casillas, Xavi Hernández, Javier Saviola, Roberto Carlos, Rivaldo o Paco Buyo. Se impusieron los azulgrana (2-1), pero lo de menos era el resultado, lo importante era disfrutar con los colegas y, a su vez, hacer disfrutar a los asistentes.
"Ha sido un momento muy especial volver a jugar con Xavi después de 9 o 10 años. Evidentemente, no es como antes, pero ha sido muy bonito volver a compartir equipo y el centro del campo", dijo Iniesta tras haber vuelto a compartir pases con el jugador junto al que lideró una época dorada tanto en el Barcelona como con la selección española. Otro que compartía entusiasmo por volver a calzarse las botas y marcar gol fue el argentino Saviola: "Sigo disfrutando cada vez que nos toca jugar, y más con el estadio lleno y con tanto cariño como el que nos ofrecen en Japón siempre, la alegría es más grande todavía".
Fabio Cannavaro, futbolista del Real Madrid entre 2006 y 2009, se expresaba en el mismo sentido sobre esta clase de reencuentros con compañeros con los que se vivieron grandes experiencias: "Siempre te da buen recuerdo, siempre es bueno venir aquí y disfrutar con los amigos". Casillas también compartí en su Instagram una instantánea en la que posaba junto a otras dos leyendas de la portería blanca, Paco Buyo y Pedro Contreras, y escribía 'Miticazos!!!".
Quien tiene un amigo tiene un tesoro, y aunque nos pasemos mucho tiempo físicamente alejados de ellos, volver a juntarse siempre es especial. Un estudio de la Universidad de Harvard realizado a lo largo de las décadas llegó a la conclusión de que cuando se trata de bienestar, más que la genética lo que importan son las buenas relaciones personales y los afectos sostenidos. Así, cuidar de nuestras relaciones es también una forma de cuidarnos a nosotros mismos.
Está científicamente comprobado que cuando nos juntamos con los colegas la actividad de nuestros cerebros tiende a sincronizarse. Y cuanto más fuerte es el vínculo más ajustada es esa sincronización. Una de las zonas cerebrales que se activa con más intensidad a medida que aumenta la relación de amistad es el denominado núcleo accumbens, que se encarga de generar sensaciones placenteras y de bienestar.
Y también está muy documentado que, a nivel neuroquímico, la presencia de nuestros amigos estimula la producción de endorfinas, unos neurotransmisores cuya acción en el cerebro es, precisamente, estimular esas sensaciones placenteras. Además, las endorfinas pueden ser incluso más efectivas que la morfina para controlar el dolor. Por lo tanto, se podría decir que la amistad disminuye la sensación de dolor, no solo el físico sino también el psicológico.
Además, también hay pruebas de que pasar un rato charlando con nuestros allegados reporta beneficios cognitivos e intelectuales. Lo bueno es que no hace falta ser una leyenda del fútbol para convocar a los viejos colegas. Aprovechemos cualquier oportunidad que se nos presente para quedar con esas amistades con las que no podemos tratar tan a menudo como quisiéramos.