Dicen que, a medida que se cumplen años, uno se vuelve cauto y tranquilo. Atrás suelen quedar los años agitados de la juventud, las noches interminables o las locuras espontáneas propias de los que tienen toda la vida por delante. Que la madurez, al fin y al cabo, es sinónimo de prudencia y retiro. Pero cada día constatamos que la edad es solo un número, y que un número no debe determinar lo que debemos o no debemos hacer con nuestra vida. Un buen ejemplo es el alpinista Jordi Tosas (Blanes, Catalunya, 1968), uno de los deportistas de montaña más importantes de nuestro país.
El lunes 5 de abril, Tosas publicó una foto en su perfil de Twitter. En ella aparece colgado de una pared vertical, aparentemente sin cuerdas, en la modalidad de escalada conocida como 'solo integral'. Se trata, simple y llanamente, de subir paredes sin más material que las propias manos, los pies de gato y el casco. "Cincuenta y tres primaveras y seguimos igual de lokos!!!!", escribió en el pie de foto. Un texto que denota su amor incondicional por la naturaleza y el rechazo a los cánones edadistas impuestos por la sociedad. Si el cuerpo lo permite, ¿por qué dejar de hacer lo que a uno le hace feliz?
El deportista catalán acumula experiencia en distintas labores relacionadas con el mundo del alpinismo. Es guía de alta montaña UIAGM (técnico deportivo superior en alta montaña) y ostenta una academia de montaña, la 'Off Trail Academy', donde oferta cursos de preparación en la distintas disciplinas que rodean al alpinismo.
También es coordinador de expediciones en Pirineos, los Alpes franceses e incluso la cordillera del Himalaya. Su labor comercial se ha combinado, al mismo tiempo, con conferencias deportivas y empresariales, así como con tareas de asesoramiento técnico y de desarrollo para marcas de material deportivo. El prestigioso escalador es, también, profesor en el Instituto de Medicina de Montaña y el Deporte (IMMED).
Amante del alpinismo ligero y la soledad en la montaña, Tosas ha abierto nuevas rutas en algunas de las montañas más altas del planeta. En 2008 emprendió un viaje en solitario a Nepal en el que se dedicó a abrir nuevas rutas en distintos montes, una de las prácticas más valoradas dentro del mundo de la alta montaña. Aquel periplo nepalí, realizado fuera de temporada (en noviembre), se saldó con varias nuevas vías: dos rutas de escalada en el Amphu Gyabtsen, una nueva ruta al Nuptse (7.861 metros) y un intento en solitario a la pared sur del Lhotse (8.516 metros), donde llegó a los 7.500 metros, tal y como explicó a Barrabés.
En 2016 acompañó al corredor y alpinista Kilian Jornet en su ronda de reconocimiento por el Everest, el monte más alto del planeta (8.849 metros). Su conocimiento de la región, el disfrute común por el alpinismo ligero y la experiencia en situaciones de riesgo fueron los motivos que le llevaron a compartir cordada a Jornet en su intentona, una cumbre enmarcada en su proyecto 'Summits of my life'. El documental 'Path to Everest' (2017) recoge muchos momentos de aquel viaje, algunos críticos y agónicos, como las complicaciones que sufrieron en la primera aproximación, perdidos en medio de una terrorífica nube de mal tiempo que impedía la visión y el descenso.
Tosas es un amante incondicional de la montaña. Una de esas personas que necesita vivir en contacto con la naturaleza. "Soy un nómada, uno de aquellos que se gana el pan y se lo come en las montañas de nuestro planeta. Solo espero que salga el sol o que llueva cada mañana para celebrar el ciclo de la naturaleza y seguir viviendo como parte de ella", reflexiona en su página web.
Hay que ser conscientes de que la alta montaña no está hecha para todo el mundo. Tanto el 'solo integral' como el esquí de montaña, las ascensiones fuera de temporada o cualquier otra actividad relacionada con este mundo son deportes especialmente peligrosos y necesitan experiencia, conocimiento y una toma acertada y constante de decisiones difíciles. El hecho de que Tosas, a sus 53 años, continúe estando 'igual de loco' que a los treinta solo responde a una vida entera dedicada a los deportes extremos, con su consiguiente entrenamiento y adquisicion de experiencia.
Es imprescindible, de este modo, tener claro que la naturaleza no hace distinciones, y que los humanos que se adentran en ella han de saber que, en cualquier momento, pueden quedar expuestos a merced de una racha violenta de viento, una avalancha de nieve o una piedra suelta en el peor momento.