Peleas nocturnas y provocación: el día que Mike Tyson acudió a declarar en Brasil con una camiseta de Maradona
Mike Tyson ha polemizado siempre, tanto fuera como dentro del ring
Sus historias han definido siempre su carácter, temperamental y excéntrico
Te contamos una de sus anécdotas más desconocidas
Hay pocos personajes en la historia del deporte estadounidense tan controvertidos como Mike Tyson (55 años). El expúgil norteamericano, una de las grandes leyendas del boxeo a nivel mundial, ha sido un contenedor constante de polémicas, esperpento e incomprensión. Suele ocurrir con aquellos que, además de ser grandes deportistas, son auténticos personajes: los triunfos y los grandes momentos deportivos terminan opacados por la magnitud de las anécdotas y los momentos más extraños. Y con Mike Tyson no iba a ser diferente, porque pocos han polemizado tanto fuera de su actividad profesional.
Orgías, drogas, peleas fuera del ring, un mordisco tan histórico como antideportivo, sumas millonarias gastadas en caprichos inverosímiles… Tyson ha sido una constante bomba de relojería por sus innumerables salidas de tono y su protagonismo en historias que hoy ya forman parte de lo extradeportivo. Pero entre tantos momentos recordados, hay algunos que han permanecido prácticamente en el olvido y son igual o más extravagantes que las más célebres. Hoy, te contamos una que pasó desapercibida y merece ser contada.
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Una fiesta en Sao Paulo
Era noviembre de 2005. Un Tyson alejado de la vida profesional -se había retirado en verano de ese mismo año después de perder por retirada contra Kevin McBride- estaba pasando unos días en Brasil. El ya exboxeador se encontraba disfrutando de una fiesta en un club nocturno de lujo en Sao Paulo. La prensa, que sabía que Tyson había viajado a Brasil, se enteró del lugar en el que estaba y acudió para filmarle. Al llegar al lugar, todo se torció.
Hasta allí acudió un equipo periodístico de la red Sistema Brasileño de Televisión (SBT), que comenzó a invadir su privacidad grabándole. Según parece, el púgil pidió 'amablemente' en reiteradas ocasiones que cesaran en su actividad, pero los periodistas hicieron caso omiso. Aquello no debió hacerle gracia a Tyson, un fornido mastodonte de 1,78 y unos 100 kilogramos de puro músculo, mala leche y temperamento inestable. Al comprobar que no le hacían caso, procedió a encargarse él mismo de solventar la situación.
Golpeó al cámara, según el afectado
El excampeón mundial de los pesos pesados agredió al camarógrafo, el brasileño Carlos Melo, y según parece destruyó el material audiovisual que habían conseguido para cerciorarse de que lo que fuera que estuviera haciendo en la discoteca no salía a la luz. No son elucubraciones sobre lo que pudo pasar; en un teletipo sobre lo acontecido, la agencia EFE recoge el testimonio de Melo, quien aseguró ante la policía que Tyson "le arrebató la cámara para intentar retirar la película y que, como no lo consiguió, lo golpeó en la cabeza con el equipo y luego arrojó la filmadora al suelo, con lo que quedó destruida".
Por su parte, Tyson "admitió su responsabilidad, fue acusado formalmente de lesión corporal y daños a propiedad ajena y, para ser liberado, tuvo que firmar una declaración en la que se comprometió a presentarse ante un juez antes de abandonar Brasil".
Fue en la declaración ante el juez cuando el exboxeador demostró su carácter osado, provocador y agrandó aún más su leyenda. Tyson acudió nada más y nada menos que con la camiseta de Diego Armando Maradona de la selección argentina de fútbol, firmada por el propio 'pelusa' unos días antes. Sobra contextualizar que Argentina y Brasil, al menos el terreno deportivo, mantienen una rivalidad histórica que genera partidos de alto voltaje y tensión máxima.
Aunque había jugado con fuego, la vista oral no supuso mayor problema para él. El juez asumió como veraz el relato de la policía, que aseguró que Tyson fue "amable" y colaborador en todo momento y le dejó en libertad. De allí, el ex campeón mundial acudió a Rio de Janeiro y nunca más se supo mucho más acerca de la historia, que quedó guardada como uno de los ejemplos gráficos más claros del carácter y la personalidad de unos de los personajes más excéntricos de la historia del deporte estadounidense.