Seguramente en los últimos años has escuchado hablar del mindfulness, pero por una cosa o por otra no te queda claro qué es exactamente. Lo cierto es que es un concepto que cuenta con múltiples definiciones y en ocasiones se puede llegar a confundir con la meditación, y no son precisamente lo mismo. Por el momento, el mindfulness se puede definir como prestar atención siempre de forma consiente al momento presente, de cómo nos relacionamos con todo lo que nos rodea. A pesar de parecer un concepto nuevo, esto del mindfulness parece que viene de lejos y que cuenta con más de 2.500 años de antigüedad, pues se cree que su origen está en la tradición budista.
Traducido al español, al mindfulness se lo conoce como atención plena y su auge lo ha convertido en un gran negocio en el que las empresas lo introducen para intentar aumentar la productividad de sus trabajadores o los centros académicos hacen lo propio para intensificar el rendimiento de los alumnos. En definitiva, la atención plena es algo así como focalizarse en el aquí y ahora tomando conciencia de lo que sucede, de lo que pensamos y sin juzgar nada de ello aunque sea algo malo. El mindfulness es la capacidad de conexión con el presente.
A pesar de parecer algo sencillo, no lo es. Así lo ha explicado en múltiples ocasiones John Kabat-Zinn, referente en mindfulness desde hace décadas en occidente que no ha dejado en ningún momento de seguir analizando y mejorando la técnica. Aunque centrarse en el presente es algo simple, realmente no es una tarea sencilla debido a que muchos de los pensamientos aún siguen anclados en el pasado o tienen demasiadas vistas al futuro. Precisamente estos pensamientos, que prácticamente toda la población tiene, son los que impiden que se disfrute en su totalidad de lo que ocurre aquí y ahora, en la mayoría de ocasiones por estar pendientes de demasiadas tareas a la vez.
El mindfulness parece que puede actuar de forma positiva en la mente y el cuerpo de quienes lo practican. Uno de sus principales beneficios es la disminución del estrés y de la ansiedad, quizá su efecto más relevante y por el que más se lo conoce. Precisamente, gracias a mejorar estos aspectos se puede conseguir un mejor estado de ánimo, llevar una vida más calmada o prevenir algunas patologías que pueden estar relacionadas con el desarrollo del estrés o la ansiedad, como la hipertensión u otros problemas cardíacos.
También permite una mayor conexión con uno mismo, lo que provoca que las reacciones frente a posibles hechos desagradables no sean tan escandalosas y se puedan afrontar de una forma mucho más relajada. Además, permite una mayor focalización de las tareas, es decir, mantiene una concentración plena sobre algo en concreto, dejando las distracciones totalmente aparte.
El mindfulness parece tener múltiples beneficios, pero algunos estudios avalan las posibles ventajas que puede tener sobre el envejecimiento. Esto se debe a su efecto en los telómetros, la parte final de los cromosomas que, cuanto más estrés tenemos, más se acortan y, por tanto, más se acelera el envejecimiento. No es que el mindfulness alargue la vida, pero a través de la atención plena se puede conseguir regular todo el proceso de envejecimiento mientras se trabaja el estrés. Es más, el trabajo de mindfulness puede llegar a mejorar ciertos aspectos del organismo que podrían disminuir las probabilidades de sufrir una enfermedad crónica.
Hay quien cree que el mindfulness es un conjunto de técnicas para conseguir esa atención plena, pero en cambio otros que lo relacionan más como una filosofía de vida. En la actualidad y con el constante estrés con el que se vive es probable que muchas personas no encuentren cinco minutos para despejar la mente, relajarse y conectar consigo mismo y con el presente.
Una de las técnicas más utilizadas es la de la respiración. Entra el aire de forma suave por la nariz y lo sueltas tranquilamente por la boca. Un ejercicio que puedes hacer casi en cualquier momento, aunque lo mejor es que no hayan distracciones y si las hay, detecta qué fue para intentar que la próxima vez no capte tu atención. Y si quieres comenzar el día con atención plena, el desayuno es el mejor momento. Fuera distracciones, mantén un ambiente tranquilo y céntrate en el sabor y el olor de lo que estás tomando en ese momento, en el presente.
Conectar con el aquí y ahora y consigo mismo no es una tarea fácil, pero intentarlo poco a poco puede traer beneficios tanto físicos como mentales. Por lo que el mindfulness, más allá de una nueva palabra de moda, puede ser una vía de escape para mantener una vida más serena y con menos estrés.