Amaya Valdemoro defiende a Jordan ahora que muchos dicen que se les ha caído el mito con el documental
La ex campeona de Europa, fan desde niña, explica por qué el 23 de los Bulls ha sido tan importantes en las últimas tres décadas (vídeo de arriba)
Analizamos con ella (segundo vídeo) la serie documental ‘The Last Dance’, último fenómeno en España, donde se repasa la carrera de Jordan: su infancia, el asesinato de su padre, su paso por el béisbol o los Juegos Olímpicos de Barcelona
"Entre hacer amigos o ganar anillos, él eligió ser el número uno", responde a los que hablan de su modo de tratar a los compañeros
Desde que recuerdo he sentido predilección por Jordan. Su modo de saltar, que era poesía, la gemelera en la pierna derecha, la camiseta que recortaba con el piquito blanco justo por los hombros y que todos imitábamos, las zapatillas-icono... hasta su ansia de victoria. Su figura me ha influido mucho, pero no solo a mí, sino a varias generaciones de jugadores. Es el mejor de todos los tiempos y ver esta serie ha sido tener los sentimientos a flor de piel: volver a ser una niña, una profesional con hambre de títulos, una jugadora que entrenaba como si la vida me fuera en ello. Ha sido una bonita vuelta al pasado y lo he disfrutado mucho: fue el más grande y no me cansaré de decirlo.
Pero además también fue el más carismático que ha pisado una pista de basket y un gran innovador del juego y de lo que lo rodea. Si echamos la vista atrás, la maquinaria de la NBA actual no sería lo mismo sin él: cómo jugaba, lo que hizo con la moda y con Nike (cuando las zapatillas de baloncesto eran solo de Converse y Adidas) y las ganas de verle volar de miles de personas, hicieron de un deporte un espectáculo. Así que no es de extrañar que haya sido uno de los más imitados de la historia y el deportista que mejor ha quedado en cámara nunca.
Siempre he tenido en él un modelo. Y ahora comprendo mejor su época y de dónde venía. Se le ha mirado mucho estos días lo que luchó o no por el movimiento negro en los noventa y hay que tener en cuenta el tiempo en el que vivió su generación. Ahora sí ha hecho una declaración apoyando a la causa contra el racismo. Y eso es importante. Al final cuando se está en lo más alto todo lo que haces se mira con lupa.
Y en ese sentido él no ha sido perfecto. Pero también entiendo que ha llevado una carga sobre sus hombros absolutamente tremenda en la que, cuando no existían aún las redes sociales, consiguió convertirse en un icono mundial. No me puedo ni imaginar esa presión. Todo lo que hacía llegaba a cualquier rincón del planeta... De hecho, entiendo ahora mejor los motivos de su retirada momentánea al béisbol: fue para escapar de todas esas miradas y hacer algo que íntimamente deseaba sin pensar en lo que los demás pensasen sobre ello.
Como jugador es inigualable. Puede haber quizá otros más completos como LeBron, pero sin ningún tipo de dudas digo que es el mejor jugador que ha habido en todos los tiempos. Sobre todo por ese liderazgo que ejercía, que entiendo perfectamente. Y, como yo, otros muchos jugadores y jugadoras profesionales con los que he hablado del tema.
Entiendo todo lo que hacía en el vestuario para sacar lo mejor de cada uno de sus compañeros. Y no cuestiono si era buena o mala persona, como están haciendo ahora muchos: cuando entras en una cancha de baloncesto eso es un trabajo y quieres sacar lo mejor de ti y del resto.
Y desde luego hay formas y formas, pero está claro que a él le iba bien esa: ganó los títulos que ganó y eso que logró nadie lo ha vuelto a conseguir. De hecho, uno de los momentos más emotivos del documental es cuando rompe a llorar cuando le enseñan esa parte del trato con los compañeros. Si la balanza está entre hacer amigos o ganar anillos, él eligió ser el número uno. Si en la balanza está pasarlo bien o pasar a la historia, lo segundo. Y el resultado es que, al final, todos querían estar en los Bulls con él. De hecho, han intentado reconstruir la franquicia mil veces y nunca ha llegado al Olimpo que él construyó. Gracias, Michael.