Adiós al tabaco: ¿es mejor dejar de fumar de golpe o hacerlo gradualmente?
Hace unos años casi 700 personas decidieron dejar de fumar y un grupo de investigadores analizó qué porcentaje lo consiguió gradualmente y cuáles de forma radical
Los exfumadores aseguran que los beneficios al apagar el último cigarro se empiezan a notar casi enseguida
El 31 de mayo se celebra el Día Mundial Sin Tabaco, un buen motivo para tirar a la basura la cajetilla y dejar el hábito
Lo normal es empezar a fumar muy joven tal vez para integrarse en el grupo sin ser consciente de la esclavitud que se crea y del daño al organismo que genera el tabaco. Al cabo de dos, diez, veinte, treinta años… uno reacciona por fin y decide plantarse frente al horrible hábito, pero llegan las dudas sobre cuál es el mejor método para dejar de fumar. Desde Uppers hemos consultado con los especialistas qué pasa cuando se deja de fumar de golpe y hemos aprovechado para recoger los resultados de un estudio al respecto.
Las consecuencias que provoca fumar en el organismo son de sobra conocidas y hasta el fumador más enganchado las lleva grabadas en sangre pesándole cada día como una losa. Además, fumar también es malo para los que rodean al fumador llegando a sufrir consecuencias también nefastas. A ese fumador le falta convencerse a sí mismo y tomar la decisión de dejar de fumar definitivamente. También tiene que decantarse por un método, el que crea que le va a resultar infalible. Una de las preguntas más comunes es si es mejor dejar de fumar de golpe o hacerlo gradualmente.
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Un estudio analiza si es mejor dejar de fumar de golpe o gradualmente
En la Universidad de Oxford, en el Reino Unido, un grupo de investigadores llevó a cabo un estudio hace unos años para comprobar qué estrategia tenía más éxito. Comprobaron que era mayor el porcentaje de personas que conseguía dejar de fumar cuando lo hacían de forma radical. El problema es que, aunque los especialistas aconsejen que el mejor método es terminar con el hábito de golpe, normalmente los fumadores no se ven capaces y prefieren ir poco a poco reduciendo el número de cigarrillos diarios.
En el estudio, los investigadores contaron con la participación de 697 fumadores que tenían en mente dejar el tabaco. Un grupo se puso una fecha para terminar con su hábito y el otro fue acortando la cantidad de cigarros durante 14 días hasta no fumar ninguno. Todos y cada uno contaron con apoyo y asesoramiento médico semanal al igual que pudieron utilizar parches o chicles de nicotina u otras terapias sustitutivas de la nicotina. Tras cuatro semanas de asesoramiento, consiguieron dejar de fumar el 49% de las personas que se habían decantado por hacerlo de golpe. Sin embargo, solo el 39% de las que querían abandonar el hábito gradualmente lo logró. Con lo cual, la probabilidad de éxito fue un 25% mayor por el método radical.
Apoyo y asesoramiento para abandonar el hábito
Por parte de los profesionales sanitarios, independientemente de este resultado, es válida cualquiera de las dos estrategias. Hay que centrarse en prestarles todo el apoyo y la ayuda que necesiten hasta alcanzar el objetivo de no volver a fumar. Las consecuencias que ocasiona el tabaco además del cáncer de pulmón, vejiga, garganta, esófago o boca son enfermedades pulmonares, cardiovasculares o bucales, hipertensión arterial, pérdida de la capacidad olfativa o gustativa, entre otras.
Aquel que cumple su objetivo y deja de fumar subraya que los cambios positivos que se empiezan a percibir son casi inmediatos lo que ayuda enormemente. En tan sólo 20 minutos tras apagar un cigarro la presión arterial y el ritmo cardíaco disminuyen. A las dos semanas comienza a mejorar la función pulmonar y la circulación sanguínea. Al mes se reduce la tos y las dificultades respiratorias ante una caminata o una cuesta. El exfumador ya se encuentra mucho mejor. Al año hay menos posibilidades de un problema cardíaco. Después de cinco años sin fumar se rebaja a la mitad el riesgo de padecer cáncer de vejiga, garganta, esófago y boca. A los diez años el organismo se puede llegar a recuperar y es como si no se hubiera fumado.
Nunca es tarde para dejar de fumar ya sea poco a poco o de forma drástica y cuanto antes mejor. Existen terapias que funcionan y los profesionales sanitarios acompañan en el proceso siempre que el fumador esté mentalizado de verdad. Además, conseguir abandonar el vicio es motivo de orgullo. Se deja a atrás esa ansiedad de llevar el tabaco a todas partes. También termina la angustia que genera la prohibición de fumar en lugares cerrados, en un vuelo, en muchas playas… y por fin se aprecia la libertad de una vida sin tabaco.