¿Qué pasa en tu cerebro cuando estás mucho tiempo solo?
El estilo de vida y el papel que juegan las nuevas tecnologías en la comunicación han provocado que nos sintamos más solos
¿está nuestro cerebro preparado para asimilar esta nueva situación?
El aislamiento social está ligado a cambios en la estructura cerebral y la cognición
En España hay cinco millones de personas viviendo solas. Es decir, algo más de uno de cada diez hogares son unifamiliares. Por edades, el 43,6% tienen 65 años o más. Pese a que muchas de ellas lo hacen por decisión propia, la pandemia ha pasado factura y, de acuerdo con los estudios, los españoles fueron los que más solo se sintieron durante el confinamiento y resto de restricciones de movilidad. El estilo de vida y el papel que juegan las nuevas tecnologías en la comunicación han provocado que, pese a sentirnos más conectados que nunca, también estamos más solos. Pero ¿está nuestro cerebro preparado para asimilar esta nueva situación? Un estudio publicado en la revista Neurology asegura que el aislamiento social está ligado a cambios en la estructura cerebral y la cognición, llegando incluso a aumentar el riesgo de demencia en los adultos más mayores.
Tras analizar a casi medio millón de personas, los participantes fueron divididos entre socialmente aislados (si vivían solos, tenían contacto social solo una vez al menos y hacían actividades menos de una vez a la semana) y lo que no. Los primeros eran cerca de 32.000, y se les hizo un estudio por neuroimagen que demostró que aquellos socialmente aislados tenían una cognición más deficiente, por ejemplo, en aspectos como la memoria o el tiempo de reacción, y un menor volumen de materia gris en varias partes del cerebro.
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¿Qué le pasa a nuestro cerebro?
Pese a que los cambios son relevantes, no se sabe exactamente a qué se deben. Existen varias teorías. Por un lado, los investigadores creen que es posible que las personas socialmente aisladas sufren estrés crónico, lo cual hoy día sabemos que influye negativamente en el cerebro. Otra teoría es que, al no usar determinadas áreas del cerebro con la misma frecuencia, estas tienden a perder su función, un fenómeno que está estudiado que ocurre con cierta frecuencia.
Por ejemplo, si una persona no participa en conversaciones sociales a menudo, su uso del lenguaje y otros procesos cognitivos como la atención y la memoria se ven perjudicados. Por otro lado, también ocurre lo contrario. Está demostrado que los músicos de cuerda, por ejemplo, tienen especialmente desarrollada la parte del cerebro encargada de la movilidad fina en la mano izquierda.
Pese a que los científicos aseguran que deben seguir estudiando los efectos concretos que tiene el aislamiento social en el cerebro, lo que sí queda claro es que acabar con la soledad puede ser clave para prevenir las enfermedades neurodegenerativas que son especialmente comunes en la vejez.