La felicidad depende de demasiados factores y el primero empieza en nosotros mismos y en nuestra forma de ser, pensar y actuar. Frente a las velas, en cada cumpleaños, es inevitable echar la vista atrás, quedarse con el momento o esperanzarse en que en el futuro seremos más felices. Cómo y cuándo alcanzar la felicidad es una preocupación común y un motivo de estudio continuo.
Desde Uppers hemos recogido las conclusiones de un trabajo que ha determinado cuál es la peor edad para ser feliz según la ciencia. Por si uno se encuentra justo en esa edad concreta que han remarcado los expertos, hay que recordar que las conclusiones de cualquier estudio nunca son ciertas al cien por cien. En todos ellos hay un porcentaje de fallo o flecos que no se han tenido en cuenta.
La Oficina Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos publicó hace dos años la investigación llevada a cabo por David Blanchflower, economista, profesor de la Universidad Dartmouth College y exmiembro del Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra. Este economista estudió a la población en 134 países y pudo analizar una extensa base de datos hasta afirmar que en la mayor parte de estos “existe una curva de la felicidad" aunque sus contextos culturales, económicos, sociales y de salud sean distintos.
Del total de países, 98 estaban en desarrollo, con unas condiciones de vida que podrían suponer una mayor infelicidad para los habitantes en comparación con los otros países más avanzados. En el estudio se realizaron encuestas a más de medio millón de personas a partir de las cuales fue posible medir su bienestar utilizando distintas metodologías.
Según David Blanchflower, las personas se sienten mejor en la adolescencia, pero son más infelices al término de la década de los cuarenta. Una vez cumplidos los cincuenta años y a medida que se acerca la vejez, valoran principalmente el sentido del bienestar. De este modo, podría decirse que se cumple lo que se conoce como “la crisis de los 40” después de los mejores momentos con la adolescencia y la madurez. Tras esa crisis, a los cincuenta ya se ven las cosas de otro modo y lo que se valora de verdad es el bienestar.
Como conclusión principal, en palabras de Blanchflower, de media en los países desarrollados la edad en la que sus ciudadanos son más infelices es a los 47,2 años. Esta edad se retrasa un poco en los países en desarrollo donde se fija en 48,2 años. El profesor, en una entrevista con la BBC para presentar el trabajo aseguró que la felicidad genera una curva a lo largo de toda la vida en forma de “U”, por los dos picos más felices en las etapas extremas: la adolescencia y la vejez.
Aseguró que "es algo que los humanos tenemos profundamente arraigado en los genes". A la edad de 47 años, las personas “tenemos muchas responsabilidades y nos volvemos más realistas, porque ya nos dimos cuenta de que no vamos a ser el presidente del país. Pasados los cincuenta, en cambio, agradecemos lo que hemos conseguido y lo que hay a nuestro alrededor", subrayó en la entrevista.
Es la etapa en la que "puedes decir a una persona que tienes buenas noticias porque de aquí en adelante las cosas van a mejorar". En realidad, lo que varía es la percepción del bienestar y no que las condiciones de vida objetivas vayan a mejorar. Incluso, el estudio reflejó cómo "hay personas que a los setenta años están sanas y felices de tener trabajo y ya no tienen tantas responsabilidades", contó el economista.
La explicación psicológica a esta curva en “U” de la felicidad está en que a medida que las personas envejecen, “aprenden a adaptarse a sus fortalezas y debilidades, al tiempo que disminuyen sus aspiraciones inviables”. La explicación también podría estar en que las personas más optimistas viven más tiempo, lo cual ayudaría a darle forma a esta curva de la felicidad.
Por un lado, a esa tendencia general de la percepción de bienestar, se añade el factor económico y es que el estudio reveló que unos ingresos insuficientes a los cuarenta causan infelicidad. El experto aseguró que a esa edad “se incrementa la vulnerabilidad frente a un contexto económico adverso”. Más aún si el nivel de educación recibida de joven fue bajo, se encuentra en situación de desempleo, la familia está desestructurada o no cuenta con una red de apoyo. Todo ello que destaca el estudio se hizo evidente durante la recesión económica que se alargó durante los años 2008 y 2009.
Por otro lado, en la mitad de la vida de una persona, antes de llegar a cumplir los cincuenta años, esa vulnerabilidad precisamente “hace más difícil lidiar con los desafíos de la vida en general”. En definitiva, forma parte de un proceso de maduración en el que se aprende a valorar más las cosas. Esa idea de conseguir un gran futuro deja paso a un punto de vista más realista y optimista.
No obstante, el análisis está sujeto a unos patrones de estilo de vida distintos a los actuales. Abarca desde los 'baby boomers' hasta la 'Generación Z' por lo que no es seguro que esta tendencia siga marcando el rumbo.