Las enfermedades que se pueden esconder tras una mala digestión: "No hay que trivializar la pesadez"

  • Hablamos con el doctor Diego Sánchez, especialista del aparato digestivo

  • Nos explica cómo algo a priori inocente como una mala digestión puede estar avisando de otras cosas

  • Sobre todo en verano, es bueno no pasarse recurrentemente de cantidades con las comidas

Hace calor, estamos de vacaciones y los excesos son parte del verano, pero si las malas digestiones son algo recurrente o no las has tenido nunca y comienzas ahora, puede ser que tu aparato digestivo intente decirte algo. Hemos hablado con con Diego Sánchez, especialista del aparato digestivo, para que nos aclare qué otras enfermedades pueden estar manifestándose.

Empecemos por el principio: ¿síntomas de una mala digestión?

Dolor abdominal, hinchazón, gases, flatulencia o alteración del hábito intestinal, entre otros. 

¿Y causas?

Estos trastornos tienen su origen en problemas como la Enfermedad Celiaca o ciertas intolerancias alimentarias, aunque también pueden traducir infecciones y, si son más persistentes y se acompañan de otra sintomatología “de alarma”, pueden ser secundarias a enfermedades más serias. El estrés es otro de los factores fuertemente asociados a la dispepsia.

¿Tendemos a ignorar o trivializar, en general, las señales que nos manda el cuerpo?

En general sí, porque el tener mala digestión es algo relativamente común. Todos hemos tenido la experiencia, muchas veces tras una comida copiosa o algún exceso desmesurado, de presentar sintomatología dispéptica. Comienza a ser relevante cuando se mantiene en el tiempo. Sin embargo, es importante estar atentos, ya que en ocasiones puede ser una llamada de atención ante la existencia de algún trastorno de la alimentación o alguna enfermedad asociada.

¿Qué enfermedades o trastornos pueden estar relacionados con un problema digestivo?

En general, la alimentación y el estrés son los principales causantes de estos problemas. Así, en situaciones de intolerancia alimentaria, fundamentalmente a azúcares complejos como la lactosa, fructosa o sorbitol, o en presencia de enfermedades complejas como la Enfermedad Celiaca, la presencia de sintomatología de dispepsia es la norma. También hay que tener en cuenta las alergias alimentarias, que muchas veces se manifiestan exclusivamente con síntomas digestivos. Por otro lado, el estrés, tanto agudo como en el contexto de trastornos del ánimo, como síndromes ansiosos o depresivos, es uno de los principales causantes de estos síntomas. No hay que olvidar que las infecciones como el Helicobacter pylori o parásitos, la presencia de sobrecrecimiento bacteriano e incluso, en muchas ocasiones, el propio tratamiento antibiótico, puede desencadenar estos síntomas. También factores hormonales tienen influencia en la calidad e intensidad de la sintomatología digestiva.

¿Cada vez hay más personas celíacas?

La Enfermedad Celiaca es una enfermedad que afecta a aproximadamente el 1% de la población mundial. Sin embargo, la inmensa mayoría de los pacientes no están diagnosticados, bien porque no presentan una sintomatología muy florida, bien porque están catalogados como otras patologías diferentes. De esta forma, es importante descartar la Enfermedad Celiaca ante cualquier paciente que acuda a la consulta con síntomas dispépticos, máxime si tienen antecedentes familiares de Enfermedad Celiaca o algún otro factor de riesgo. No obstante, es importante hacer un diagnóstico dirigido, ya que en ocasiones las analíticas son negativas y, sin embargo, el paciente tiene una base celiaca.

Cuál es el protocolo a seguir ante un diagnóstico grave o crónico vinculado con la digestión

Hay un subgrupo de pacientes en los que, con sintomatología que en principio pudiera pensarse que es banal, se descubre algún problema importante de salud. Estos problemas muchas veces son detectados al realizar la propia historia clínica, en la que el paciente nos cuenta algún síntoma que llamamos “de alarma”, como pérdida de peso, sangrado, anemia, masa abdominal, etc. En otras ocasiones, el diagnóstico llega con la realización de alguna prueba complementaria. En general, lo más importante es una detección precoz y adecuada del problema, por lo que no hay que tener dudas ni vergüenza en consultar por síntomas de dispepsia, aunque al paciente les puedan resultar banales.