La situación pandémica ha vuelto a ser alarmante después de unos meses de relativa calma. Parece que este fin de semana los datos han empezado a mejorar relativamente, pero la Comisión de Salud Pública mantiene su aprobación para administrar la cuarta dosis de la vacuna a los mayores de 60 y población vulnerable. BA.4 y BA.5, las nuevas variantes de la enfermedad, predominantes en todo el país, nos han recordado que el coronavirus sigue entre nosotros y han dado un aviso al sistema médico para estar preparado ante futuras olas similares a esta séptima que, por fin, estamos doblegando.
Con Centaurus amenazando el resto de temporada estival, como ya está ocurriendo en Alemania, Australia, Canadá, Estados Unidos, Japón, Nueva Zelanda y Reino Unido, los expertos se plantean si un nuevo refuerzo sería igual de efectivo que en ocasiones anteriores o si, por el contrario, podría provocar en nuestro cuerpo un fenómeno denominado fatiga inmunológica. Te contamos de qué se trata.
Enrique Ruiz Escudero, el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, ha puesto sobre la mesa este concepto tras afirmar que él es partidario de administrar la cuarta dosis en octubre, a la vez que la vacuna de la gripe. “Tenemos que valorar que puede haber un fenómeno de fatiga inmunológica. Esto quiere decir que existe la posibilidad de que la respuesta cada vez sea más corta y, sobre todo, que, si hay nuevas variantes, no sea la adecuada".
Esto se produce porque al estimular una y otra vez el sistema inmunitario, este puede terminar sufriendo un agotamiento y deja de producir la respuesta que esperamos. Sin embargo, “es una posibilidad que existe, pero no tenemos evidencias de que sea así, nunca se ha constatado que pueda suceder esto por repetir dosis de vacunas”, ha aclarado a El Confidencial el presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI), Marcos López Hoyos.
La aprobación de Paxlovid abrió una puerta a la esperanza y se entendió como una solución para aquellos casos de coronavirus leves o moderados, que no requieren oxígeno suplementario y con elevado riesgo de complicaciones, como pacientes trasplantados, oncológicos y mayores de 80 años con otras patologías o vacunados hace más de seis meses, entre otros. Sin embargo, se le está dando mucho menos usos del esperado.
El tratamiento consta de dos pastillas diarias durante cinco días y reduce un 89% el riesgo de hospitalización y muerte. El problema es que en la mayoría de los casos solo de administra en hospitales y no en atención primaria, donde debería hacerse. Esto se debe a que tiene muchas interacciones con otros fármacos, como pueden ser aquellos indicados para reducir el colesterol o para las arritmias. Esto frena a los médicos a recetarlo sin poder hacer un control exhaustivo sobre el paciente.