Sin salir de una ola de calor ya hay preavisos para una nueva. Julio terminó con la población acalorada y agosto va por el mismo camino con unos primeros días sofocantes y temperaturas por encima de los 40 grados en muchas zonas que, por lo menos hasta el jueves, no comenzarán a remitir para establecerse en unos 35-38 grados. Esto nos está llevando a noches tropicales por encima de los 25 grados, incluso de los 30, en muchas zonas del país, algo que está generando problemas para dormir en gran parte de la población.
Dormir se puede convertir en una auténtica pesadilla, según datos de AdSalutem Instituto del Sueño, el 60% de la población tiene problemas de sueño durante las noches en las que se superan los 20 grados, lo que lleva ocurriendo durante todo el verano en prácticamente la totalidad del país. Hay tres factores clave que nos afectan y que tienen un impacto directo en la calidad del sueño durante la temporada estival.
El aumento de las horas de exposición a la luz solar es uno de ellos. Con el cambio de hora ganamos más horas de luz durante el día, pero lo que ocurre es que las personas tardamos más en percibir la llegada de la noche y nuestro organismo inicia el proceso de relajación previo a irse a la cama con retraso, durante el verano hay días que hasta las 22:00 horas no anochece.
Además, en verano hay un cambio de hábitos en nuestro día a día, en especial si estamos de vacaciones, variando nuestra alimentación, en general a peor, e incrementando nuestra vida social, algo que también tiene efectos en el sueño.
Y por supuesto, las altas temperaturas. Nuestro cuerpo cuenta con termorreguladores que estabilizan nuestra temperatura corporal, sin embargo, el calor extremo condiciona completamente el ciclo del sueño, por eso mismo, en verano y especialmente durante las olas de calor, la calidad del sueño se reciente todavía más.
La mala calidad del sueño tiene efectos directos luego sobre nuestro día a día y el estado de ánimo, pudiendo tener un impacto negativo en nuestra salud. Para ello, la alimentación puede sernos de ayuda para mejorar nuestro sueño. ¿De qué manera? Adaptando lo que comemos con el funcionamiento de nuestro organismo.
Los alimentos ricos en tirosina, un aminoácido, nos ayuda a combatir la fatiga, sentirnos más activos y a recuperar energía. ¿Qué alimentos lo tienen? Sobre todo lácteos, legumbres, frutos secos, carnes rojas y aves, o pescados, que se aconsejan incluir en la dieta durante el día.
Otra cosa es por la noche, que habría que incluir alimentos ricos en triptófano, otro aminoácido presente en los huevos, la leche, el plátano o el aguacate y que favorece la producción de serotonina y melatonina del cuerpo, que son los neurotransmisores que regulan la ansiedad y nuestro sueño.