En España, 2.176 personas han fallecido por las altas temperaturas, según datos del Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo). Como se ve, subestimar los golpes de calor puede ocasionar graves consecuencias a la salud.
El golpe de calor suele provocarse cuando la temperatura corporal se eleva por encima de los 37.5 a los 39 grados centígrados y se produce una deshidratación extrema. Constituye una urgencia médica porque puede aparecer muy rápidamente (entre una y seis horas) y puede tener una evolución fatal: puede ocasionar la muerte en menos de 24 horas si no se trata rápidamente. Antes de eso, puede haber fases, desde una deshidratación moderada, insolación, hasta situaciones más complicadas como alteraciones en los electrolitos, un trauma cráneo-encefálico o hasta un derrame cerebral.
Las condiciones que predisponen a sufrir un golpe de calor son la temperatura del medio ambiente, exceso de ejercicio, la exposición directa y prolongada del sol, la edad y la genética.
Asociamos el golpe de calor a las temperaturas o a las actividades en exteriores, pero eso no es completamente cierto. Podemos sufrir un golpe de calor en casa si no logramos mantener una temperatura adecuada y si realizamos algún tipo de ejercicio de fuerza.
Pero, además, hay dos colectivos especialmente vulnerables a las altas temperaturas: los niños y las personas mayores. En ambos casos, se trata de pacientes con un sistema termorregulador inmaduro o con fallos asociados a la edad. Tardan más en sentir tanto el frío como el calor extremo. Además, las personas que no se hidratan adecuadamente, con sobrepeso o con problemas médicos también son más vulnerables a los golpes de calor.
Los niños tienen mayor contenido de agua en su cuerpo que un adulto. El 70% del cuerpo de un bebé es agua, pero la va perdiendo con el tiempo. El golpe de calor puede suceder en pocos minutos en un niño pequeño o un bebé en su propia casa ante la pérdida de líquidos, por sudoración, orina o por calor como tal. Se deshidratan antes que un niño o un adolescente.
Los adultos mayores son vulnerables porque pueden tener un golpe de calor y no presentar síntomas o confundirlo otras patologías. El mecanismo de la sed también se ve alterado por la edad, lo que hace que adopten menos medidas para poder protegerse del clima o mantenerse hidratados. La situación se complica con los pacientes que tienen deterioro cognitivo o demencia porque les cuesta expresarse y reconocer los síntomas. En este caso, los cuidadores tienen que estar muy alertas.
Las señales de golpe de calor en un niño o un bebé son irritabilidad, somnolencia, pérdida del conocimiento, mareo, dolor de cabeza y enrojecimiento de la piel.
En los adultos mayores los síntomas de un golpe de calor son mareos, enrojecimiento de la piel, delirio, piel seca, afectación del estado de conciencia, confusión, comportamiento incoherente, taquicardia, tensión baja, dolor de cabeza, convulsiones, dificultad para respirar, náusea y vómito.
Como explicábamos, el golpe de calor no solo sucede por exponerse al sol, también puede pasar estando dentro de casa sin no se tienen las adecuadas medidas de prevención, como la constante hidratación y el cuidado de la piel.
Para prevenir un golpe de calor en bebés, deben tomar agua cada 20 o 30 minutos. En caso de tener piscina en casa o salir al jardín, se debe evitar hacerlo en las horas centrales del día, evitar la exposición directa del sol y siempre usar bloqueador solar. Sin embargo, en menores de seis meses no se recomienda usar bloqueadores, en su lugar utilizar gorras y ropa ligera que proteja su piel.
La hidratación con agua, evitando el alcohol y las bebidas carbonatadas, debe ser constante, cada media hora máximo, aunque estemos dentro del agua. Por otra parte, es preferible usar ropa de algodón suelta y ligera. Dentro de la casa, hay que buscar los lugares más frescos, bajando las persianas y toldos en las horas más calurosas del día.
Las especialistas señalan que lo principal es bajar la temperatura lo más rápido que se pueda, ya sea con un baño o aplicar una compresa en la cabeza y el cuello. La temperatura del agua debe ser fresca, pero no extremadamente fría.
Otra recomendación es beber agua fresca cada 15 minutos. En niños y mayores, hay que comprobar que se orina con normalidad y que la orina no presenta ninguna anomalía. Para propiciar la hidratación y la orina, hay que ingerir alimentos con una base de agua: cremas de verduras, cremas frías o templadas, gelatinas, ensaladas...
Por último, es importante valorar bien el estado de la persona afectada por el golpe de calor. Si comprobamos que no orina, está somnolienta, los ojos están hundidos y los labios y la lengua están secas, hay que llevarlo inmediatamente a urgencias o llamar al 112, teléfono de Emergencias para toda España.