El Alzheimer es el tipo de demencia más común del mundo. Según las estadísticas de la OMS (Organización Mundial de la Salud), esta enfermedad, de la que cada año se diagnostican alrededor de diez millones de pacientes nuevos, concentra en torno al 60% y 70% de los casos de demencia que se dan a nivel global, lo que la convierte en una de las enfermedades neurodegenerativas más diagnosticadas del mundo.
A pesar de la enorme prevalencia que tiene esta enfermedad en nuestra sociedad, y de la gran variedad de estudios que se han realizado sobre ella, todavía no se ha podido descubrir una cura contra el Alzheimer, ni tampoco averiguar las causas que pueden llevar a una persona a padecer este tipo de demencia al llegar a la tercera edad.
No obstante, los numerosos trabajos sobre el Alzheimer que se han publicado sí han arrojado algo de luz sobre los distintos factores de riesgo que pueden favorecer la aparición de esta enfermedad, siendo la edad, los antecedentes familiares y la genética tres de los más significativos.
Recientemente, un nuevo estudio publicado por la revista JAMA Neurology ha apuntado a otros tres factores modificables que pueden aumentar el riesgo de padecer Alzheimer: la obesidad, la falta de ejercicio y el bajo nivel educativo.
Para sacar estas conclusiones, los investigadores analizaron los datos médicos de 378.000 adultos estadounidenses que participaron en una encuesta del Gobierno, y al hacerlo, descubrieron que estos tres factores de riesgo no afectan igual a toda la población, sino que sus efectos varían en función de la raza y el origen étnico del paciente.
En concreto, los investigadores comprobaron que la obesidad era el primer factor de riesgo entre los nativos americanos y los adultos de raza blanca y negra, mientras que el sedentarismo lo era para los adultos de origen asiático y el bajo nivel educativo para los hispanos, tal y como señalan desde El Español.
Además, también detectaron diferencias entre hombres y mujeres, ya que estos factores de riesgo aparecían en un 36% de los casos de demencia de los varones y en un 30% de los diagnósticos de las mujeres.
Según la autora del estudio, Deborah Barnes, estos resultados indican que los cambios en el estilo de vida podrían reducir el riesgo de padecer Alzheimer u otro tipo de demencia.
Actualmente, se calcula que alrededor de un 40% de demencia son consecuencia de factores de riesgo modificables, entre los que, además de los ya mencionados, se encuentran la diabetes, la alta presión arterial, la pérdida de audición o el consumo excesivo de alcohol. No obstante, hay otros factores de riesgo, como la edad o la susceptibilidad genética a través de la variante APOE4, que están detrás de muchos de los casos de Alzheimer y que, por el momento, no pueden evitarse.
A pesar de los resultados arrojados por el estudio, todavía se desconoce el vínculo que existe entre los factores de riesgo y la enfermedad. Aun así, se sospecha que la salud cardiovascular está estrechamente relacionada con la demencia y que los problemas que afectan al sistema cardiovascular no solo producirían daños cardíacos, sino también neurológicos.
Además, los investigadores apuntan a que las personas con un mayor nivel educativo podrían resistir mejor los cambios cerebrales patológicos que se suceden con la demencia y mantener sus capacidades durante más tiempo gracias a una especie de “reserva cognitiva”, mientras que aquellos que tengan un bajo nivel de educación estarían más predispuestos a sufrir estos daños y a acabar padeciendo la enfermedad.