Elisa, de estar en silla de ruedas tras un ictus a ir al super sola en dos meses: "Pensé que era imposible"
Elisa sufrió un ictus con 42 años y cuenta su proceso de recuperación, de estar en silla de ruedas a dejarla en una semana
"Es muy importante la aceptación. No tengo elección en la selección de las cartas, pero sí en cómo jugarlas. Yo decido cómo afronto esta enfermedad"
Qué tipo de sangre puede afectar al riesgo de sufrir un ictus
El ictus es la segunda causa de muerte en España, en mujeres la primera. Cada año lo sufren unas 130.000 personas y hasta un 30% de ellos fallecen. Si bien su riesgo se ha expandido también a gente joven, es más frecuente a partir de los 55 años, aumentando el riesgo de sufrirlo con la edad. Las cifras del futuro no son buenas y se espera que el número de ictus aumente hasta un 34% en 2030. Elisa, de 42 años, cuenta su historia con el ictus.
“Trabajaba en un laboratorio farmacéutico y a las 7 de la mañana empecé a encontrarme mal. Me dolía muchísimo la cabeza y me llevaron a la UCI porque tenía un ictus”, cuenta en un vídeo al Centro Europeo de Neurociencias (CEN).
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Cuando llegó al CEN iba en silla de ruedas y el pronóstico que le daban “era el de andar porque era una persona joven, pero lógicamente que tardaría un poco, unos cuantos meses en andar”. “Tenía miedo a todo, incluso a andar por si me caigo”, reconoce. Poco a poco consiguió recuperarse y ver el lado positivo cuando a la semana le habían quitado la silla de ruedas y su diagnóstico previo pronosticaba que lo haría a los dos meses.
Sus prioridades para la recuperación
“Recuperar mi vida doméstica era una de mis prioridades. Desde tener autonomía a la hora de ducharme a poder limpiar yo el polvo de mi casa y que no todo recayera sobre mi marido”, cuenta Elisa. Volver a ir a la compra sin miedo fue importante para ella, “en el momento que vences ese miedo, lo afrontas y te ves haciendo cosas que pensabas que no ibas a poder hacer o que te daba miedo, es un chute de energía que genera que quieras seguir avanzando”.
“Si entras en el bucle de la desesperación, no arrancas. Es muy complicado porque te ves limitado a muchísimos niveles, unas sensaciones que piensas que es imposible, pero al final lo puedes conseguir. Es muy importante la aceptación, no la resignación. No tengo elección en la selección de las cartas, pero sí en cómo jugarlas. Yo decido cómo afronto esta enfermedad”, concluye.