Para los hogares españoles este invierno va a ser duro. Todos los años cuesta un dineral mantener la casa caliente y en buenas condiciones con ventanas y puertas que aíslen del exterior y sin humedades en techos y paredes. Los precios actuales de los combustibles están más caros que nunca y demasiadas viviendas no podrán encender la calefacción. Ese frío, día tras día y que no es posible combatir, se convierte en un riesgo para la salud. En Uppers hemos consultado a los profesionales sanitarios cómo afecta el frío en casa a nuestra salud.
Una investigadora del Instituto de Salud Global Barcelona publicó un texto sobre este tema en el boletín Espai Salut de la Diputación de Barcelona. Subrayó que con el frío llegan enfermedades como la gripe que suele convertirse cada año en epidemia. Sin embargo, la bajada de las temperaturas afecta a la salud de muchas otras maneras. El organismo reacciona con una serie de cambios ante el frío para que la temperatura corporal se mantenga estable, que suele ser a unos 37°C. Disminuye considerablemente la sensación térmica y para reaccionar hay un incremento de la viscosidad de la sangre, aumenta la presión arterial o se acelera el ritmo cardiaco, lo que a su vez genera mayor estrés que puede afectar de forma grave a las personas en una situación más vulnerable.
En muchos estudios de investigación se ha llegado a la conclusión de que la exposición a temperaturas frías incrementa la mortalidad. En España, en concreto, el frío es responsable del 5,5% de las muertes registradas debido a enfermedades respiratorias y cardiovasculares, a la diabetes o las enfermedades mentales.
Además, como se decía, afecta a los colectivos más vulnerables como las personas mayores tanto por sus condiciones físicas como por otras enfermedades que padecen. Incluso, parte de la medicación que toman alteran los mecanismos que regulan la temperatura del cuerpo. Es el caso de ciertas medicinas para el tratamiento del insomnio, la ansiedad y la depresión, así como algunos cardiotónicos y vasodilatadores que facilitan la pérdida de calor.
A esto se añade los precios de los suministros que se emplean para calentar las viviendas provocando que la pobreza energética este año se extienda por muchos más hogares. Tradicionalmente, las casas de los países del sur de Europa y más aún las de las regiones costeras del Mediterráneo tienen más problemas de aislamiento, incluso muchas de ellas no disponen de sistemas de calefacción. Hasta ahora el clima templado de esas áreas costeras no los hacía necesarios, sin embargo, el tiempo ha cambiado con episodios más extremos tanto de calor como de frío para los que hay que preparase.
Según el canal de televisión británico BBC, en 2020 unos 36 millones de ciudadanos europeos no pudieron mantener sus hogares adecuadamente calientes. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ya ha advertido de que nos encontramos ante la primera crisis energética global provocada en gran medida por la invasión rusa en Ucrania. Con todo ello, muchas más personas se encontrarán con serias dificultades para subir la temperatura de sus casas este invierno, lo que afectará en mayor proporción a aquellas con menor poder adquisitivo o que se encuentren en una situación más vulnerable.
El frío repercute en las personas que padecen enfermedades respiratorias y cardiovasculares, pero también en aquellas con dolor crónico, cáncer, artritis o ciertas discapacidades que entre otros problemas de salud presentan dificultades para controlar la temperatura corporal.
Una de las mayores complicaciones que el frío provoca en las viviendas donde no hay calefacción o no se puede encender son la humedad y el moho. Esas manchas negruzcas que empiezan a cubrir techos y paredes no es suciedad sino hongos que liberan unas esporas que agravan los problemas respiratorios. En estos ambientes siempre húmedos aparecen microorganismos y muchos de ellos son tóxicos. Después de que una persona se vea expuesta a ellos día tras día disminuye su función pulmonar, es decir, la cantidad de aire que puede expulsar en un segundo de espiración. Esto afecta sobre todo a niños pequeños, a personas mayores y a los asmáticos.
La humedad además genera una rápida reproducción de los ácaros, una pequeña larva imperceptible a la vista que vive en los tejidos (alfombras, colchones, almohadas…). El organismo reacciona frente a ellos desarrollando conjuntivitis alérgica, rinitis además de asma. Una gran parte de las causas de las crisis asmáticas se debe precisamente a la alergia a las heces de los ácaros.
Desde la Página de Salud Pública del Ayuntamiento de Madrid en un texto sobre El frío y el riesgo para la salud de las bajas temperaturas se explica que, en último extremo, ese frío permanente incluso podría provocar hipotermia porque el cuerpo pierde más calor del que puede generar. Los síntomas que aparecen son temblores, confusión, torpeza en los movimientos y dificultad de razonamiento.
También detallan que para no llegar a esa situación conviene consumir alimentos con un alto poder energético (legumbres, pastas de sémola o frutos secos) y bebidas calientes, pero descartar las que incorporan cafeína o alcohol debido a que aumenta el metabolismo y producen una pérdida muy rápida de calor. Se recomienda además cubrir la cabeza, las manos y los pies sobre todo con prendas de lana que permiten la transpiración y guardan el calor.
Por último, con el incremento del frío en los hogares se tiende a ventilar menos lo que aumenta aún más la humedad e incluso aparece condensación que son las gotas de agua que cubren las ventanas y a veces hasta las paredes. La condensación y la humedad ambiental dentro de casa también se ve acentuada cuando se cocina y no se tapa la olla o cuando se tiende la ropa dentro en una habitación. Por tanto, además de ventilar a diario unos diez minutos abriendo todas las ventanas a la vez se debe usar el extractor al guisar y secar la ropa en el exterior.
Otro consejo es revisar las ventanas y tapar con cintas de aislamiento autoadhesivas los lugares por donde entra el aire, al igual que las puertas cubriendo la parte inferior con burletes que impiden las corrientes. Instalar cortinas de tela gruesa y alfombras también preserva del frío las estancias siempre que se ventile y no se humedezcan esos tejidos. Los aparatos que tienen la función de deshumidificar son igualmente útiles para eliminar parte de la humedad que se genera en lugares de costa, cercanos a corrientes de agua o a las montañas.