La eterna juventud. Ese objetivo que todos buscan, pero que parece totalmente inalcanzable. O al menos eso parece. Morir joven lo más tarde posible puede ser posible siempre que pongamos de nuestra parte, así lo explicaba en una entrevista con Uppers Nicklas Brendborg, biólogo molecular con una prometedora carrera por delante. A raíz de la publicación de su libro ‘La medusa inmortal. Todo lo que hay que saber para vivir más año’ (Destino), explica hábitos de nuestro a día a día que quizá no tenemos demasiado interiorizados y que nos pueden ayudar a eso, a alargar nuestra vida.
El propio biólogo lo recalca, utilizar hilo dental es algo simple y rápido, pero tiene consecuencias sobre nuestra vida. “Asegúrate de que tu boca está limpia”, explica, señalando que se han detectado bacterias en la boca dentro de un coagulo de sangre en personas que han sufrido un ataque al corazón o dentro de cerebros de personas que murieron de alzhéimer, una bacteria que también se ha detectado en diferentes órganos con un alto riesgo de padecer cáncer.
“No sabemos exactamente cómo funciona todo este mecanismo con las bacterias y las enfermedades, pero lo más probable es que, aunque no sean las causantes de manera directa de las enfermedades, las promuevan y aceleren su proceso de expansión”, indica Brendborg sobre como la salud bucodental está relacionada con la demencia o con las enfermedades cardiovasculares.
La dieta es otro de los aspectos más importantes. Comemos cada día, por lo que es primordial cuidarla y saber qué cantidad y cuándo ingerir. Y pone de ejemplos estudios realizados con ratones dándoles la misma cantidad de comida, peor con un patrón diferente.
“Están durante un día entero de ayuno y el siguiente día reciben comida, luego vuelven a ayunar y así sucesivamente. Y parece ser que es realmente beneficioso para su longevidad. Esta gestión y organización de los diferentes horarios de comidas, es también aplicable a nuestro día a día como seres humanos, y a largo plazo tiene consecuentemente un gran efecto en nuestra longevidad”, explica.
Además, aunque no sea un gesto habitual y mucho menos diario, la donación de sangre también repercute en la longevidad. No solo en la persona que la recibe, sino en la del propio donante, aunque más bien de forma inconsciente. Saber que has contribuido a una causa solidaria promueve una mejor percepción sobre nosotros mismos, sintiéndose mejor con uno mismo en el ámbito psicológico, tan importante como el físico para poder tener una vida más larga.